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El Segosala Naturpellet encargó a dos expertos en cohesión que definieran su perfil colectivo y la conclusión sorprendió a los propios analistas: un equipo emocional al extremo. Tan capaz de hazañas como de enredarse en los malos momentos. Y llegó noviembre, su peor mes, la profecía autocumplida, con un punto de los últimos nueve, una secuencia que las ha llevado de coquetear con el liderato al séptimo puesto. El sábado evitarán caer en tres partidos seguidos por primera vez en sus cuatro temporadas de Segunda División.
Su técnico, Agustín Pérez, es emocional, aunque intenta matizarlo con sus 56 años de DNI. «Es que el entrenador fomenta eso porque da libertad… Tengo que estar muy pendiente de ellas para que no les afecte la presión. Hago el bobo todo el día para sacar las risas». Un genoma competitivo que no va a cambiar. «Es la parte mala, pero también la buena. El equipo ha sido capaz de hacer remontadas que otros serían incapaces. Otros racionales ven un 0-4 y les meten ocho». Con todo, asume que ganar una liga requiere más estabilidad. «Es súper difícil llegar a conectar con ellas cuando están en el estado de que no nos sale nada. Y hay partidos en los que no le está entrando a ninguna».
El balance de su entrenador, Agustín Pérez, es que el mes ha ido a peor. Empezó con un 2-2 en su visita al Rodiles en un duelo sin demasiadas ocasiones. Ahí ya llegó un detalle desafortunado: un cabezazo de Alejandra que se convierte en asistencia para el rival. Minutos de dudas que se transforman en otro gol, los nudos del equipo emocional, que respondió para salvar un empate que dio por bueno. Así llegaron el duelo en la cumbre en el Pedro Delgado ante Majadahonda, con el liderato en juego.
Agustín Pérez
Entrenador del Segosala Naturpellet
Las segovianas se pusieron por delante 1-0 y generaron ocasiones para romper el encuentro, pero llegaron dos errores defensivos que voltearon el marcador en un suspiro: un tiro escorado que entró por debajo de las piernas de la cierre y la portera seguido de un error de intensidad: dejar que la pívot recibiera a placer en el área. Y se amontonaron los problemas. «Esa ansiedad por querer empatar te hace precipitarte». Y más goles encajados: a balón parado, a la contra y con portero-jugador. Y 2-5. En cuanto a méritos, Pérez no ve grandes diferencias con el 7-2 con el que ganaron a Bembrive, otro rival directo. «Es un partido muy parecido. Los errores puntuales que nos penalizaron mucho. Es que he sacado un vídeo y ellas metieron cinco goles llegando ocho veces. Lo que pasa es que no tenemos un gol al que agarrarnos».
En Mioño lo tuvieron porque marcaron en los primeros segundos, pero, cayeron en la trampa de la relajación. Un día especial para las gallegas, pues era el regreso de Alba, su máxima goleadora, ahora con las segovianas. «El inicio de partido es para que acabe en goleada, pero el 1-1 nos hace mucho daño y tenemos un fallo muy gordo en primera línea que nos supone el 2-1. A partir de ahí, ya quieres enchufarte y no puedes». Empataron, pero lo perdieron a la contra: 3-2.
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«La gente se lo toma como el partido de la temporada, tenemos que ser conscientes de que nos va a tocar jugar finales cada fin de semana. Y eso nos está costando. Por mucho que yo lo diga, no estamos dando ese punto de constancia». Detalles esquivos pese a haber estado entre las cuatro primeras en sus tres cursos anteriores. «Siguen siendo jugadoras muy jóvenes. Yo creo que el equipo está ahí más por la calidad que por la solidez».
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