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El pueblo venció a la capital en el derbi castellano. Viveros Herol Nava y Atlético Valladolid renovaron una rivalidad con encuentros agónicos, pendientes de la bocina, como los dos empates de la última campaña que se vieron las caras en Asobal o la victoria de ... los segovianos en la última jugada en la campaña anterior. El tiempo cumplido desató la piña de camisetas blanquirrojas en Nava de la Asunción tras propinar a su vecino, la revelación de la temporada, su cuarta derrota del curso y alejarse de zona de descenso con su octavo punto en diez jornadas. El equipo que no gana fuera se hace fuerte en casa.
Viveros Herol Nava
Luis de Vega, Andrés Moyano (4), Borja Méndez (2), Andrés Vila, Dani Pérez (2), Gonzalo Carró (1), Jakub Prokop (2), Roberto Pérez, Dragan Soljic, Dzimitry Patotski, Óscar Marugán (1), Tomas Smetanka (4), Isaías Guardiola (2) y Pablo Herrranz (1)
23
-
22
Recoletas Atlético Valladolid
Afonso Lima (1), Francisco Papperitz (1), Tarcisio Freitas (3), Alejandro Pisonero (2), César Pérez, Yeray Lamariano, Álvaro Martínez (4), Miguel Martínez, Pedro Martínez, Robert Rosell, Nicolo D'Antino (3), Miguel Camino (1), Edu Calle, Pablo Herrero (4), José Toledo (1), Darko Dimitrievski (2)
PARCIALES: 1-1, 4-4, 4-7, 8-9, 10-13, 10-14, 14-15, 15-16, 18-19, 19-21, 22-21 y 23-22
ÁRBITROS: Álvarez Boixaderas y Escoda Pérez. Señalaron tres exclusiones a los locales, dos a los visitantes y expulsaron por roja directa a Pedro Martínez.
No fue buen síntoma para el ataque navero que su primera exclusión llegara antes que el primer lanzamiento a portería. Tras el protocolario intercambio de balón para calibrar la pega, llegó la falta en ataque de Moyano, la primera pérdida, el gran lastre local. Quizás fuera por las horas, pero los ataques salieron anestesiados. Luis de Vega sostenía el cero local hasta que Álvaro Martínez abría el marcador en el quinto minuto quitándose a un defensor de encima. La puesta en escena de los pucelanos fue más solvente, sin prisas, asentando el dibujo y que Lima exhibiera potencia de brazo o Nico D'Antino sumara a la contra.
El regreso del italiano, que se marchó cedido a Valladolid tras el descenso a Plata en 2022 porque el club excedía el cupo de extranjeros, no pasó inadvertido. Máxime porque rechazó regresar la pasada primavera. Luis de Vega salió a la pista con las tareas hechas y le sacó el único penalti que intentó en una muestra letal de elasticidad. El portero evitaría la primera ruptura visitante y el marcador pasó en medio minuto del posible 1-4 al 3-3 gracias a dos transiciones de Ahumada y Moyano. Dominado por la defensa estática del Valladolid, el Nava necesitaba correr.
Pero esos parciales eran la excepción al dominio de un rival menos errático que aprovechaba las pérdidas segovianas para volar. Cuando Tarcisio Freitas culminó una procesión de tres camisetas azules contra una local y puso el 4-7, a Álvaro Senovilla no le quedó más remedio que parar el partido. El ataque navero no funcionaba y eso ponía una presión excesiva sobre su defensa. Al rescate salió un veterano como Isaías Guardiola, con un brazo que no pierde pólvora por la edad. Ayudó la roja directa a Pedro Martínez por un codazo en la cara de Smetanka. Pablo Herrero, experto en romper esquemas por el rincón menos esperado de la pista, sostenía el intercambio de goles hasta que Pablo Herranz remachaba en seis metros un contraataque que propició De Vega negando un gol con la yema de los dedos. De nuevo, empate.
Una calma efímera para los locales, que volvieron a apagarse ante un César Pérez que empezaba a tocarlo todo en portería. Un gol local en los últimos diez minutos del primer acto disparó de nuevo a los pucelanos, asentados en su portero y en la contundencia de Pablo Herrero, que tirada de envergadura ante Marugán y Smetanka para poner el +4 y obligar a Senovilla a gastar el tiempo muerto extra. Cortó la herida, pero no redujo la brecha al descanso (10-14).
El problema de jugar en uno de los pabellones más ruidosos de la liga es que el público no deja a los locales rendirse. Así fue hilando minutos el Nava, levantándose una y otra vez. Patotski, que había relevado a De Vega en portería antes del descanso, devolvió los ánimos a sus compañeros mientras Smetanka hacía sus primeras diabluras, acelerando el ataque estático e interceptando un balón que decidió no culminar para engordar la nómina –y la confianza– de Moyano. La defensa de los segovianos dificultó los lanzamientos al Valladolid y el central eslovaco empataba el encuentro a 16. Cuando David Pisonero paró el partido, las bocinas ya no callaban.
La réplica visitante, con un ataque madurado que resolvió Álvaro Martínez con un giro dominante en seis metros, fue de equipo veterano. Las dos defensas habían dado un paso adelante y el envite llegaba en tablas al cuarto de hora final. Ni D'Antino ni Dani Pérez, el ex que siguió el camino inverso y ahora golea con el Nava, acaparaban titulares. Así que saltó a la pista el último ex, Yeray Lamariano, el portero que llevó a los segovianos a la Asobal. Paró los dos primeros lanzamientos que se encontró y no hizo lo mismo con el tercero porque Ahumada se congeló en el aire y se sacó un globo inapelable.
Yeray había subido la apuesta y el Nava necesitaba igualarla. Lo hizo Patotski, que se agigantaba y apretaba el puño. El derbi de los ataques sometidos se decidía en las transiciones, los versos libres. Las de Álvaro Martínez, que saltaba en seis metros y casi se colaba en la portería. O las de Dani Pérez, zambulléndose después de poner el balón en la escuadra.
El último acelerón fue de Prokop, el artillero dormido. Suyo fue el gol que daba a los suyos la primera ventaja desde el 4-3; su banquillo entendió el momento y ya no se sentó. Repetía el eslovaco, resolviendo en pasivo con un zurriagazo de primer orden. Tuvo la sentencia en otro lanzamiento imponente que salvó Yeray con reflejos felinos. Pero Patotski también paraba. Así las cosas, Senovilla pidió tiempo para preparar el ataque de la sentencia, con los suyos uno arriba, pero Yeray le negó la victoria a Méndez y dio a sus compañeros una última vida con 28 segundos. Pero no. La cosa terminó con un golpe franco de Álvaro Martínez que movió a la barrera de brazos naveros, pero no cogió portería.
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