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¿Cómo redistribuir a 2,6 millones de visitantes de la sierra de Guadarrama?Una década después de la declaración del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, la principal zona de recreo natural de casi siete millones de ... personas busca modelos para mantener su integridad mientras Madrid sigue creciendo. El segundo espacio protegido con más visitantes de España –los registros de la década parten de 2,1 millones y el último dato lo eleva a las 2.642.785 personas en las dos vertientes– apuesta por diseminar la demanda en para evitar masificaciones. Es la intención de la vertiente segoviana, que sumará en Navafría y El Espinar dos casas del parque para aliviar las zonas más saturadas del Real Sitio de San Ildefonso como Boca del Asno. «Gestionar adecuadamente esta presión y garantizar la conservación de los valores naturales ha sido y sigue siendo un desafío constante», reconoce el director de la parte segoviana, Gonzalo Martínez.
El Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama fue declarado el 25 de junio de 2013. Cuenta con una superficie de 33.960 hectáreas, de las cuales 12.246 se encuentran en la provincia de Segovia, a las que hay que añadir las 7.011 del Área de Especial Protección (Montes Matas y Pinar de Valsaín). La gestión ordinaria de este espacio corresponde a ambas comunidades autónomas en sus respectivos ámbitos territoriales. En Segovia, a la Junta de Castilla y León, en colaboración con otras entidades públicas y privadas.
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La declaración del parque se sustenta en sus valores naturales, históricos y culturales. Las rocas más antiguas de la Sierra de Guadarrama rondan los 600 millones de años y su levantamiento hasta la altura con la que hoy la conocemos concluyó aproximadamente hace 15 millones de años. Martínez pone el aniversario en su justo contexto: «En la naturaleza, diez años es muy poco tiempo». Es el producto de una compleja historia y cultura desde que el ser humano se instaló en este territorio. «Aquí ha vivido mucha gente, ha habido batallas, no es un sistema salvaje. De esa interacción de personas han salido muchas cosas positivas», asegura.
Los nuevos hábitos han cambiado el ecosistema. A lo largo del siglo XXI, la retirada progresiva de la ganadería está llevando a colonizar con bosques las zonas altas. Martínez habla del abandono de usos tradicionales en el medio rural y del reto de conservación a la hora de mantener una «naturalidad» en los paisajes e incentivar los aprovechamientos. «Los pastizales de montaña estaban ligados a una cierta ganadería extensiva y cada vez hay menos. Es muy difícil de sustituir, desde su abono al tipo de erosión del terreno. Hacemos lo que podemos con servicultura y facilitar la labor a la gente que sigue haciendo esos aprovechamientos». Los aprovechamientos económicos están muy restringidos por la ley. La madera de Valsaín es una excepción argumentada en la gestión forestal sostenible, sin el fin de la máxima rentabilidad económico, simplemente «lo que necesita el monte».
Con todo, el principal reto es el uso recreativo: deportivo, vista turística, relax o paseos. «Dedicamos gran parte de tiempo, personal y recursos a la gestión de ese uso social. Madrid tiene muchos habitantes muy cerca y esta es su principal área de recreo natural». Más del 90% de visitantes proceden de esta región. Martínez aspira a redistribuirles en el parque «de manera equitativa» no solo entre zonas, sino entre vertientes para «mejorar problemas de movilidad» y evitar días «puntuales» de masificación en ciertos lugares.
Se trata de mantener el «disfrute» con diferentes ofertas. «Desde rutas más duras a más fáciles, depende del público. Que la visita sea lo mejor posible y alejarlas de zonas sensibles». Lugares expuestos a la erosión o zonas de crías de especies. La respuesta de Segovia serán dos nuevas casas del parque, una cuenta pendiente histórica –solo estaba la de Valsaín y Madrid cuenta con cinco más otros espacios– que se saldará a través de los fondos europeos. «Son puntos neurálgicos donde la gente va a llegar, se va a informar y van a empezar su ruta alrededor del centro». La Junta costeará con 2,2 millones de euros el de Navafría. La rehabilitación de la antigua casa forestal de Los Cerrillos Redondos de El Espinar costará 2.687.000 euros, de los cuales el Organismo Autónomo de Parques Nacionales aportará 2.420.000 y la Junta, 267.000 euros.
El primer requisito para un centro de visitantes es una localidad de cierto tamaño. «No puede estar aislado. La gente llega a un pueblo grande, entra y se informa. Son dos zonas del parque igual de impresionables a nivel estético que el resto y menos conocidas por la mayoría. Son zonas naturales, menos masificadas y auténticas». Navafría, a pie de sierra, cuenta con uno de los pinares naturales más antiguos, con más de un siglo de ordenación forestal. El municipio está a la espera de mejoras en 'El Chorro' al igual que El Espinar en 'La Panera', un compromiso de la Junta presupuestado en 334.000 euros.
El aniversario del parque coincide con la moratoria de diez años que daba la ley a los propietarios de los cotos de caza, que están negociando con las administraciones la indemnización por la pérdida de sus derechos cinegéticos. El parque es esencialmente una zona de cumbres. «Aunque había cotos, la caza se realizaba más en terrenos donde se va a poder seguir realizando. Era un porcentaje muy pequeño de territorio que puede incluso servir de reservorios para esas especies que van a poder seguir cazando de forma regulada».
Un equilibrio que también lleva a la práctica deportiva, muy relacionada con el volumen de visitantes. «Hay actividades que si fuesen minoritarias no generarían ningún impacto». La declaración del parque tuvo en consideración la tradición deportiva –las primeras actividades de alpinismo en España–, permite eventos que se celebraban con anterioridad como carreras por montaña –no así nuevas– y eventos no competitivos previa autorización. «Tienen un impacto grande. Nosotros condicionamos el número de participantes, el recorrido y las fechas para que no afecte a zonas sensibles. Es un reto constante porque hay mucha demanda».
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