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La enfermera extrae una gota de sangre a una residente de El Sotillo en los test que se hacen a los que no pasaron el virus.
Coronavirus en Segovia: Las residencias empiezan a blindarse ante los rebrotes

Las residencias de Segovia empiezan a blindarse ante los rebrotes

Los centros públicos y privados someten a PCR a los trabajadores que vuelven de las vacaciones y a los nuevos usuarios que ingresan por primera vez

Lunes, 24 de agosto 2020, 08:11

Esta vez no quieren que les pillen desprevenidas. Las residencias de ancianos y centros de atención a personas con dependencia o discapacidad, tanto las gestionadas por instituciones públicas como las privadas, se blindan para hacer frente a esta nueva oleada del coronavirus que arremete como un ariete contra las defensas del sistema asistencial. La lección aprendida de tantas batallas individuales y colectivas perdidas contra la pandemia está muy presente para que la estrategia de protección, ahora, no ofrezca el más mínimo resquicio.

Por eso, el ámbito sociosanitario se está reforzando la prevención para que sus centros sean fortalezas inexpugnables para el coronavirus. El 14 de este mes, la reunión del Ejecutivo central y las comunidades autónomas alumbró tres medidas y una recomendación para levantar barreras de protección en estas entidades. Así, se acordó realizar un nuevo cribado para comprobar el escenario epidemiológico y atajar lo antes posible la amenaza de contagio.

Punción dactilar en el test para determinar si hay contagio.

En este sentido, se estableció la obligación de realizar pruebas de detección molecular, las conocidas PCR, a los nuevos ingresos de los centros sociosanitarios de carácter residencial. La prontitud en la detección de un posible caso es clave para anticiparse a la expansión del virus, apunta Pablo de Vega, director del la residencia que Cáritas posee en El Sotillo. Los nuevos trabajadores también se someten a las mismas pruebas, al igual que el resto del personal que regrese de sus vacaciones, a los que también se aplica este margen de anticipación, por lo que tres días antes de que reincorporarse a su puesto se les hace la PCR, detalla el responsable de El Sotillo.

La comunicación se antoja fundamental, tanto del centro con el personal como con los equipos de Atención Primaria para canalizar la información y las pruebas. Lo primero es elaborar cada semana una lista de empleados que vayan a regresar al trabajo tras haber estado más de siete días de vacaciones o de descanso. Esa relación se remite al centro de salud de referencia para que prepare los equipos necesarios de toma de muestras. También los residentes que sortearon el coronavirus en los meses precedentes han de hacerse una prueba, que en estos casos es un test rápido, el del pinchazo en el dedo, que desvelará en diez o quince minutos si el interno está infectado o no. De estarlo, pasará a situación de aislamiento y se le practicará una PCR para confirmar el contagio, según el protocolo establecido

A los residentes que sortearon el contagio durante el apogeo de la pandemia se les hace un test de punción dactilar

Esperanza espera a la enfermera en la biblioteca de la residencia de Cáritas. En este centro es el personal el que se encarga de efectuar las pruebas. En otros que no tienen esta capacidad acude personal de Sacyl. Delia es la coordinadora que se encarga de tranquilizar primero a la residente y luego de extraer las gotas de sangre para el análisis que deposita en las tomas para que los reactivos actúen. La anciana ni se ha inmutado del pinchazo. Afuera, van a llamando a las siguientes. Se sientan en los bancos separadas y aguardan su turno. El director de El Sotillo explica que los internos «no ponen ningún problema» a la hora de hacerse el test. «Se les explica y lo entienden», incide De Vega, quien subraya que esta medida se adopta «por seguridad».

Visitas reducidas y acotadas

Cada análisis se identifica con el número de la habitación «para que no haya confusiones», expone la enfermera. Mientras el reactivo hace su función, hay relevo en la biblioteca y pasa la siguiente. Se sienta y la sanitaria le coge cuidadosamente el dedo de la punción. Es como una puntada de un alfiler, pero Delia avisa que esta anciana sí suele quejarse un poco. Exageraba porque apenas aprieta los ojos y da un leve respingo al notar el pinchazo.

El centro de Cáritas también ha limitado las visitas, como estipula el acuerdo del 14 de agosto. Los residentes solo podrán recibir a dos familiares cada semana en dos días diferentes. Un visitante por cada jornada. También se ha acortado el tiempo del encuentro a media hora para minimizar riesgos de transmisión del virus , aunque la indicación acordada entre las administraciones establece un máximo de una hora. La residencia ha acotado en el jardín una zona en la que se garantizan las medidas de seguridad, en cuanto al uso de mascarilla, distancia entre las personas e higiene y desinfección.

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