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Toneladas de leña amontonadas para su venta en una nave de El Espinar. Pedro Luis Merino
El resurgir de la leña en Segovia

El resurgir de la leña en Segovia

La subida de precios de otros combustibles y el cambio de hábitos durante la pandemia ha provocado un aumento de la demanda en la provincia

Berta Jiménez

Segovia

Domingo, 27 de febrero 2022, 11:49

Las chimeneas de leña han sido uno de los sistemas para combatir el frío más comunes y tradicionales a lo largo de la historia. En la provincia de Segovia, no solo las viviendas contaban antiguamente con chimeneas, sino también las escuelas y otros edificios, especialmente, en las zonas rurales donde la leña estaba al alcance de todo el mundo. Así lo apunta Susana Moreno, presidenta del Colegio de Arquitectos de Segovia, quien recuerda que antaño, la gente pudiente incluso de la capital segoviana tenía en las salas principales de sus casas una chimenea de leña.

Ahora, como explica Moreno, la leña ya no es un bien necesario de calefacción sino algo más relacionado con la decoración y el confort. Las viviendas que hoy en día cuentan con chimeneas de leña suelen ser las unifamiliares, ya que permiten almacenar la leña de una manera mucho más fácil y cómoda. «No deja de ser un producto que se tiene que almacenar y en un piso es muchísimo más difícil», sostiene.

«Está claro que la chimenea de leña abierta, con fuego, siempre ha sido muy atractiva», dice Moreno. «Es un escenario muy acogedor y visualmente atrae mucho. Es un elemento asociado al invierno, a las zonas frías, a momentos incluso íntimos».

En este sentido, apunta que, como alternativa, hay un sistema de calefacción basado en pellets de madera que está teniendo cierto tirón en los últimos años y que «no deja de ser una evolución del sistema de calefacción de leña». Para su utilización existen dos métodos: por un lado, están las calderas pequeñas que se pueden poner a modo de estufa en cualquier habitación y, por otro, la caldera centralizada acompañada de un silo que proporciona calor a edificios enteros.

Su almacenamiento es el principal obstáculo que dificulta su uso en pisos o bloques de viviendas

La Asociación Española de Empresas Productoras de Pellets de madera (Apropellets) define los pellets como cilindros de unos 15 a 30 milímetros de longitud que se fabrican a base de serrín prensado, es decir, es un material biocombustible generado a partir de partículas de madera. Según el informe estadístico sobre producción y consumo de pellets en España que elabora la Asociación Española de la Biomasa (AveBiom), en 2021 en nuestro país se produjeron 716.000 toneladas de pellets, una cifra que demuestra la tendencia al alza de la fabricación de este producto si se compara con las 490.000 toneladas de hace cinco años (2016) o las 225.000 de hace diez (2011).

La presidenta del Colegio de Arquitectos de Segovia explica que los pellets se consideran un combustible «sostenible», dado que el CO2 expulsado «se compensa» con el absorbido por el árbol del que se saca este tipo de madera. Además, asegura que el sistema de pellets tiene una capacidad calorífica prácticamente igual a la de la leña (lo que «garantiza una calefacción uniforme»), ofrece un menor riesgo de avería y es relativamente barato para las viviendas pequeñas.

Economía circular

Por otro lado, Susana Moreno hace hincapié en el aprovechamiento de los bosques y la economía circular que puede impulsar la industria de la leña. «En una zona en la que hay bosques, como Segovia, que es tierra de pinares, los residuos de la madera pueden ser utilizados para generar combustible para calefacción, tanto pellets como la propia leña». Este proceso, que califica como «extraordinariamente interesante», contribuye al desarrollo sostenible además de a la limpieza de los bosques. «No solo eliminas los residuos sino que aprovechas su energía», apunta.

No obstante, matiza que «todo es relativo». Si la leña que se utiliza para las calderas, estufas o chimeneas tiene que recorrer cientos de kilómetros porque procede de otro país (u otra comunidad lejana), este sistema de calefacción pierde todo el sentido. El combustible que se gasta en el transporte es mayor que el beneficio medioambiental del uso de la leña, por lo que alerta de que lo importante es que la biomasa sea de producción local.

Una de las empresas que se dedican a obtener leña de los pinares segovianos es Hermanos Muñumel. Ubicada en El Espinar, está gestionada por Javier e Ignacio Muñumel con ayuda de su sobrino: entre los tres mantienen en pie la herencia de Juan Muñumel, su abuelo, uno de los últimos gabarreros espinariegos. «Entonces hacían leña a hacha e iban en cuadrillas. Es a lo que se ha dedicado nuestra familia toda la vida», dicen.

