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La chispa volvió a saltar la noche del pasado jueves en el número 8 de la calle de Santa Ana, en el corazón del barrio de la Judería, habitado desde hace años, en régimen de alquiler, por estudiantes. Desde la medianoche, grupos de jóvenes accedían ... continuamente a la vivienda, que tenía las ventanas abiertas de par en par. Sobre la una de la mañana, el ruido generado por la voces y la música era ya insoportable para los vecinos, que acabaron por llamar a la Policía Local. La pesadilla de un nuevo curso universitario había comenzado.
La Plataforma contra el Ruido en Segovia ha vuelto a ponerse en guardia, si es que alguna vez ha bajado los brazos. El problema del ruido en determinadas zonas de la ciudad, entre ellas el casco antiguo, es un mal endémico que ninguna corporación municipal ha podido -o querido- atajar. Cada vez lo sufren más vecinos y el hartazgo va haciendo mella en su ánimo. El origen es diverso: los locales nocturnos, la acumulación de turistas en determinadas zonas y los pisos alquilados a los estudiantes universitarios.
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«En verano, en algunas zonas, el ruido se reduce mucho; no tanto en otras. Los vecinos de esos edificios con pisos alquilados a estudiantes viven mejor porque los inquilinos no están; pero en zonas donde hay terrazas y locales abiertos resulta más complicado. El horario y el volumen de las verbenas también se hace insoportable para quienes viven cerca», señala Ignacio Gros, miembro de la Platafoma contra el Ruido en Segovia.
El regreso de los estudiantes ante el comienzo del curso universitario ha puesto de manifiesto que el problema sigue ahí. «Ha sido empezar el curso... Nada como las llamadas a la Policía y los altercados que se han producido para saber cuál es la principal fuente de conflictos en estos momentos», señala Gros, afectado por el ruido que generan los estudiantes dentro de los propios edificios. «La situación en muchas viviendas es insostenible: música a tope, videojuegos con el volumen al máximo, gritos... Esto ocurre cuaquier día de la semana. Curiosamente, en algunos edificios, como el mío, los fines de semana son más tranquilos porque muchos estudiantes están todo el día fuera y se van de la ciudad, pero durante la semana vuelve el ruido. Somos muchos los afectados. Hay cientos de personas que no pueden dormir y esto es inadmisible porque tienen derecho al descanso», añade.
Antes de las elecciones municipales del pasado 28 de mayo, miembros de la plataforma hablaron con los candidatos. «Todos los grupos políticos reconocieron la gravedad del problema y todos se comprometieron a hacer algo para solucionarlo». La corporación municipal había comunicado a la plataforma que tramitaría los expedientes antes de final de año, pero los comicios depararon un cambio de gobierno. «Confiamos en que la nueva corporación se emplee a fondo en hacer frente al problema, y esperamos poder reunirnos con ellos pronto. Estos días les hemos solicitado una reunión», desvela Gros.
La plataforma, consciente de la importancia de visibilizar el problema, pide medidas y soluciones. «Queremos saber qué va a hacer el Ayuntamiento y también nos gustaría reunirnos con otras partes implicadas, como las propias universidades o las empresas y propietarios que alquilan los pisos a los estudiantes, siempre con el ánimo de hacer propuestas que redunden en una solución».
Las reivindicaciones de los vecinos afectados están muy claras. La primera es que el Ayuntamiento de Segovia tramite los expedientes que ha abierto tras las denuncias a la Policía Local. «Si la multa no llega, las denuncias no sirven de nada. Al parecer, la tardanza en la tramitación se debe a la falta de medios personales... Esto no puede ser y debe solucionarse inmediatamente», dice Ignacio Gros. Facilitar la tramitación de las denuncias resulta, asimismo, clave. Los afectados consideran «ridículo» que esas denuncias que se hacen al llamar o en el mismo domicilio tengan que ser formalizadas con posterioridad. «Es como si llamas para avisar de que alguien ha aparcado en la puerta de tu garaje y te contestan que no pueden hacer nada hasta que presentes una denuncia por escrito al día siguiente. Ahora mismo, conseguir que se abra un expediente de este tipo es una carrera de obstáculos».
Otra petición es que la Policía proceda a la medición de los niveles de ruido en cuanto los agentes vean que la normativa se está incumpliendo. Los afectados entienden, además, que esas mediciones no deben realizarse necesariamente dentro del domicilio de la persona afectada. «No es necesario y resulta invasivo e incómodo para los vecinos, que además tienen que aguantar un rato más sin dormir».
La labor de información, sensibilización y concienciación resulta vital para prevenir situaciones no deseadas. La plataforma entiende que los estudiantes han de saber que no pueden hacer fiestas ni ruido en las casas, especialmente por la noche, así como las consecuencias a las que deben enfrentarse si incumplen la normativa. Por su parte, los vecinos han de tener claro qué pueden hacer ante un problema de ruido. No son pocos los que saben que la solución pasa por llamar a la Policía, aunque no confíen en la efectividad del aviso.
«Hay muchas personas afectadas, muchas. Y cada vez son más. Y también son muchas las que están muy hartas de la situación actual, que exige soluciones. El Ayuntamiento debe hacer todo lo posible por atajar el problema con urgencia. Hay familias que se están marchando de sus casas y eso no se puede permitir porque no es justo», señala Ignacio Gros.
Las noches de esta semana constituyen una buena oportunidad para comprobar cuáles son las zonas más castigadas. Las calles aledañas a la Plaza Mayor, históricamente saturadas de ruido por la abundancia de establecimientos hosteleros y la concentración de actividades lúdicas, sufren también el ocasionado por los estudiantes universitarios en el interior de sus pisos. La plaza del Corpus, la calle de Santa Ana, la propia Plaza Mayor o la plaza de la Rubia son algunos ejemplos. En el polémico piso situado en el número 8 de Santa Ana, las ventanas están abiertas todas las noches y el rumor de las conversaciones que sale del interior inunda una calle estrecha y llena de recovecos.
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