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Miércoles, 29 de junio. Aparentemente un día como otro cualquiera en el municipio de La Granja de San Ildefonso. La gente realiza sus compras en ... el mercado instalado en la plaza, toma un café o una consumición sentada placenteramente en las terrazas, compra el pan, fruta, carne, pasea... Vamos, lo que es un día normal en la vida del municipio.
Pero había una circunstancia que alteraba ese guion rutinario. El principal tema de conversación giraba en torno a la (mucha) presencia policial, escoltas, vigilancia privada, un helicóptero dando vueltas... Y es que los acompañantes de los jefes de Estado y Gobierno que durante estos días asisten en Madrid a la cumbre de la OTAN viajaron a Segovia, a La Granja de San Ildefonso, donde fueron recibidos por la Reina Letizia para visitar el Palacio Real y los jardines y la Real Fábrica de Cristales.
La presencia de la comitiva, que llamó la atención por los espectaculares vehículos oficiales, levantó una gran expectación en el municipio. Y también cierto malestar. «Yo quería ver a la Reina», apunta Mari Cruz, una vecina de Valsaín, que vive en el municipio granjeño. «No entiendo por qué no se puede parar y saludar. En otros pueblos, cuando van el rey y la Reina se paran, saludan a la gente, les dan la mano... No entiendo por qué aquí no», añadió.
«Fíjate, si se baja, soy capaz de darle un bollo», comenta mientras enseña la bolsa. Ese malestar quedó patente cuando los acompañantes se dirigieron a la Real Fábrica de Cristales por otro lugar diferente en el que esperaba la gente con la intención de poder ver algo más que vehículos, sirenas y autocares. Misión imposible. «Nos tendremos que conformar con verla en la televisión», dijo otra vecina.
También originó alguna que otra molestia por las calles del municipio, con cortes puntuales por los lugares en los que pasaba la comitiva, así como en lo que a los aparcamientos se refiere, en concreto en los alrededores de estas zonas, cerrados a cal y canto hasta la finalización de la presencia en el municipio de los invitados. Algo que ya se sabía. Por eso en las horas previas se había insistido en la paciencia y comprensión. «Nada, esto es como una obra, cuando cortan una calle», comentó Enrique, un vecino.
«Se le ha dado mucho bombo, sí que es cierto que ha habido calles cortadas, por el tema del dispositivo de seguridad, pero el día a día en el pueblo sigue siendo el mismo y la gente puede acceder a los diferentes establecimientos sin ningún problema. No hay ningún problema ni hemos sentido una sensación de aislamiento», apuntó otro de los vecinos.
Y otros pensaban en el escaparate a nivel mundial que supone para el municipio. «Al final hay una dinamización del municipio, mucha publicidad que creo que es buena para todos porque al final si ya se sabía dónde estaba La Granja, con esto más aún porque ya se hablaba de esto desde hace varios meses»y es que sí se ha notado más movimiento, con establecimientos que han servido más desayunos de lo normal.
Parecía que en un principio el municipio iba a quedar más blindado que una caja fuerte, que no se iba a poder entrar ni por tierra, mar (La Granja tiene un estanque llamado así) y aire. Pero salvo esos momentos puntuales, no hubo problemas para entrar y salir. Eso sí, lo primero que llamaba la atención fue la presencia policial, con numerosos agentes de la Guardia Civil, incluso a caballo.
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