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«Si vas a un bar, no te ofrecen alternativas, te ponen las aceitunas u otra cosa de pincho, pero no un pincho sin gluten», cuenta Virginia. Ella es celíaca y forma parte de la asociación Segovia Sin Gluten, recientemente creada para solucionar «problemas del día a día» con los que se topan estas personas. Algo tan natural, esencial, básico y placentero como es comer, se convierte en una aventura de incomprensiones para los afectados. Cara, además. «Es una lucha diaria», repite cual mantra reivindicativo. «¡Es que quiero comer igual si salgo con mis amigas a un bar y tomarme un pincho sin gluten!» No son ni más ni menos que el resto de comensales, pero en una barra o en un comedor, con la carta del menú, pasan más hambre que el resto de la gente.
Para dar visibilidad a estos trastornos cotidianos, la asociación empieza a coger velocidad en el ritmo de actividades que pongan la celiaquía en el mapa. El evento más sonado que han promovido hasta ahora ha tenido lugar este sábado en la pequeña población de Aragoneses, que se ha volcado con su causa, agradecen representantes de Segovia Sin Gluten. Pequeñas empresas de la zona de Santa María la Real de Nieva y de la comarca de la Campiña, sobre todo dedicadas a la alimentación, les han echado una mano en la organización y provisión de viandas para la celebración de un almuerzo campero que congregó a unos doscientos comensales llegados de diferentes puntos de la provincia, según señala el colectivo promotor.
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Es empatía y reciprocidad, porque como apunta Virginia, este aperitivo también ha querido exhibir y dar a conocer el trabajo que llevan a cabo estas pequeñas empresas del ámbito rural segoviano. El encuentro comenzó al mediodía con la visita a una granja. A la hora de la comida, la lluvia intentó deslucir el evento, sin éxito. El Ayuntamiento de Aragoneses habilitó un sitio a cubierto para dar buena cuenta de las raciones preparadas por la Asociación de Cocineros. Huevos fritos con patatas, chorizo y hamburguesa. Pan, por supuesto sin gluten, vino, agua y de postre, frutos rojos de Coca. La convivencia continuó al son de la música y al ritmo de una clase de zumba para bajar el almuerzo.
Segovia Sin Gluten desea que actos como este sensibilicen sobre las necesidades que arrastran los celíacos y den visibilidad a su causa para captar más socios. Ahora rondan los cincuenta, y aunque sean aún pocos, las representantes elogian la respuesta cosechada en poco tiempo. «La acogida ha sido admirable por parte de empresas y de particulares», se felicitan en la asociación.
Sus líneas de acción se distribuyen en varios frentes. Uno, el de la sanidad; otro, la educación y los comedores escolares, y un tercero enfocado a la hostelería y la restauración. Entre las iniciativas que tiene en mente, están los talleres, como el de croquetas que han 'cocinado' recientemente, así como mercadillos, reuniones, charlas informativas y todo lo que sirva para «aportar una formación específica sobre dietas sin gluten».
Otra batalla es la del bolsillo. La alimentación de los celíacos sale más cara que la del resto de personas, recuerda Virginia, quien indica que ya hubo una delegación segoviana en la manifestación que se celebró en Madrid para demandar ayudas económicas. Y es que España se ha quedado rezagada con el resto de Europa en este aspecto, si bien precisa que sí hay algunas comunidades autónomas que están mirando cómo ayudar a la población celíaca.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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