Quince proyectos ahondan este verano en la riqueza arqueológica de la provincia de Segovia
La mina del Cerro de los Almadenes, clave en la conquista romana, es «la joya de la corona» de una campaña estival que incluye propuestas de realidad virtual
La arqueología segoviana goza de buena salud. «En estos momentos está por encima de lo que se ha visto durante muchos años», subraya el arqueólogo ... del Servicio Territorial de Cultura de la Junta en Segovia, Luciano Municio.
Las campañas de investigación del verano integran 15 proyectos autorizados por la Dirección General de Patrimonio para la provincia con menos territorio de la región. La actividad integra trabajos arqueológicos de «primera importancia científica», como la ciudad romana de Confluenta, el Cerro de los Almadenes o los Abrigos del Molino y San Lázaro, que llevan años albergando a equipos estables de investigadores, con nuevos promotores como el proyecto Eresma Arqueológico, unas excavaciones financiadas por los ayuntamientos de Navas de Oro, Nava de la Asunción, Bernardos y Armuña junto a otras aportaciones de micromecenazgo de particulares y empresas de la zona.
A Municio se le iluminan los ojos cuando habla del Cerro de los Almadenes, en Otero de Herreros, que tilda como «una de las joyas de la corona». Durante todo julio y la primera semana de agosto se ha continuado excavando en este complejo de extracción de mineral de cobre vinculado con la fase final de la conquista romana de España, entre el siglo I a.c. y el siglo I d.c. En los reinados de Augusto y Tiberio, Roma empleó en las guerras cántabras a más de 90.000 soldados, repartidos en nueve legiones y sus tropas auxiliares, que necesitaban cobrar continuamente. El legionario cobraba en plata, pero usaba cobre. «Las minas de Otero de Herreros pueden haber facilitado la moneda que necesitaba Roma para gestionar estas legiones». Han aparecido ases de bronce cortados, usados por los soldados para sus compras cotidianas.
Las investigaciones se están dirigiendo ahora a la zona administrativa del yacimiento. En el asentamiento, de grandes dimensiones, apareció hace tres años la escultura de una mujer romana de corte oficial. Este año ha aparecido «por fin» la cabeza. «Le encaja como un guante», sonríe el arqueólogo. Su valor es que prueba que hubo culto oficial, lo que eleva el estatus que tenía la zona. «Una mina como esta era un asunto de Estado para Roma, no lo dejan en manos de indígenas ni de segundones. Aquí, con toda seguridad, hubo funcionarios venidos de Roma para controlar el negocio y que no pasara nada». Seguramente, con el apoyo de un cuerpo militar, uno de los aspectos que falta por probar. «Puede ser el sitio que explique la importancia de Segovia en época romana. Es uno de los establecimientos mineros de época romana más singulares que existen en toda la Península Ibérica».
No es el único proyecto romano. La primera excavación que se puso en marcha este verano fue la vila de Matabuey, en Nava de la Asunción. Municio destaca las «sorpresas» en el tipo de asentamiento. «En Segovia tenemos muchas vilas romanas, más de 100. Esta es curiosa, porque siendo una de las más destruidas y con menos restos físicos está dando resultados muy interesantes». Por ejemplo, unos suelos calefactables a partir de un horno que estaba fuera del edificio y hacia circular corrientes de aire caliente. En esos conductos apareció un enterramiento infantil, que ilustra esta costumbre de enterrar en la propia vivienda a los niños.
Otros yacimientos
La vila romana de Aguilafuente también ha sido objeto de excavaciones, una tarea que arrancó en los años 60. Las estancias están prácticamente determinadas, a lo que se suman los restos de una antigua iglesia visigoda y una parte importante de la necrópolis visigoda, hallada este año. Municio destaca la importancia del descubrimiento en cuanto a la relación de las vilas romanas con sus pobladores posteriores. Han aparecido algunos fragmentos de cerámica árabe. «Vienen a indicar que en los primeros años de la conquista, esta vila estaba en activo y algún personaje de la parte conquistadora se asentó unos años».
