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Javier Guerra Polo (10 de noviembre de 1983) acredita 23 campeonatos internacionales. El maratoniano que se ha clasificado para dos Juegos dijo con la boca pequeña adiós a la selección en Roma, un Europeo en el que sus compañeros le bautizaron 'Abuelo', pues tenía ... nueve años más que el siguiente en la lista. Pero su carrera sigue. Alguien que corrió 1h02m30 en la media de Valencia el año pasado, cojo, con una fractura por estrés que le dejaría sin los Juegos de París, tiene ritmo de sobra.
–¿Qué siente tras el Europeo?
–Un poco de nostalgia. Posiblemente sea mi última participación con el equipo nacional porque el nivel cada vez es más alto. Los años van pesando y la gente joven viene apretando. Pero a la vez, satisfacción. En este campeonato he visto el reconocimiento de los atletas, es algo muy difícil de conseguir. Que hayas sido un referente para ellos es el mejor regalo con el que me quedo.
–En su lucha por ir a los Juegos, ¿encontró su límite físico?
–Forcé hasta donde pude. Lo llevaba todo muy bien encaminado para agotar esa bala. Hice una temporada perfecta, pero apareció un problema en el isquio, intenté seguir, pero se me fue a la rodilla… Y en Valencia, me rompí. Viendo el Campeonato de España en Sevilla, creo que hubiera tenido posibilidades.
–¿A por qué marca iba?
–Con la que se ganó el campeonato: 2 horas 07 minutos 47 segundos. Yo sabía que podía estar por debajo de las 2 horas 08 minutos.
–¿Qué precio físico hay que pagar para llegar a la salida en condiciones de hacer esa marca?
–El volumen de kilómetros en maratón es muy grande y ya cuesta más recuperar. A la mínima… Es lo que me pasó a mí: no quise parar y el cuerpo me paró.
–¿Cómo lo asumió?
–Fue un palo duro porque era mi última baza para luchar por ese broche de oro a mi carrera. Costó asumirlo. Es que a lo mejor el cuerpo ya me está diciendo que hay que parar. Pero no estuve ni un día sin entrenar (natación, bici o elíptica) porque si sabía que si un día no lo hacía podía decir: «Hasta aquí».
–Ha sido un ejemplo de regularidad con España, ¿le ha faltado el día de gloria?
–He tenido varios días de gloria, pero me ha faltado culminarlo con una medalla. El cuarto puesto del Europeo de Zúrich siendo bronce hasta el kilómetro 40 tiene un mérito brutal porque es un circuito durísimo y era mi tercer maratón. Sevilla (2020) fue marca personal (2 horas 07 minutos 27 segundos), campeón de España y pase a los Juegos. Y el 2h10m de Madrid... eso es una barbaridad. Mucha gente me dice que es mi mejor maratón. Y sin carbono.
–¿La pandemia le fastidió?
–Me fastidiaron muchas cosas. Lo de Adidas fue un palo tremendo: marco todos los ultimátum para que me consigan una zapatilla y me dicen que no. No me queda otra opción que irme, en ese momento solo había una zapatilla y los 20 primeros de Sevilla corrimos con ella. El segundo palo, que mi mujer se quiere separar tras diez años de relación. Y el tercero, el entrenador [dejó a Antonio Serrano, con el que volvería, por Jesús Álvarez-Herms]. Me pilló débil emocionalmente y fue una decisión equivocada. Me llevaron de estar en la cúspide a bajar muchísimo el nivel, sobre todo en 2021.
–¿Se pregunta qué hubiera hecho en unos Juegos en 2020?
–Uf. Según estaba de forma, en un top-15. He quedado entre los 20 primeros en tres mundiales, no era descabellado. Lo he hablado muchas veces con amigos. Era mi mejor momento.
–¿Y ahora qué?
–Voy a seguir entrenando al máximo nivel y tengo el sueño de competir el Maratón de Nueva York en noviembre. Hay grandes posibilidades de que pueda correr. Lo prepararé como mi último gran maratón de alto nivel. Cerrar esa etapa, sobre todo por la exigencia de la preparación. Y luego correr carreras de 10 kilómetros, media maratón, cross. Yo creo que me queda atletismo, todavía puedo seguir corriendo a un gran nivel. El año que viene hay un campeonato de España de media maratón y otro de Europa de Ruta. A lo mejor hay posibilidades de entrar.
–Hay gente que quiere retirarle, pero usted no quiere.
–Yo quiero retirarme bien. Si voy al Europeo y hago 1h06m, digo: «Javi, deja esto, tu tiempo ha acabado». El otro día me sorprendí, con solo seis semanas de entrenamiento… todavía estoy a un nivel competitivo bueno. En el momento que deje de serlo, me echaré a un lado.
–¿Por qué sigue sufriendo?
–Porque me encanta, no concibo un día sin entrenar, es mi pasión. Hoy me he pegado un pedazo de entreno en la carretera y me he encontrado mejor que nunca [series de 1.000 y 500 metros con un ritmo por debajo de los tres minutos por kilómetro]. Cuatro días después del Europeo. «Joder, si estoy de puta madre».
–¿El deporte es una adicción que cuesta dejar?
–Sobre todo, el alto nivel, cuesta elegir el momento. Si te ves bien, no sabes decir cuándo es el día. Hay que mirar otros factores: la vida, los sacrificios, si económicamente puedes seguir.
–¿Puede?
–A ver… Cada vez cuesta más. Las marcas a lo mejor no te acompañan, has dejado de recibir las becas de la federación y las contrataciones de maratones ya no son como antes. Los ingresos no son los mismos que hace diez años.
–Sin el reclamo de correr maratones, ¿ve viable mantenerse?
–Creo que puedo seguir un par de años compitiendo carreras que a nivel económico me pueden solventar. Pero luego hay que centrarse en buscar un futuro.
–¿Qué hay tras su retirada?
–Me gustaría estar ligado al deporte y mi pareja está en Valencia, así que mi vida pasa por allí. Las oportunidades en running son grandísimas. Aprovechar mi experiencia. Y si no, habrá que buscarse la vida.
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