Secciones
Servicios
Destacamos
laura lópez
Segovia
Domingo, 21 de marzo 2021, 11:47
El Salvador es el barrio del Acueducto, según lo define la presidenta de la asociación de vecinos Justo y Pastor, María Luz Merinero. Se trata de un barrio histórico, ubicado a orillas del gran tesoro milenario de la ciudad. Sin embargo, sus vecinos se quejan del mal estado de sus calles y edificios, que no hacen justicia a su ubicación y les hace sentirse «abandonadísimos». Sin poder precisar el número de vecinos que viven en el barrio –algo menos de 2.000 según datos de la misma asociación el año pasado– Merinero explica que allí abundan las casas unifamiliares en las que viven, sobre todo, personas mayores. A pesar de este factor, la portavoz celebra que no han tenido que lamentar la pérdida de muchas personas por causa de la pandemia, aunque las muertes naturales han seguido formado parte de esta zona de la ciudad en el último año.
A los vecinos le gustaría que el barrio tuviera «un repaso» para ponerlo todo en orden, pero aseguran que en el Ayuntamiento ya lo tienen apuntado: «No hemos tenido más que chapuzas y chapuzas, estamos agotados, tienen abandonada toda la zona antigua de Segovia», lamenta la presidenta de la asociación.
Una de las cosas que generan malestar en este vecindario son los problemas con el alcantarillado en lugares como la plaza de San Justo. Como las tuberías deben ser muy antiguas, han tenido muchos reventones y el Ayuntamiento acomete arreglos, pero los vecinos consideran que sólo se trata de «parches», pues el problema vuelve a aparecer una y otra vez.
En varios lugares del barrio como la calle Santa, la vía corta que va desde la plaza de San Justo a la de El Salvador, el suelo está hecho con cantos y algunos de ellos se salen y suponen un peligro para los vecinos, sobre todo para los mayores. La calle Larga también necesitaría de estos trabajos.
Otra de las peticiones del vecindario desde hace un tiempo ha sido hacer la calle Alamillo de un solo sentido, pues consideran que la circulación en esta vía es peligrosa por la falta de visibilidad. En su defecto, creen que sería conveniente instalar otro espejo, además del que ya hay, para mejorar la movilidad al pasar por allí.
María Luz Merinero critica que, a tan solo unos metros del Acueducto romano, si uno se adentra en el barrio por la calle Ochoa Ondátegui, enseguida descubre edificios destartalados y casi en ruinas. «Esto en una Ciudad Patrimonio de la Humanidad, a unos metros de un monumento así, no pega», lamenta. En su opinión, mientras aquí hay edificios en un total estado de abandono, igual que en otras zonas antiguas de Segovia, se prioriza la construcción de nuevos edificios en las afueras de la urbe. Otros de los problemas que acusa el barrio es el de colonias de ratones, que se originan en esas mismas casas abandonadas y acaban por invadir el barrio.
Por su condición de histórico, los vecinos aseguran enfrentarse a un aparato burocrático enorme cuando pretenden acometer alguna mejora por su cuenta. «No facilitan nada, tengo un compañero que lleva dos años para intentar arreglar una casa vieja y está ya agotado», manifiesta Merinero. Ella misma fue testigo de estas dificultades, cuando hace ocho años quiso arreglar su fachada y el alcalde de Segovia de entonces, Pedro Arahuetes, le dijo que era mejor que lo emprendiera el Ayuntamiento a través del Plan Especial de Áreas Históricas de Segovia (PEAHIS) porque sería más económico y así no tenía que enfrentarse a todas esas cuestiones administrativas. Merinero asegura que todavía está esperando esas obras.
También incomoda a los vecinos algunos problemas de suciedad que sufren en la plaza de El Salvador. Desde la asociación lo achacan a que los jóvenes estudiantes de los institutos y la escuela de idiomas que hay en las proximidades salen de los centros a la hora del recreo y después dejan los residuos, como los restos de sus bocadillos o botes de bebida, en la plaza y nos los recogen debidamente. Desde la asociación creen que se debería, o bien reforzar la vigilancia en este sentido, o aumentar el servicio de limpieza por este lugar, para mejorar las condiciones de este punto de encuentro tan importante para el barrio.
La vida ha cambiado en el barrio a raíz de la pandemia. Las medidas de seguridad impregnan la cotidianidad: «La vida en El Salvador ha cambiado como en todos los sitios, todos tenemos nuestro cuidado y nuestro respeto, cuando vamos a la tienda dejamos nuestro espacio, en la librería… como en todos los sitios. En la iglesia nos dan un numerito para saber dónde sentarnos y mantener la distancia. Somos una comunidad y ahora que no nos vemos tanto, nos llamamos para ver qué tal estamos. Tenemos relaciones fabulosas, y el año pasado echamos mucho de menos celebrar las fiestas, y este año tampoco se van a poder celebrar… eran días de mucha armonía, mucha gente, música…», señala la presidenta de la asociación de vecinos, que sueña con disponer de un local para fomentar la convivencia en el vecindario. «Si pudiera ser, lo primero es que pase la pandemia, y luego tener un local donde nos podamos juntar los vecinos, con libros, periódicos, cartas, un punto de encuentro para los mayores... Lo hemos pedido muchas veces…».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.