Cestas repletas de níscalos. A. M. C.

Segovia

La provincia registra más de una denuncia relacionada con las setas cada dos días

La recolección sin permiso o exceder la cantidad máxima son las principales causas de las intervenciones, sobre todo en la sierra

Lunes, 21 de octubre 2024, 09:00

El promedio de denuncias relacionadas con la recolección ilegal de setas en la provincia de Segovia es de más de una cada dos días en temporada alta, algo más de 60 días, un periodo que cubre desde octubre a diciembre y que concentra más del ... 90% de los incidentes. El año pasado se tramitaron en la provincia 43 denuncias por las 20 del año anterior, caluroso y seco, es decir, menos propicio para la recolección, según la Junta de Castilla y León. Son procesos nominales –un vehículo con tres personas implica tres denuncias–, pero la presión es alta en otoño, sobre todo en las zonas de boletus –la seta mejor pagada en el mercado– y cuando hay escasez en otros lugares.

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Las setas están reguladas como cualquier otro aprovechamiento forestal, aunque tengan su normativa regional específica (Decreto 31/2017). «Lo primero que hay que tener claro es que cuando vamos a monte, aunque no veamos puertas y los límites estén menos definidos que en los cultivos agrícolas, todos los montes tienen su propietario», subraya el jefe de Gestión Forestal del servicio territorial de Medio Ambiente en Segovia, Francisco Pedroso. El titular puede ceder el aprovechamiento a través, por ejemplo, de licencias de recolección, siempre que lo acote y lo regule. No siempre sucede, pero el hecho de campar por una zona sin regular no implica que no haya límites: un máximo de tres kilos por seta y día, lo que se conoce como aprovechamiento episódico.

Como es cuestión de rentabilidad, las zonas más amenazadas son las que tienen setas más caras: boletus

Igual que ocurre con otros ámbitos como la pesca, es responsabilidad del recolector saber dónde está. La web micologiacyl.es recoge todos los acotados de Castilla y León, a través de ella pueden adquirirse algunos permisos. «Si no está en ese listado, es un aprovechamiento episódico». La misma web tiene una app en la que dice al usuario la titularidad del monte en el que está a partir de su ubicación. Salvo excepciones como un monte vallado, lo que equivale a invadir una propiedad privada. Las infracciones más comunes son recoger setas en un acotado sin permiso, hacerlo excediendo el límite permitido o incumplir las normas de recolección al hacerlo con rastrillo, por la noche o con bolsas de plástico en lugar de utilizar una cesta y permitir la regeneración del medio a través de las esporas.

Pedroso traza una relación entre las recogidas ilegales y el mercado: la oferta y la demanda. En un sector en el que la segunda pata es estable, cuando la oferta es boyante porque las condiciones de recogida son propicias, los grupos organizados proliferan menos porque al haber setas por doquier, el precio se reduce. Cuando se invierte la balanza, llegan los problemas. «Si la oferta es muy pequeña, el precio es muy elevado y eso es una llamada para cualquier aprovechamiento irregular». Sobre todo, cuando hay disparidades entre territorios.

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Decomiso de setas por los agentes medioambientales. El Norte

«El año pasado fue propicio porque fue un mal año en general, pero en Segovia se dieron las condiciones y había bastantes setas. Había poca oferta y estas situaciones se concentraron en la provincia». No se prevé el mismo escenario esta vez, pues la temporada apunta a boyante en casi todo el territorio debido a las abundantes precipitaciones de las últimas semanas y a unas temperaturas que aún son templadas, sin heladas. «Pero el recurso micológico es muy variable», apunta Pedroso. Basta una pequeña ola de bajas temperaturas para dar al traste con los cálculos.

Como es una pura cuestión de rentabilidad, las zonas más amenazadas son las que tienen setas más caras: boletus. Pedro explica las incursiones en la Sierra de Guadarrama. «Los montes, por la orografía, tienen un acceso más difícil que en zonas de llanura». Muchos están vallados o tienen un cierre. Lugares serranos con pino silvestre como El Espinar, Navafría o Arcones. Menos en Riaza, pues son pinares más jóvenes y producen menos boletus. La práctica en otros lugares es menos extendida porque el níscalo tiene un precio más bajo y hay muchos pinares en los que proliferan. «Ahí no suele haber problemas».

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El centenar de agentes medioambientales de la provincia –en torno a una decena por cada una de las nueve áreas en que está segmentada– lo tratan como una actividad forestal más. «Igual que el aprovechamiento de madera o la cacería». Su función es controlar las entradas en los montes gestionados desde la Junta, los catalogados como de utilidad pública –aunque la mayoría sean de titularidad municipal–, pues la vigilancia recae en los propietarios. Además de pedir el permiso y verificar los pesos –sus vehículos tienen básculas–, hay montes donde está prohibida la circulación y, de repente, aparece una furgoneta de grandes dimensiones. Sospechoso.

Autoridad

Cuando surgen problemas de seguridad en las inspecciones, el servicio cuenta con el apoyo del Seprona. No es habitual, pero ocurre. «Cuando hay un particular que recoge ocho kilos en vez de cinco no suele haber problema, se le informa y ya está. Pero si vemos una furgoneta en un monte y pensamos que no va a tener ese permiso, intentamos localizar a la Guardia Civil para que nos dé ese apoyo de seguridad». Ambas partes pueden cursar las denuncias, pues los agentes medioambientales actúan como agentes de la autoridad.

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Ambas partes manejan la misma información: dónde están las setas y el periodo fértil en octubre y noviembre. «En estos meses concentramos los esfuerzos de vigilancia». Con el mismo personal, no hay refuerzos. Un esfuerzo que no solo se limita a la inspección, sino a la información. «Es normal, hay mucha gente que tiene dudas». Sugiere preguntar a las comarcas forestales. «Es importante informarse antes de ir para no tener ninguna sorpresa desagradable».

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