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El teatro Cervantes tendrá un uso versátil y servirá como un espacio cultural y dinámico, desde el gran escaparate teatral para el que fue pensado a principios del siglo pasado hasta un extenso uso musical -conciertos, audiciones e incluso óperas-, exposiciones o hacer las veces ... de palacio de congresos. Primero, por su utilidad como una caja teatral municipal, que supere las modestas posibilidades que ofrecen las del Centro de Creación de La Cárcel. Y las del teatro Juan Bravo, con una dimensiones también pequeñas como construcción centenaria.
La instalación -cuyas obras podrían concluir a finales de 2023- permitiría a la cultura segoviana dar un salto de ambición que sirva de escaparate a las diferentes ramas culturales locales y ofrezca al público una oferta más amplia. «Es un contenedor cultural. Lo llamamos teatro, pero no quiere decir que otras artes no puedan darse allí», explica la concejala en funciones de Urbanismo, Turismo y Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Segovia, Claudia de Santos.
Maite Hernangómez piensa en una red de teatros a la italiana, como será el Cervantes, que se centran en la exhibición de espectáculos. «Para mantener un teatro hay que echar dinero e imaginación». La directora del Taller Municipal piensa en cómo ha de ser el espacio del Cervantes en una ciudad con el Juan Bravo, La Cárcel y el teatro de San Nicolás, donde actúan sus pupilos y también compañías profesionales. «Con la situación privilegiada de Segovia se pueden hacer acuerdos con otros teatros que tienen producción propia, como puede ser el Centro Dramático Nacional. Esas compañías necesitan lugares de creación, se pueden hacer funciones preliminares antes de un estreno en la capital, por ejemplo». El Cervantes formaría parte de esa red, reflexiona la directora del taller de San Nicolás. «Es un teatro que se tiene que abrir al mundo, que no solo sea un espacio de exhibición sino dotarle de vida; y eso se hace cuando hay gente trabajando diariamente dentro de los espacios. Que sea un teatro residente de compañías y proyectos», reclama.
Habla de danza, diversos estilos de música -también orquestales- o proyecciones de cine y cita el ejemplo de la sala Ex-presa 1, rebautizada en nombre de Julio Michel, como referente, pero «a lo grande». La concejala ve al nuevo teatro como un «revulsivo» y nombra otro proyecto municipal como la Casa de la Lectura como ejemplo a menor escala de lo que es sobrepasar ámbitos al ir, en este caso, más allá de una biblioteca tradicional. «Vamos a disponer de un espacio con unas dimensiones que lo hacen posible».
El proceso administrativo del teatro Cervantes se encuentra ahora mismo en la redacción del informe municipal. Una vez actualizado el proyecto de 2011 por el Ministerio de Fomento el pasado mes de marzo, este documento debe asegurar que el proyecto sea conforme con el planeamiento urbanístico, con todas las normativas técnicas regionales y que es «idóneo para los fines municipales». Ese plan deberá ser remitido junto al proyecto a la Comisión de Patrimonio. Una vez aprobado, volverá al Ayuntamiento para su licitación. Es un proyecto de envergadura en el que el Ministerio de Fomento paga íntegramente desde la adaptación a la obra, y se encarga de licitarlo, pero el suelo es municipal.
Sergio Artero, director de la compañía de teatro Saltatium, traza un esbozo de la que es, a su juicio, una de las carencias que tiene la ciudad desde hace tiempo: la danza contemporánea. «Pediría que hubiese una cabida para que llegase por fin a la provincia», reclama. En este sentido, sus reflexiones sobre el futuro del teatro Cervantes pasan por elaborar «una programación variada con un criterio de selección artístico alejado de tintes políticos». Sergio Artero incide en la necesidad de «que haya variedad de géneros y se apueste por la 'performance', que tampoco ha llegado. Tenemos a referentes de la 'performance' y de la danza que viven en la provincia y no se les está haciendo caso», lamenta el director de Saltatium. Por otro lado, el artista reivindica una especial atención a la industria cultural local. A su juicio, falta respaldo. «No hay suficiente apoyo, como sí reciben otros sectores que sí se entiende que crean riqueza. No estamos abandonados, pero se nos puede apoyar más». Por eso es necesario analizar el nivel de infraestructuras para poder atinar en la planificación del futuro.