En San Miguel de Bernuy se ha excavado la muralla que cerraba el yacimiento en un espolón fluvial, una suerte de península en altura con un solo acceso y defendida por los cortados del río Duratón. Se ha identificado un foso que protegía la muralla con seis metros de ancho y otros seis de profundidad. La intervención de este verano aporta materiales que podrían corresponder a la Primera Edad del Hierro. El foso es de tal magnitud que duplica en dimensiones que el celtibérico que se excavó años atrás en la ciudad de Segovia.
Los investigadores trabajan desde hace apenas unos días en Confluenta para perimetrar el gran edificio termal de la zona para determinar su funcionalidad. En septiembre se volverá a excavar en el castro celtibérico de Sepúlveda, probable origen de la ciudad de Duratón. «Los colegas interpretan que los romanos trasladan la población de Sepúlveda, que está en una zona estratégica muy bien defendida a un sitio llano en el que les tienen más controlados». En cerro del Tormejón, en Armuña, se prestará atención a la muralla parecida a la de San Miguel de Bernuy en busca de referencias a la Segunda Edad de Hierro y de un renacimiento en época visigoda.

Han concluido las excavaciones de la época más antigua que se está estudiando en Segovia, el Paleolítico Medio, con la presencia neandertal en el Abrigo de San Lázaro, pasada la Fuencisla. Los investigadores han hallado este verano un nivel sellado de habitación de los últimos neandertales que habitaron la península que apunta a una ocupación posterior en el asentamiento que conduce a los orígenes del Paleolítico Superior, con cromañones. Su valor es que sería la primera secuencia larga de ocupación en la zona segoviana, pues la única referencia es la peña de Estebanvela (Ayllón), que solo cubre al final del Paleolítico Superior. «Son muchos años con un cambio cultural muy importante. Ya veremos lo que nos puede dar de sí».
Este año no se ha excavado en el yacimiento de la Peña del Moro, en Nava de la Asunción, sino que se han aprovechado los resultados de años anteriores, con varias cabañas del final de la Edad de Bronce y principios de la de Hierro –con zonas de cocina y otros elementos constructivos– para reconstruir esas cabañas al lado del yacimiento. Se han recreado las técnicas y los materiales que usaron –barro, entramados de madera, paja o brezo– en tres cabañas de cara a reconstruir virtualmente los ambientes, tanto en el yacimiento con en sus aledaños. La idea es complementar así la señalización estática en la zona para que el visitante vea a través de su móvil en realidad virtual cómo era el poblado, cómo vivían sus gentes o qué paisajes tenían. En las cabañas habrá reproducciones de las piezas de la época hechas a través de impresoras 3D.
El Bernardos, terminó hace unos días la campaña en el Dolmen de Santa Inés. Sin resultados espectaculares, este año la investigación estaba dirigida a descubrir qué pasaba en el corredor del dolmen, que tenía un «ángulo raro» y planteaba varias hipótesis sobre su construcción. Han aparecido piezas de intrusiones posteriores, en la Edad de Bronce. Este año han aparecido alteraciones que sugieren la existencia de hoyos en el túmulo, lo que prueba la reutilización de un lugar sagrado. «Entierro a mis muertos donde los abuelos enterraban a los suyos», resume Municio. También en Bernardos, se trabaja en el centro megalítico de Lobones, una serie de alineamientos de grandes bloques de cuarzo blanco con materiales arqueológicos que pudieran estar relacionados con este dolmen. Mientras este tiene un claro carácter funerario, el centro megalítico tiene una función más social.
Las autorizaciones se completan con proyectos menores como estudios electromagnéticos en la vila romana de El Guijar, en Valdevacas, y otros en El Espinar. La Junta también ha concedido un permiso para excavar un abrigo en Navares de las Cuevas que podría llevar al Paleolítico y otro para el Abrigo Remacha, en Villaseca, «uno de los más interesantes del Duratón», señala Municio, que habla de un conjunto de pintura esquemática «exquisito» y una técnica «depuradísima» que le convierten en «uno de los pocos abrigos en los que parece verse un sentido narrativo».
Municio rechaza la idea de arte rupestre prehistórico. «Cada vez somos más los arqueólogos que pensamos que eso no es arte. Es un sistema de comunicación, lo que pasa es que no conocemos el código que permite estudiarlo».
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