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En realidad, nuestra casa, esa colección de paredes, huecos para puertas y ventanas, muebles y felpudo en el acceso no es solo nuestra casa. «Lo que nosotros creíamos que era vivienda se ha convertido –lo vimos durante el confinamiento de la primavera– en oficina, ... en gimnasio, en escuela, escenario para otras muchas actividades», explica Gloria Hernández Berciano, arquitecta urbanista. Lo que parecía pensado para comer, dormir, descansar se ha transformado con la pandemia en un espacios multiusos donde además había que trabajar, que mantener reuniones, que seguir clases a distancia o que caminar (pasillo arriba y abajo)para hacer algo de ejercicio.
La presidenta de la demarcación de Segovia del Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla y León, Susana Moreno, coincide en el diagnóstico. Como consecuencia de la pandemia, «el teletrabajo ha venido para quedarse», así que «tantas horas en casa hacen que el concepto de la habitabilidad se vea de forma diferente», subraya. El largo confinamiento de marzo y abril destapó las «carencias» de un parque residencial «deficiente» cuando hay que estar durante semanas encerrados en ellas, insiste la presidenta colegial segoviana. Entonces, los arquitectos alertaron de que habría que caminar hacia soluciones creativas que hagan las casas más habitables.
La presidenta de la demarcación de Segovia del Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla y León apunta que uno de los requisitos predominantes en la 'nueva' construcción pasa por dotar a las edificaciones de «mucha más luz natural». «Las terrazas eran un elemento casi perdido porque en muchas casas no se consideraba útil, de ahí que se cerraran y se incorporaran al salón o se usaran como trasteros», cita Susana Moreno. Pero a raíz del confinamiento han pasado a ser estancias muy codiciadas. Quienes sí aprecian su función, incluso en inmuebles antiguos, son los alumnos de IE Universidad, que pueblan parte del casco histórico. La arquitecta destaca que estos inquilinos «suelen venir de países con peor clima y están más acostumbrados a estar expuestos a las miradas de los vecinos», de ahí que en este otoño más templado se les haya visto sacar mesas y sillas a los balcones para hacer vida en ellos.
Ahora que sobrevuela la amenaza de otro encierro domiciliario, los profesionales ahondan en cómo la arquitectura puede contribuir a crear «espacios inmunes» y reflexionan si lo vivido en este año tendrá consecuencias en la forma en la que se diseñan y construyen viviendas. Incluso ciudades. La crisis del coronavirus ha puesto de manifiesto cómo los habitantes han echado de menos «disponer de más espacio exterior mediante un patio o un jardín, ventanas más grandes, más luz y ventilación», llama la atención Moreno, quien plantea la necesidad de «adaptar y mejorar» las viviendas tradicionales concebidas hasta ahora con estancias muy compartimentadas divididas en dormitorios, aseos, salón-comedor y cocina, principalmente.
Y es que «la arquitectura no es solo hacer fachadas bonitas», asegura Eduardo Carazo, catedrático de expresión gráfica y arquitectónica, quien evoca cómo la gran pandemia del siglo XIX, la tuberculosis, generó un nuevo urbanismo que transformó de lleno las ciudades. «Fue el momento en el que se proyectaron las grandes avenidas para resolver los problemas de aireación y saneamiento», indica. «Y fue el modo en el que se acabó con aquellos viejos cascos antiguos que eran importante foco de infecciones», añade Darío Álvarez, director de la Escuela de Arquitectura, convencido de que de esta crisis del coronavirus «saldrá una nueva visión de la ciudad». «Hay que tomar decisiones como si esto no fuera algo pasajero, porque después puede venir otra cosa que nos afecte de forma similar».
darío álvarez, director de la escuela de arquitectura
«Desde el siglo pasado, la arquitectura se preocupa por los ambientes limpios, puros:las ventanas, la ventilación», defiende Carmen Rosa Lancharro, arquitecta de la Consejería de Educación. El coronavirus ha subrayado los problemas de salubridad de importantes nichos del parque residencial y ha alertado de cómo la infravivienda (casas pequeñas, con escasa ventilación) contribuye a la propagación del virus.
En Segovia, el 27% de las viviendas no llegan a los 75 metros cuadrados. Es prácticamente el mismo porcentaje de casas con una superficie útil de entre 75 y 90 metros.
Pero Moreno, más allá del tamaño de los hogares, focaliza el problema de la capital segoviana en otro aspecto. La obsolescencia de las construcciones y el anticuado urbanismo de la ciudad se alzan como barreras arquitectónicas, nunca mejor dicho, para implantar el nuevo modelo de edificación.