El calendario deseado por el Consistorio es que los trámites previos a la licitación estén acabados en enero de 2020 y las obras puedan empezar en primavera. El plazo de ejecución de los trabajos es de 42 meses y el presupuesto es de 11.068.824 euros, frente a los 8.303.380 de las obras de rehabilitación que salieron a licitación en noviembre de 2011, antes de caer siete años en el cajón del olvido institucional.
La iniciativa contempla realizar un edificio de uso cultural de unos 4.000 metros cuadrados construidos con una superficie útil de 3.000 metros. De acuerdo con el proyecto aprobado, la rehabilitación del teatro Cervantes recuperará la amplia caja escénica de 14 metros, con 6,5 metros de altura, respetando el patio interior de la parcela. La planta baja, la de acceso, está distribuida en diversas dependencias de servicios como la cafetería y el guardarropa. El aforo en la sala principal será de 588 personas, el mayor de la provincia.
El proyecto de rehabilitación del teatro Cervantes fue aprobado en 2011 por el Ayuntamiento de Segovia con algunos condicionantes técnicos menores. Pasó por todas las concejalías y departamentos implicados como bomberos, Policía Local o Movilidad. Cada una hizo sus puntualizaciones y el resultado final contó con el visto bueno de la Comisión Territorial de Patrimonio de la Junta. Con el cambio de Gobierno, la llegada de Mariano Rajoy a la Moncloa en diciembre de 2011 y el inicio de un prolongado ciclo de políticas económicas de austeridad, la propuesta quedó sepultada en el cajón.
En 2018, tras la moción de censura que aupó a Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno y unas cifras presupuestarias más halagüeñas, la recuperación teatro Cervantes vuelve a la mesa. La Dirección General de Arquitectura del Ministerio de Fomento llevó a cabo en noviembre la adaptación del proyecto para adecuar las normativas nacionales, regionales y europeas que han sido modificadas en este lapso de siete años, como las relacionadas con la accesibilidad, la prevención de incendios o la propia actualización del presupuesto.
Una vez concluido ese trabajo, fue entregado al Ayuntamiento de Segovia en marzo de cara a repetir el trámite ya cursado en 2011. Es decir, un informe municipal que deberá ser remitido de nuevo a la Junta de Castilla y León para que dé su visto bueno. Ese es el paso actual. Ese informe del Ayuntamiento debe comprobar que se ajusta a toda la legislación, accesibilidad, código técnico o planeamiento urbanístico. Todos los demás parámetros en cuanto a aforos, volumetría o materiales, tanto interiores como exteriores, se mantienen. El informe está encargado a una unión temporal de empresas integrada por los arquitectos Valentín Fuster y Héctor León, que también redactaron el proyecto original y los ajustes que se tuvieron que llevar a cabo.
El edificio se levanta sobre el antiguo patio de la Casa de los Picos, y en él estableció su sede el Círculo Mercantil e Industrial de Segovia. La construcción del teatro se llevó a cabo durante los años 1922 y 1923. Aunque se desconoce el autor del proyecto, responde a la tipología de teatro clásico a la italiana, con forma de herradura y presenta la particularidad de que su patio de butacas es de planta rectangular.
El arquitecto utilizó la planta baja de la Casa de los Picos para situar la entrada, y parte del patio de la misma para ubicar la sala de butacas y el escenario. Un patio de pequeñas dimensiones separa el edificio de la calle Obispo Gandásegui, a la vez que sirve de iluminación y ventilación a las galerías interiores de acceso a los palcos. Hoy, está en estado ruinoso.
El proyecto de rehabilitación incluye la consolidación estructural en la base de la Muralla. «Significa recuperarla en su cara original, la vamos a disfrutar por dentro. Es el reto de integrar la Muralla en un espacio escénico y en un contenedor cultural», subraya De Santos. Soporte de la antigua puerta de San Martín, el teatro quiere potenciar ese legado con una pared de muralla, por mucho que esté recubierta entre obras. Su ubicación es también crucial para revitalizar la actividad en el casco histórico.
