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Año y medio han tardado en encontrar casa, no porque no hubiera ofertas de alquiler, que las había, sino porque tienen perro –un pastor alemán de seis años de nombre Ballack– y todos los propietarios con los que hablaban no aceptaban mascotas. «Se sentían inseguros. ... Me pasó con una amiga, que también se negó a alquilarme la casa porque un inquilino anterior que tenía perro se la había dejado destrozada. Un día, cansada de las negativas, probé a guardarme lo del perro hasta el final y dejar que la señora que me estaba enseñando el piso me conociera primero. Cuando pronuncié la palabra 'perro' casi me saca de la casa a empujones», cuenta Catalina García Pimentel, vecina de La Granja de San Ildefonso.
Son muchos los propietarios que incluyen cláusulas antimascotas en los contratos de arrendamiento. La cuestión tiene visos de generar un debate social, porque cada vez son más las familias con mascota. «En La Granja, por ejemplo, todo el mundo tiene perro. Sin embargo, nadie te alquila un apartamento si tienes perro. ¿Cómo puede ser eso? Puedo llegar a entender los recelos, porque las malas experiencias existen y cuentan. Pero es injusto que acabemos pagándolo quienes sí sabemos adiestrar a nuestros perros. Si vas a vivir en un piso de alquiler con un perro, tu perro debe saber vivir en un piso; si eres el dueño de un apartamento, asegúrate de que lo tienes protegido para acoger mascotas», señala Catalina, que empezó a buscar piso hace año y medio, después de estar otro tanto viviendo de alquiler en el apartamento que una tía de su marido posee en San Ildefonso. «Tras el confinamiento, ella quiso instalarse en La Granja definitivamente y empezamos a buscar. Queríamos un piso que tuviera entre dos y tres dormitorios, un baño por lo menos, y que no pagáramos mas de 600 euros de renta. Pero siempre nos topábamos con el inconveniente de la mascota. Nos pasaba en La Granja, en Palazuelos... En Valsaín eran un poco más tolerantes, si bien nos venía mal por la distancia a la escuela».
Desazonada porque no encontraban nada, recurrió a la red social Facebook para contar lo que les estaba ocurriendo: «Acababa de decirme una amiga que iba a dejar la casa en la que vivía y que hablaría con la casera, a ver si había posibilidad de alquilarnos la vivienda. Evidentemente, se negó por lo del perro. Pero a los pocos días vio mi 'post' en Facebook y accedió. Nos conocieron, vieron que hablábamos en serio, que les dejaríamos poner todas las cláusulas que quisieran en el contrato, y nos alquilaron la casa. Puedo asegurar que Ballack se porta bien, que no molesta y que sabe vivir en un piso. Tenemos dos niños de siete y dos años, y garantizo que al perro lo callo, al pequeño no», dice.
Catalina y Christian llegaron de México hace tres años. Ella es mexicana, él es español, aunque ha vivido en México desde los tres años porque su padre emigró. «Buscando más seguridad, decidimos venirnos a vivir a España. La tía de Christian tenía un apartamento en La Granja que no usaba y en él nos quedamos hasta que ella decidió trasladarse. Gracias a Dios ya tenemos piso», dice. «En Francia y en otros países está prohibido no aceptar perros en los apartamentos o pisos que se alquilan», añade. «A ver si conseguimos que aquí cambien las cosas, que quienes tienen mascota sepan cuidar el lugar donde viven y que los propietarios no tengan tantos recelos porque no hayan acumulado malas experiencias».
El presidente del Colegio de Agentes Inmobiliarios de Segovia, Miguel Tovar, conoce muchos casos de propietarios que no aceptan perros o gatos. «Como en todo, hay gente que le da importancia y gente que no. El último piso que hemos alquilado en la inmobiliaria no planteó ningún problema porque el propietario tiene perro y lo entendió. La cuestión se suele incluir en las cláusulas de un contrato y, por lo tanto, el incumplimiento es motivo de sanción. En España no hay normativa al respecto, lo cual no quiere decir que no la haya en poco tiempo, porque estoy seguro de que va a ser un tema de debate», afirma Tovar.
Generalmente, los propietarios que se niegan a alquilar casas a personas con mascotas o incluyen cláusulas muy estrictas suelen haber tenido una mala experiencia o recibido referencias negativas por parte de otros propietarios que han vivido situaciones desagradables. «Con los pájaros no suele haber problemas porque están enjaulados, pero con perros y gatos sí. Ocurre, sobre todo, en los pisos que se alquilan amueblados», cuenta el presidente colegial. «Es una cuestión de delimitación de derechos. Derecho tienen unos y otros, pero es complicado resolverlo», añade Miguel Tovar.
De momento, Catalina, Christian y sus hijos tienen ya casa. Solo falta que Ballack se porte bien: «Estoy segura de que lo hará porque es un perro buenísimo».
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