De hecho, el parque residencial de Segovia es el más viejo de la comunidad, con una antigüedad media de 44 años. Más de 20.000 casas principales atesoran medio siglo de vida, lo que representa aproximadamente un tercio de las existentes. En las secundarias, en torno a 16.000 viviendas acumulan cincuenta años o más desde su construcción, lo que equivale a cuatro de cada diez. Y si la lupa se pone sobre el conjunto de inmuebles vacíos, casi la mitad han cumplido medio siglo, lo que supone cerca de 9.000 casas en la ciudad. Son datos del Instituto Nacional de Estadística que evidencian que el envejecimiento del parque inmobiliario va de la mano de una menor habitabilidad y de una mayor complejidad a la hora de adaptarse a los tiempos postpandemia, deja entrever Moreno.
eduardo carazo, Catedrático de Expresión Gráfica y Arquitectónica
«La construcción de Segovia no es de buena calidad porque en aquellos años no se pensaba en los criterios de confort de ahora, ni en la protección del medio ambiente para prevenir el cambio climático», explica la presidenta. Una pandemia como la del coronavirus y un periodo de confinamiento como el vivido no figuraban en los planos ni proyectos de antaño. Y no es precisamente residual la cantidad de hogares anclados en aquella forma de construir de la primera mitad del siglo XX que han dejado un «patrimonio edificado muy malo». Moreno matiza que «ahora se construye mejor»; aunque insiste en que las soluciones en Segovia se antojan arduas.
La presidenta parte de la premisa optimista de que «intervenir, se puede intervenir», mediante la introducción de nuevos conceptos arquitectónicos, como el aislamiento desde el exterior. Susana Moreno hace hincapié en que la nueva época y el nuevo contexto social y vital que va a dejar la pandemia exige «una renovación» de los axiomas que, por otro lado, se expone a entrar en colisión con el urbanismo de una ciudad que está declarada Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Esa remodelación se antoja «más complicada en los edificios protegidos», cita la presidenta colegial de los arquitectos segovianos como botón de muestra de las dificultades que entraña la 'revolución' postcovid en la arquitectura de la capital.
Moreno se muestra a favor de que esos avances vayan enmarcados en un cambio en las normas que regulan el urbanismo, que en la actualidad resultan demasiado encorsetadoras. Sin embargo, tampoco descarta que «podamos acometer la adaptación desde el propio interior del edificio, incluso en los que están protegidos, y adecuarlos a las características de confort, a los factores climáticos y a los nuevos usos preservando los elementos protegidos». Pero para ello, se necesitan «buenos profesionales y buenos estudios».
Gloria hernández, arquitecta urbanista
El casco histórico de la capital está atravesado por calles sumamente estrechas que complican cumplir con la creciente demanda de contar en los hogares con al entrada de más luz natural. Susana Moreno así lo considera y señala el rumbo que ha de tomar el recinto amurallado en el devenir de un planeamiento urbanístico postpandemia, que dirigiría su reconversión hacia una zona más enfocada a ser un punto de encuentro social y de la actividad cultural que a un entorno residencial.
Pese a esas dificultades, intuye que «la innovación ya está en marcha». Y en ella mucho tienen que ver los progresos que ha traído consigo la aplicación de las nuevas tecnologías y que han dado lugar a la construcción de casas inteligentes. «Es una pequeña revolución que permite, por ejemplo, que se evite que se tengan que tocar cosas gracias al control a través del móvil de, por ejemplo, la luz o la instalación de seguridad».
Susana Moreno concluye que, además de tener un «parque urbanístico muy deficiente», también es necesario que se produzca «un mayor dinamismo económico para que los ciudadanos tengan los recursos necesarios para poder mejorar sus casas». Esta alineación de inconvenientes hace que «vivamos en una ciudad muy inmóvil», sentencia la presidenta de la demarcación del Colegio de Arquitectos de Castilla y León .
Carmen Rosa Lancharro, Consejería de Educación
«Las mayores transformaciones urbanísticas, en las ciudades, siempre han estado vinculadas a sucesos trágicos (guerras, pandemias), de evolución tecnológica, industrialización o desarrollo del comercio. Pero el cambio se ha efectuado después de esos fenómenos. Ahora hay que adelantarse, convertir esta situación en una oportunidad», defiende Gloria Hernández Berciano. La experta reivindica los espacios públicos «que se puedan utilizar». «En muchas ciudades se han puesto en cuarentena los parques y jardines, cuando deberían ser los espacios saludables. El problema es que están llenos de artefactos extraños que antes no existían y en los que la gente se sube, se sienta», expone la arquitecta urbanista.
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