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La iglesia de San Lorenzo ha vuelto a sufrir un acto vandálico. Pero esta vez han ido un paso más allá. Durante los últimos años, ha sido más o menos habitual que las paredes del atrio de la parroquia aparecieran con pintadas cada cierto tiempo; ... este viernes, han sido los sillares y las columnas del propio templo las dianas de los ataques vandálicos.
Francisco Jimeno Mardomingo, párroco de San Lorenzo, lamenta los hechos ocurridos en la madrugada del jueves al viernes y no oculta su disgusto. Un acto vandálico que se produce apenas dos semanas después de la instalación de verjas en el atrio de la iglesia. El objetivo del cierre es restringir la entrada a una zona que, con el buen tiempo, era usado por grupos de jóvenes durante las noches. «Generaban mucha suciedad. Había que recoger la basura cada día», recuerda el párroco. En alguna ocasión, las paredes de cemento del atrio amanecían con pintadas.
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La medida había sido bien recibida por los vecinos del barrio. De hecho, la de San Lorenzo era la última iglesia de la ciudad que permanecía con su atrio abierto, tras el cierre en los últimos años de los atrios de Santo Tomás y San Millán. «Hemos seguido las consignas de Patrimonio y de la Diócesis», comenta.
Las pintadas que hasta la fecha se producían en las paredes de cemento de la iglesia no habían sido denuncias. Pero las realizadas en los sillares del templo sí. El propio párroco ya ha presentado en la Comisaría de la Policía Nacional la correspondiente denuncia para intentar dar con el autor o autores de los hechos.
Las sospechas se centran en una única persona, quien también estaría detrás del resto de pintadas realizadas con anterioridad en el atrio de San Lorenzo. El estilo de las pintadas es similar. «Son frases extrañísimas e ininteligibles», comenta el párroco. Han sido realizadas con rotuladores rojos, negros y azules. Las multas, según la nueva ley de convivencia ciudadana, pueden llegar hasta los 3.000 euros.
Hasta el atrio se ha acercado ya personal de Patrimonio de la Junta de Castilla y León, que ha recomendado la interposición de una denuncia. El siguiente paso, explica Jimeno, es obtener el permiso para poder limpiar las pintadas. «Las que se producían en la pared de cemento del atrio las limpiábamos siempre nosotros. Con estas estamos a la espera de que nos digan cómo se tienen que limpiar», señala, consciente de el especial cuidado que hay que tener con los sillares del templo.
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