«Utilizo siempre preservativo, pero mi vida sexual es activa». Marcos (nombre ficticio) resume así una rutina en la que se acuesta con unos diez hombres al mes. Ha 'pillado' hepatitis A, sífilis (dos veces) y gonorrea. Acostumbrado a analíticas, sus experiencias han sido prácticamente ... asintomáticas. Lo cogió a tiempo, razona. «Cada uno es libre de hacer con su cuerpo lo que quiera; somos mayores y consecuentes con nuestros actos. Pero la persona que comete estos errores lo hace porque quiere».
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Este segoviano, de 33 años, ha tenido tres parejas largas y lleva siete años soltero. «He tenido rolletes largos, pero no he encontrado a alguien que me encaje». Usuario de aplicaciones como Tinder o Grinder, habla de la «típica noche que sales de fiesta y vuelves a las tres de la mañana a casa un poco borracho y con el calentón». Fue en ese punto cuando se lanzó a prácticas sexuales que ahora rechaza. «Son las cosas que, no es que lo hayas criticado, siempre decías que eso no va contigo. Hasta que lo pruebas».
Marcos habla de la «moda» de tomar Prep, una medicación que «en un 99,9%» previene contra el VIH . «Ahora te la dan de manera gratuita en centros de salud 'especializados' en los que tienes que decir que mantienes relaciones sexuales sin preservativo. Se ha perdido respeto al VIH porque puedes llevar una vida completamente normal. Y es cierto es que se está generalizando contraer otro tipo de ETS. Yo utilizo preservativo, no consumo Prep y las he contraído».
Otro fenómeno de moda son los 'chill' o 'chemsex': él lo define como gente que consume drogas y queda para mantener relaciones sexuales sin preservativo. «Son orgías en casa, con música electrónica y drogándose». Drogas como GHB –éxtasis líquido– o mefe, una especie de cocaína de bajo coste. «Es todo un poco turbio». Estas fiestas surgen principalmente desde aplicaciones para sexo esporádico. «En estos chills normalmente se folla a pelo. Suele ser gente que toma Prep, pero no está exenta de contraer toda la retahíla que hay por ahí». Él se engloba entre los que lo probaron por curiosidad. «He estado en dos. Me apetecía probar, ver cómo era, el morbo de lo prohibido, como si estuvieses en una peli porno». Cada 'chill' tiene sus normas en cuanto a consumir drogas o a prohibir el uso del preservativo.
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Luis Javier González
Para controlar el riesgo, es habitual que quien participa habitualmente en estas prácticas se someta a analíticas periódicas. «Le han perdido el respeto porque en dos meses se hacen una analítica. Si tienen sífilis, inyección de penicilina. Viven así». Clínicas especializadas de infecciosas madrileñas ayudan a este control. «Yo también voy. Aunque uso preservativo, no hago felaciones con él, así que puedes pillar cualquier cosa. Puedes tener mala suerte, nos ha pasado a todos». Por un lado, supone un gasto sanitario evitable; por otro, fomenta la prevención. «Hay muchos perfiles. El más generalizado es gente que está loca y, efectivamente, es un gasto al sistema».
Cuando fue a sus dos 'chill', Marcos preguntó a sus compañeros si tomaban Prep. La respuesta fue que sí. «Pero claro, yo iba bebido. Consumí drogas, me dejé llevar y al día siguiente fui corriendo al hospital para que me diesen tratamiento, por si acaso. Estuve un mes tomando retrovirales por si me habían engañado». Como las drogas dificultan la erección, también tomó media viagra. Una vez allí, no bebió alcohol: solo acuarius y «muchísima» agua. Habla de ambientes muy cómodos. «Uno era ingeniero, otro era arquitecto. Gente formada, con educación. Hablas de absolutamente todo y te sientes muy a gusto; no se busca el sexo a saco. Llegas y dices, joder, qué gente más guay. Todo el tiempo te preguntan si estás bien».
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En ese entorno de comodidad, cada cual marca su ritmo, en cuanto a consumir y en cuanto a descansos entre relaciones. «El tiempo se pasa volando. Llegas a las tres y dices, venga, a las seis me voy a casa, que ya está bien, pero te dan las cinco de la tarde. Hay gente que tiene problemas bastante serios; se engancha a un 'chill' un viernes y no acaba hasta el domingo». Los miembros siguen conectados a las aplicaciones y buscan más compañeros, así que es una fiesta viva: sale gente, entra gente.
El primer 'chill' de Marcos empezó con tres personas: una pareja y un amigo de ellos. Después de que llegase él, la convocatoria llegó a ocho hombres. No recuerda las horas que pasó, pero entró de noche y se fue de día. «Como hay gente que se pasa con la droga, compran gominolas o sándwiches. Siempre hay uno que es el padre; va igual de drogado, pero tiene más resistencia y se preocupa un poco por los demás. Estar cómodo es una de las partes del enganche».
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Marcos es gay, pero su experiencia va más allá de los tabús. «Es una práctica irresponsable que, por supuesto, no practica la gran mayoría de los gays, no se puede generalizar». Incluso él, que lo ha probado, lo considera un craso error que no hace ningún bien al concepto de promiscuidad que tiene la gente de este colectivo. «Tengo amigas que me dan lecciones y ellas tampoco usan preservativo. Una le llama Bacterio al último polvo porque le pegó una ETS y a otra no le baja le regla. Y hay tíos heteros muy cerdos que se acuestan con muchas tías y tienen una vida gay paralela».
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