Las residencias de Segovia mantienen las medidas de prevención tras completar la vacunación

Belén Redondo, directora de la Residencia María Inmaculada, en Carbonero, así lo confirma: «Seguimos con las medidas que se indican en la guía del 7 de enero». Todos sus residentes y trabajadores están vacunados, pero las visitas y las salidas se hacen en las mismas condiciones. Lo único que ha cambiado ha sido la presencia de las mamparas. Ahora, cuando un familiar va a ver a un residente a este centro el encuentro puede realizarse sin tener este cristal de por medio, pero manteniendo la distancia de seguridad y el uso de la mascarilla por parte de ambos. «Lo que pasa es que a estas edades la mayoría están sordos, y si viene un familiar, al final o se acerca o no le oye, con lo cual es difícil la comunicación y siempre hay que tener una persona vigilando que guarden esa distancia», añade Redondo.

Desde que comenzó este segundo estado de alarma, esta residencia no puede acoger a residentes nuevos, exceptuando los autorizados por la Gerencia de Servicios Sociales, que son gente que, por ejemplo, se encuentra en situación de abandono domiciliario. En estos casos, la persona que ingresa debe traer una prueba PCR negativa y permanecer unos días en aislamiento. «No se pueden mezclar con el resto hasta pasados siete días», apunta Redondo sobre los nuevos residentes: «Se han podido contagiar desde que les hacen la PCR hasta que llegan, por lo que se les tiene en observación para ver si tienen síntomas de covid-19. Después, hay que comunicar que tenemos a alguien nuevo para vacunarle».

Los ancianos del centro María Inmaculada, sin embargo, no entienden que no haya medidas más laxas ahora que han recibido las dosis de la vacuna. «Están contentos porque están vacunados pero ven que no pueden salir a la calle, ven que seguimos llevando mascarilla… Entonces están un poco confusos», sostiene la directora, quien cuenta que no llegan a comprender que la vacunación les ha aportado inmunidad contra la infección pero no evitan el contagio. «Ellos se pensaban que con la vacuna ya iban a hacer vida normal», declara.

En la Residencia Madrid, en La Granja de San Ildefonso, tampoco se han cambiado los protocolos. Pedro Hurtado, su director, coincide en que la Junta no les ha transmitido ningún cambio: «Siguen las medidas que teníamos, no ha variado nada». En esta residencia pusieron la segunda dosis de la vacuna a finales de enero a casi todos sus residentes, salvo a algunos a los que se les inoculó la primera porque al inicio de la vacunación se mostraron dudosos. Quedan aún, por tanto, algunos mayores y trabajadores pendientes de recibir la segunda dosis, aparte de dos nuevos residentes que ingresaron en el centro la semana pasada, que «empiezan la vacunación ahora».

«Afortunadamente no hemos tenido ninguna reacción ni en la primera dosis ni en la segunda, solo el típico dolor de dolor de brazo como en cualquier vacuna», comenta Hurtado, quien se muestra además contento por haber vuelto a permitir las visitas de los familiares, unas visitas que no se realizaban des de hacía más de un mes. «Desde que se desató la tercera ola estuvimos cerrados completamente, sin salidas ni visitas», dice. Ahora, pasados siete días desde el reparto de la segunda dosis, los residentes pueden salir y recibir a sus seres queridos en los boxes habilitados para estos encuentros. «Es un alivio bastante considerable tanto para los residentes como para las familias», concluye.