Rodrigo Sanz, el trotamundos navarro

Formado en las categorías inferiores de la Real Sociedad, Rodrigo debutó en su tierra, con la Peña Sport de Tafalla. Tras una temporada en Tercera División, hizo su puesta de largo en Segunda B en noviembre de 2011, a los 18 años, en un templo del fútbol vasco como Ipurua al que vería años después en Primera División. Así empezó una trayectoria vinculada con Navarra y alrededores, con alguna expedición más lejana entre medias.

Alguien que no ha parado quieto, pues aquella progresión en Tafalla le llevó al Osasuna Promesas. De ahí pasó al Tudelano, así que conoció a muy temprana edad a los principales clubes del fútbol navarro. Incluso cuando se marchó en 2014 al extranjero, no se fue muy lejos. Fue en Les Genets Anglet, de la Segunda francesa, muy cerca de Biarritz. Tras un año, volvió al Cirbonero, la camiseta que le faltaba por vestir en su tierra.

Una trayectoria entre la Segunda B y la Tercera, una categoría en la que brilló con luz propia en la temporada 2017-2018 anotando 39 goles con el Calahorra, liderando la tabla de goleadores en los 18 grupos de la que entonces era cuarta categoría del fútbol nacional para convertirse en el artífice de un ascenso que los riojanos estuvieron años buscando. El premio fue la llamada del Mirandés, con el que repitió ascenso –esta vez a Segunda División– aunque con un rol más secundario. Sucedieron pasos breves por Cartagena, Calahorra y de nuevo Tudelano, con el que volvió a coger el ascensor, esta vez hacia Primera RFEF. Tras una temporada en la que jugó 18 partidos en la categoría, se marchó a Cádiz para jugar en el San Fernando y convertirse en 'Forlán'.

De ahí, transbordo a Algeciras en el penúltimo mercado de invierno. Allí estuvo un año natural: contó con minutos en el final de temporada, pero no llegó a jugar en la siguiente, lastrada por las lesiones y la falta de confianza de su técnico, Lolo Escobar. La peor etapa de su carrera. Así las cosas, en enero volvió al Tudelano, en Segunda RFEF, inmerso en la lucha por el 'play-off', pero no lo alcanzó. El fichaje se gestionó en un santiamén y se cerró el jueves. «Fue todo muy rápido, cosa de un día. Recibí la llamada del entrenador y prioricé por completo el proyecto, la categoría, la ciudad. No me pensé ni dos veces, lo hicimos rápido».

Sanz se define como «muy trabajador», tanto en lo personal como en lo futbolístico, un aspecto que destaca como su principal virtud. «Me gusta jugar en banda, ir al espacio, soy vertical». Ya ha pisado La Albuera, aunque no está previsto que entre en la convocatoria del partido que la Segoviana juega mañana ante la Ponferradina en la segunda jornada de la Primera RFEF. «Acabo de aterrizar y he visto que para la capacidad que tiene el estadio hay un buen número de abonados, ojalá que disfruten». Y transmite el enfoque que ha llevado por todo el país. «Aportar mi granito de arena a este gran club, sumar todo lo posible y ponerme rápidamente en dinámica para poder ayudar cuando el míster lo vea oportuno».