La directora de la compañía Nao d'Amores, residente en Segovia, sugiere una labor de previsión. Ana Zamora desvela que «pediría que antes de meterse en ejecuciones, se paren a pensar un proyecto concreto. Qué va a ser el Cervantes, qué necesita Segovia, cómo debe ser ese espacio y para qué», aconseja la última responsable de dirigir la ceremonia de entrega de los Premios Max de Teatro. Zamora pide a los políticos «que se sienten, asesorados por quien deben, y que no den palos de ciego, que bastantes se han dado ya con ese espacio; que piensen con la cabeza fría lo que necesita esta ciudad y, a partir de ahí, meterse a capón con lo que tengan que hacer». En esta línea, solicita que se trabaje con la previsión de proyectos concretos para evitar contar luego con espacios difíciles de ajustar para las diversas necesidades. «Los proyectos priman sobre los espacios, sobre todo cuando hay que hacerlo nuevo. Hay que definir qué se quiere y desarrollar el proyecto, y eso se puede hacer ya».
De Santos bosqueja con prudencia el calendario. «Lo primero es conseguir el contenedor. Luego habrá que hacer una gestión cultural tranquila, reposada, cuidada y tarifada en busca de los recursos necesarios para que esto funcione». Sin apostar por proyectos concretos, el espacio que dibuja la edil no cierra ninguna puerta y sería una sede privilegiada para cualquier ciclo musical o escénico. También cinematográfico. «La idea es un espacio cultural que permita abordar espectáculos que, por las dimensiones que requieren, no tenemos ahora mismo sitio» para acogerlos. Esa constitución permite que se puedan celebrar óperas; quizás no una tan ostentosas como las de Richard Wagner pero sí un buen grueso de las clásicas.
Más allá del legado cultural, el Cervantes podrá servir como palacio de congresos. «Está dentro de la versatilidad, en las dimensiones que permita. Si estamos pensando en un palacio para 3.000 personas, lógicamente no sirve. En función del aforo que permita, por supuesto, también habrá congresos».
La Escuela de Arte y Superior de Diseño, alojada en la vecina Casa de los Picos, podría disfrutar de un espacio dentro del teatro. «Son futuribles que habrá que sentarse a analizar. Si es posible, ¿por qué no? Los recursos están para usarlos y cuanto más se posibilite su uso, mejor».
David Pinillos pasó su infancia viendo cine en el teatro Cervantes porque un amigo de su padre era el produccionista. «Mis primeros recuerdos de ver películas en el cine es allí, es algo muy personal. Las escaleras, el acceso a la cabina de producción, los balcones…», evoca el premiado director segoviano. Quizás por eso valora más que nadie aquella tradición. «Me gustaría que no perdiese su espíritu original aunque claramente debe tener un servicio a la actualidad. Que tuviese ese carácter de cine para la ciudad, festivales o grandes espectáculos», opina el realizador. «Es un sitio muy mítico para mí y ojalá pueda mantener esa identidad de entretenimiento», hace hincapié el cineasta, quien a su vez habla de una instalación que puede aportar mucho. «Es acercar el cine al centro de la ciudad y darle esa vida. Además del teatro Juan Bravo, puede haber mucha vida con festivales de cine o de música. Me gustaría que fuese parte de la vida cultural de Segovia», concluye Pinillos.
El diseño definitivo mantiene la escalera como acceso natural y habitual hacia la sala, pues se considera que es uno de los elementos más importantes en la secuencia de espacios que proponía el antiguo teatro. Este largo tramo de escalones eleva al público desde la calle hasta el nivel del vestíbulo de la sala principal. Bajo la zona de escena, se distribuyen los camerinos, el foso de orquesta y la sala multiusos para conferencias. El proyecto mantiene los accesos preexistentes, desde la calle Juan Bravo número 35, (acceso principal) y desde Obispo Gandásegui (para servicios y evacuación).
De Santos valora la progresión de la actividad cultural segoviana en los últimos años como un germen que necesita una instalación en consonancia. «Nadie duda que optar a la capitalidad 2016 fue un punto de inflexión que, afortunadamente, no murió con la negativa. La ratio de actividad cultural por número de habitantes es asombrosa». Eso hace al Cervantes, a su juicio, igual de necesario que hace una década. «Es un recurso del que carecemos y está cerrado». Las puertas, que servían de soporte incontrolado de cartelería están ya adecentadas con dos lonas y sus títeres. Son los rostros de una ventana al futuro.
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