Segovia
El rechazo vecinal pone en peligro a una guardería con 33 años de experienciaUna comunidad de propietarios de Segovia impide habilitar un patio para el recreo porque un vecino se queja del ruido que hacen los retoños
«Les molesta que existamos, parece que seamos unas infestadas». Es la sensación amarga que comparten Ana Hernando e Inmaculada López, ambas son el alma ... de la guardería Kangurolandia, en Segovia. «Lo vemos negro» después de 33 años de trayectoria, de una pacífica y dilatada experiencia. Unos 1.300 niños han pasado por esta escuela infantil, situada en la calle Lirio de la ciudad. Las prórrogas institucionales se agotan y el tiempo, también. Al finalizar el próximo curso 2025-2026, el centro cerrará, a no ser que las circunstancias viren de una forma radical.
El enconamiento de la comunidad de vecinos a la que pertenece este local -que «en su día se compró en obra», matiza Hernando- empuja el negocio hasta el borde del precipicio de la desaparición. Cuando adquirieron el establecimiento para poner en marcha Kangurolandia en Segovia, «siempre habíamos tenido la idea de utilizar el patio de la comunidad; sin embargo, no sabíamos que necesitábamos el permiso».
Cuando la guardería apenas gateaba en sus inicios, «un vecino se negó a que saliéramos al patio». Y desde entonces, este detractor se ha salido con la suya y ha sumado algún que otro respaldo entre los propietarios, aunque nunca han sido mayoría, precisa Hernando, quien entiende que los aliados que se ha buscado lo son por temor a las represalias. «Se van a ver todos los días y, si nosotras cerramos, ya no nos van a ver más».
«Muchos requisitos» oficiales
Si esa oposición frontal es el filo de la espada que arrincona a Inmaculada y a Ana y, por ende, al personal que depende de ellas, la pared contra la que se encuentran la alicata la Administración con las normas sobre estos centros educativos y la concesión de subvenciones. Para acceder a esa ayuda, «tenemos que cumplir muchos requisitos». Uno de ellos es que las salidas de los niños no deben hacerse a lugares que estén a más de 150 metros de distancia de la guardería. De ahí que, desde hace años, Kangurolandia lleve pidiendo usar el patio. Incluso se han ofrecido a pagar un alquiler. Todos las alternativas han chocado con el 'no' encabezado por el vecino, quien incluso «fue al Ministerio para pedir que nos echaran». Él tampoco tuvo éxito.
En alguna ocasión -relatan las propietarias- el detractor ha esgrimido que trabajaba de noche y que el ruido de los niños vulneraba su derecho al descanso durante el día. Para contrarrestar su argumento, llegó a ir un equipo para medir los decibelios. Las responsables de la guardería aseguran que «nunca» han sobrepasado ese tope. También han replicado la tesis vecinal de que, si ocurriera algo en el patio, tenía que hacerse cargo la comunidad. «No es así», afirma Ana, quien alcanza a pensar que el enconamiento del vecino es «algo personal».
«Pienso que puede ser algo personal. Cuando han venido a medir los decibelios, nunca se ha excedido el tope»
Ana Hernando
Encargada de la escuela infantil Kangurolandia
Para que les cedan el uso del preciado espacio al aire libre, es necesaria la unanimidad de los titulares. Una mínima oposición tumba sus anhelos y los de los padres que confían en Kangurolandia. Ana calcula que los detractores «suponen aproximadamente menos de un tercio» del vecindario.
Progenitores que llevan a sus hijos a esta escuela infantil suscriben una carta dirigida a los vecinos de la calle Lirio. En ella, entre otros asuntos, ensalzan las bondades y la experiencia de las dos empresarias. «Llevan 33 años educando, jugando, ilusionando y dando mucha tranquilidad a miles de familias» de Segovia.
El respaldo de los padres
La misiva interpela a los vecinos de la comunidad, a los que señala como responsables de «haber 'conseguido' que al menos tres familias en breve se queden sin sustento económico y se cierre un negocio más» en la ciudad». Además, estos centros se han visto amenazados en los últimos años por la gratuidad de la educación en niños entre 0 y 3 años que promueve el Gobierno regional. Los firmantes destacan que todo lo empezó «el 'no' de un vecino»; pero con el tiempo, este «ha ido contaminando a otros con sus 'teorías' de ruidos».
La superficie mínima que estipula la Junta para los sitios de recreo al aire libre donde jueguen los niños 1 y 2 años que acuden a estos es de 20 metros cuadrados, y el área que les deniega la comunidad de vecinos tiene 400, con piscina y una zona ajardinada, instalaciones que las responsables se han comprometido a «no tocar». Pero ni por esas. Tampoco les convencieron cuando aseguraron que pondrían y quitarían «unas vallas homologadas por el Ministerio» para acotar el recinto del esparcimiento de los niños durante la media hora que dura la salida.
«Les molesta que existamos, parece que seamos unas infestadas. El vecino fue al Ministerio para que nos echaran»
Ana Hernando
Encargada de la escuela infantil Kangurolandia
El tiempo corre en su contra. Kangurolandia había logrado el pasado curso una prórroga de un año por parte de la Junta de Castilla y León para encontrar el espacio recreativo que cumpliera las condiciones de distancia y superficie fijadas por la Consejería de Educación. Pero el empecinamiento vecinal les ha dejado en una situación límite. La regulación oficial no admite las 'excursiones' diarias a Las Lastras con las que suplen la ausencia de un recinto al aire libre para satisfacer la media hora necesaria de recreo de los pequeños. Durante esas salidas, «juegan, corren y casi ni gritan porque a esas edades aún no interactúan... no dan guerra. Es una alegría verles», defiende Ana.
Noticia relacionada
Urbanismo rechaza la conversión de una guardería en templo de los mormomes
Otros negocios como Kangurolandia no han tenido problemas a la hora de poder aprovechar patios en comunidades de vecinos. Se les ha cedido y ya, «porque al fin y al cabo es lo más natural», apunta Ana. Durante las últimas semanas, ella, Inmaculada y el personal educativo están recibiendo decenas de muestras de cariño y de ánimo. «Han venido a darnos un abrazo niños que tuvimos y que han crecido tanto que casi ni les conocíamos», cuenta emocionada.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.