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José Luis Vibot, en su tienda-taller de reparación de calzado. Antonio Tanarro
«Me quedo con mis clientes y los amigos, que son muchos y buenos»

«Me quedo con mis clientes y los amigos, que son muchos y buenos»

José Luis Vibot, reparador de calzado de la calle Blanca de Silos, cierra el negocio por jubilación tras décadas de trabajo

Carlos Álvaro

Segovia

Domingo, 19 de marzo 2023, 14:21

En el escaparate de la tienda tiene un cartel bien grande que informa de su inminente jubilación. Será el 31 de marzo, con los sesenta y cinco años recién cumplidos. José Luis Vibot (Villalón de Campos, Valladolid, 1958) deja el taller de reparación de calzado que ha regentado desde que llegó a Segovia, primero dentro de la franquicia Supercalzados Sego y después en un local independiente, pero siempre en la calle Alférez Provisional (hoy Blanca de Silos).

Atrás quedan cuarenta y cinco años de trabajo y profesionalidad, de buenos y no tan buenos momentos, de trato cercano y amable con infinidad de clientes, de camaradería y compañerismo con otros comerciantes. «Me quedo con la gente que he conocido, con mis clientes y con los amigos que he echado aquí, que son muchos y buenos y ninguno me ha abandonado. Y doy gracias por haber estado sano para poder atender el negocio», dice profundamente emocionado.

«Santa Eulalia ha vivido momentos mejores; el envejecimiento general se ha notado»

Vibot es parte de la memoria sentimental del barrio de Santa Eulalia, pero también de la ciudad. Con su buen hacer, José Luis contribuyó a modernizar el oficio del «zapatero remendón» y el público lo supo apreciar desde el principio. «Tengo clientes de toda la vida. Y negocios como el mío han proliferado... Seremos quince o veinte en Segovia. Algunos han salido de aquí, han aprendido conmigo, y eso para mí es una satisfacción muy grande», señala.

José Luis era un veinteañero cuando llegó a Segovia, pero conocía bien el oficio: «Lo aprendí con mi padre, zapatero en Villalón de Campos. Un día le dije que me iba del pueblo, que quería correr mundo. Me marché a Madrid y estuve trabajando en Mister Minit, dentro de Galerías Preciados. Mis jefes confiaban en mí y me tuvieron una temporada por toda España enseñando el oficio. En el 81 recalé en Segovia y... hasta hoy. Primero tuve el taller dentro de Supercalzados Sego y después me trasladé a este local, que había comprado, con mucho esfuerzo, en el 85».

Frente a sus máquinas y entre herramientas de trabajo y zapatos usados, Vibot ha sido testigo de los cambios que el barrio ha experimentado a lo largo de más de cuatro decenios, empezando por el nombre de la propia calle, que antes era Alférez Provisional y ahora se llama Blanca de Silos: «Es evidente que ha vivido momentos mejores. Hay muchos locales cerrados y no puedo dejar de sentir cierta nostalgia de los ochenta o noventa, cuando Alférez Provisional era en eje comercial muy potente. Los comerciantes estábamos muy unidos, se hacían cosas.... Hasta conseguimos que los Reyes Magos pasaran por aquí... Era otro mundo, un mundo que añoro. Creo que el envejecimiento general del barrio de Santa Eulalia se ha notado. Antes había muchas familias jóvenes, con niños muy pequeños, y eso repercutía en la economía».

«La mayoría de los zapatos de ahora son asiáticos, de un material muy difícil de pegar»

La materia prima también ha cambiado. Los zapatos que José Luis recibe para arreglar no son iguales que los de antes: «La mayoría son asiáticos, por decirlo de alguna manera, porque vienen de China. Y son de plástico, de materiales muy difíciles de pegar, y si lo consigues, quedan mal. ¡Tienes que inventarte cosas para poder darles salida otra vez! A veces lo logras, pero, al día siguiente, ya los tienes ahí otra vez y... ¿vas a cobrar por eso? En fin.... Sigue habiendo zapatos buenos ¿eh? y la gente sabe dónde encontrarlos».

Zapatero y... belenista

Una clienta entra en la tienda y el zapatero se dispone a atenderla, aunque lanza un último recuerdo para aquellos comerciantes de la calle con los que trabó verdadera amistad. Alguno de ellos ha muerto, como su inseparable y querido Julián Vacas, de Tótem Vértigo. «El bar Las Torres, que regentaba Carlos Álvaro Castillo, era el punto de encuentro. José Posadas, Manolo Sánchez, Pablo el de las telas, Lorenzo el de las alfombras, la ferretería de Horcajo, Bambino, la papelería Niza estuvo aquí...».

El día 31 cerrará y empezará a desmantelar las máquinas -si antes no consigue traspasar el negocio- y a descolgar los diplomas que lo acreditan como uno de los mejores belenistas de Segovia (su belén acumula dieciséis premios). «Dije en otra entrevista que he cumplido y creo que es verdad. Empecé a cotizar con dieciséis años y acabo de cumplir sesenta y cinco. Tengo problemas en las piernas y ha llegado el momento de descansar».

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