Esta empresa extrae la leña sobrante de los pinares de la zona con ayuda de sus caballerías, como explican los responsables. «Cuando la gente ya no tiene acceso, subimos nosotros con los tractores y los caballos a sacar la leña», apuntan. Después, la trasladan a sus fincas para cortarla y almacenarla.

La leña de pino silvestre es la única que obtienen estos trabajadores de manera directa, aunque también venden leña de roble y fresno, así como de encina, la cual compran a proveedores de Salamanca y Zamora. Normalmente, la época de corte es hasta el mes de abril que, como explica uno de los hermanos, «es cuando brota de nuevo la savia» de los árboles. No obstante, la leña muerta de los pinares se puede sacar durante todo el año.

Leña cortada para ser transportada, con el núcleo de El Espinar al fondo. El Norte

El siguiente paso es la venta. Hermanos Muñumel provee de leña al núcleo (El Espinar, la Estación del Espinar, San Rafael y Los Ángeles de San Rafael) y otros municipios de alrededor. La que más vale y también la más demandada es la de encina, aunque tradicionalmente la que más se ha vendido en la zona a lo largo de los años ha sido la de pino. Con una calidad un poco inferior, se encuentra la leña de roble o el fresno. «Es una leña que hace algo más de llama y hace buena ascua también, pero dura un poco menos», detallan los hermanos.

En cuanto a la forma de venta, los Hermanos Muñumel la realizan tanto por volumen como al peso. El pino se vende por volumen (una cárcel equivale a tres cargas del caballo y suele rondar los 100 euros) y, en cambio, la procedente de otras maderas se vende por kilos. La encina tiene un precio de 18 céntimos el kilo, y la leña de roble y fresno son «un poco más económicas» y cuestan en torno a los 15 céntimos el kilo.

Lo que más se demanda ahora en Segovia, según cuentan los responsables, es la leña para chimeneas de casas particulares, así como leña para las calderas de edificios. También señala que, en su caso, venden con frecuencia a bares y restaurantes, que necesitan esta materia prima para sus hornos.

Aumentan las ventas

Javier Muñumel asegura que ahora se está vendiendo más leña que hace unos años. Esto lo achaca a que las costumbres van cambiando y mucha gente, en vez de ir al campo y autoabastecerse como se solía hacer, prefiere comprarla ya cortada y lista para utilizar. Además, la reapertura de los restaurantes tras la pandemia sumada a la tendencia cada vez más presente de ir hacia «lo tradicional» en el sector de la restauración, han hecho, en su opinión, que este año haya habido más demanda de leña en la provincia. «Hay muchos hornos que antes no asaban con leña y ahora sí, para darse más publicidad», dicen.

La de pino es el tipo de leña más común en la provincia y la de encina, la más demandada

Con respecto al futuro, comentan que en los últimos años ha ido disminuyendo el número de trabajadores del sector maderero. «La leña tiene mucho trabajo. Hace unos años había a lo mejor 200 familias, pero ahora quedamos nada más que tres», comenta en referencia al municipio de El Espinar.

También en este municipio se encuentra la empresa Leñas Ricosan, que tiene otra sede en Madrid. El director, Roberto San Segundo, cuenta que traen la leña de diferentes provincias y la reparten a toda España, llegando prácticamente a todas las comunidades autónomas. Para sacarla de los bosques, realizan «talas controladas» utilizando tanto maquinaria como mulas de carga.

San Segundo relata que su empresa vende a particulares así como a restaurantes e incluso a grandes superficies y otros supermercados. Pero, contrariamente a Hermanos Muñumel, en Ricosan la leña se vende al peso, ya que «es un método mucho más conciso y fiable» que la venta por volumen según el responsable de la compañía. El precio también oscila entre los 18 y los 22 céntimos/kilo, dependiendo del árbol del que proceda la materia, que en este caso son de roble, encina, olivo y pino, extraída esta última de los bosques segovianos.

Pese a que la pandemia supuso un parón general de la economía, la empresa Ricosan se ha beneficiado a largo plazo de la situación. El responsable asegura que se ha notado un gran aumento de la demanda en comparación con años anteriores. De hecho, el pasado 2021 la compañía duplicó sus ventas con respecto a 2020. El principal motivo ha sido, a juicio de San Segundo, la subida en el precio de la electricidad y de los combustibles en general. «La gente ha estado más en casa y ha querido volver a los métodos tradicionales para calentarse» señala.

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