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El primer punto que el Viveros Herol Nava consigue en su pista en su historia ante el Logroño supo a poco. Porque dominó durante casi ... todo el partido y tuvo por momentos al rival en la lona. Y porque el empate no colma las expectativas tras dos derrotas para empezar 2025. El equipo de Álvaro Senovilla, experto el curso pasado en la resolución de choques igualados, no da con la tecla en esta edición. Tuvo el último ataque, pero ni Nevado primero ni Isaías después, ya a la desesperada, con la amenaza de la bocina, dieron a su público la alegría que hace no tanto era rutinaria. Un punto más cerca de la permanencia, un punto más lejos de Europa.
Pese a que Luis de Vega paró abajo con el pie derecho la primera internada riojana, al Nava le costó sumar los primeros goles. Lo hizo casi a regañadientes en dos acciones clavadas: lanzamientos de Mario Nevado que entraron llorando ante la decepción de Xoan Ledo, que no pudo evitarlo desde el suelo. Así apagó las primeras alarmas con el 1-3 de Ismael El Korchi, feliz plasmando la fórmula de los ataques rápidos. Con todo, el Nava estaba fluido en estático, encadenando pases como una preciosa triangulación entre Nevado y Bonanno para el gol de Marugán, pero el especialista defensivo pasó de asistir en una de sus ocasionales aventuras ofensivas a llegar tarde al repliegue y ser excluido por un agarrón continuado.
Los segovianos tomaron ventaja porque dominaron desde su defensa, desde acciones de mérito como la falta en ataque forzada por Marugán a las cuatro paradas de Luis de Vega en poco más de diez minutos, la validación de su primera titularidad tras la llegada de Buda, más flojo en esta ocasión. Sería el portero rival, Ledo, quien lanzaría el parcial rival al ser excluido por golpear intencionadamente a Gonzalo Carró mientras volvía a su portería con el objetivo de forzar los dos minutos del gallego, vendiendo a los árbitros que intentaba ralentizar el saque. No coló, así que los locales sumaron con una incursión de Isaías Guardiola en superioridad y otro gol de Nevado, que castigaba a una defensa hundida y ponía el 7-4.
Pero las sensaciones fueron en sentido opuesto al marcador. Porque los locales defendían como titanes, con un ataque eterno del Logroño, que exprimió los tiempos hasta que solo le quedó la falta directa. La bloqueó la barrera, Carró se lanzó al suelo para que el balón no se perdiera por la banda y Gedeón, que lo recogió, celebró como se merecía. Hasta Luis de Vega salió a sacar el puño. Mientras, en la otra parcela El Korchi veía la roja tras un duro golpe en la nariz de Isaías: sin intención, así que se disculpó. Con el otro lateral derecho, Luisfe, lesionado, Senovilla sacó a Otero, que respondió con valentía a las primeras de cambio, se metió con todo, marcó y forzó la exclusión de Preciado. Y Luis de Vega seguía parando. Sin embargo, entre alguna pérdida y ataques fallados como el penalti al travesaño de Dani Pérez, los riojanos, con viento en contra, no terminaban de distanciarse.
Entre el poderoso brazo de Thiago Alves y la pillería de Gedeón para marcar en el saque de centro antes de que Ledo volviera a su portería, el impasse continuó hasta vestuarios. La mejor noticia para el Nava era que la nariz de Isaías ya no sangraba. Ambos técnicos gastaron su tiempo para los últimos ataques, pero de sus pizarras no salió nada potable. Al descanso, 14-12.
Pero Logroño saldría de vestuarios con su arma masiva, Andrej Pergel, que ya anotó nueve goles a los naveros en la primera vuelta y lideró la ofensiva riojana tras una primera parte silenciosa. Suyo fue el empate a 14, pero el Nava encontraba argumentos para seguir dominando, ese colchón de dos o tres goles que no terminó ni de ampliar ni de perder. Sasha encontraba soluciones para colarse entre una defensa encerrada y Ahumada exhibió finalización desde el extremo. El navero Miguel Velasco, el técnico del Logroño, pidió tiempo muerto para sofocar la penúltima escapada local (20-17).
Habrían bastado dos minutos acertados más para meter al rival en la UCI, pero en los peores momentos el Logroño se enganchó, ya fuera con un golazo en pasivo de Preciado o con alguna parada de Ledo. Así que el duelo entró en el último acto en tablas. Intercambiando detalles, como los dos goles de resumen del pivote Javi García —su volumen no está exento de una muñeca privilegiada—, la inteligencia de Ahumada, filtrándose por cualquier lado para definir en seis metros, o los penaltis de Borja Méndez, relevando al especialista Dani Pérez. Pero ya era un partido de ataques, no de defensas. La del Nava pasó de encajar 12 goles en la primera parte a 20 en la segunda.
La cosa pareció decantarse a favor de los naveros con dos latigazos de Isaías, pero Pergel sacó su penúltimo golazo desde nueve metros y Xavi Tua empataba desde el extremo. Cadarso tuvo la victoria riojana, pero Luis de Vega paró su penalti, aunque luego recogió de las mallas un tiro de Preciado de espaldas mientras era objeto de falta que quizás no se esperaba. De nuevo, tablas. Y cada entrenador tenía su tiempo muerto en la mochila. Esta vez, los dos últimos ataques de pizarra terminaron en gol. De la de Senovilla salió un cruce de Isaías con Nevado que el madrileño cazó por los pelos y convirtió en el 32-31. Logroño atacó con un minuto por jugar y Velasco entregó la tarjeta cuando los árbitros amenazaron con el pasivo. De ahí salieron dos pases y un misil a la escuadra de Pergel. La última palabra fue navera, pero como ocurriera ante Anaitasuna o Torrelavega, no cambió nada.
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