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Han pasado casi seis meses desde que la gran mayoría de profesores de Segovia pisaron un aula por última vez. Algunos regresaron durante unos días ... a finales de junio para preparar con los alumnos de segundo de Bachillerato la prueba de acceso a la Universidad, pero la mayor parte de los docentes tuvo que esperar hasta ayer para regresar a sus puestos de trabajo. Por delante, una semana para terminar de preparar el curso escolar más incierto que recuerdan.
Los pasillos de los centros educativos tenían un aspecto diferente al que presentaban cuando la pandemia obligó a suspender las clases presenciales. Ahora, los dispensadores de gel, los carteles informativos y las flechas que indican las direcciones recomendadas para moverse han ganado protagonismo en unos edificios que cuentan con menos sillas y mesas por aula. Son las nuevas condiciones que impone la protección contra el coronavirus.
En el colegio Maristas de Segovia, con casi 800 alumnos matriculados para el nuevo curso, agradecen disponer de una decena de entradas para poder separar las entradas y salidas de sus alumnos. Para facilitarlo aún más, en la parte posterior, junto al campo de fútbol por el que van a hacer entrar a los más pequeños, las columnas han sido pintadas del mismo color que unas líneas que continúan por el suelo y que ayudarán a organizar las filas para entrar y salir de las aulas.
María Pérez Virseda es una de las profesoras del centro que ayer regresó al colegio. Lo hizo para preparar un nuevo curso en el que dará clase a tercero de Infantil. «En junio nos juntamos para despedir el curso, pero es la primera vez que estamos todo el claustro junto para trabajar», señala. «La sensación, obviamente, ha sido diferente a la de otros años», añade. Sin embargo, «la ilusión del primer día de cole» se mantiene pese a tener por delante un curso difícil. «Este año la ilusión de comenzar un nuevo año se mezcla con la incertidumbre de cómo vamos a organizar las clases, qué programación vamos a seguir... La incertidumbre es compartida por todos los profesores», comenta Sergio Calleja, profesor de los Maristas de Latín, Literatura y Filosofía en cuarto de la ESO y también en Bachillerato.
Los dos tienen nervios, «pero de los sanos», ante un inicio de curso para el que ya tenían ganas. «Es cierto que está ese componente de que nadie sabe qué es lo que va a ocurrir, pero nosotros estamos preparados», sostiene María, quien cree que el hecho de volver a trabajar juntos en el mismo lugar ayuda a disipar los nervios. «Yo no estoy preocupado y tampoco tengo miedo a que pase algo. Sí que me preocupo por la metodología del colegio, porque somos un centro muy cooperativo y veo que ahora hay cosas no vamos a poder hacer», declara Sergio. Tratarán de mantener el mismo espíritu de familia de los últimos años, aunque para ello tengan que renunciar a grandes celebraciones. «Yo siempre digo que este día lo empiezo con mil proyectos en la cabeza. Este año estoy un poco a la espera. Estamos acostumbrados a un colegio con mucha vida en los pasillos, de compartir muchas clases... Todo eso no se va a poder hacer. Hay que cambiar y eso genera incertidumbre, pero no miedo o temor», asevera.
En su caso, valoran positivamente que la dirección del centro haya sido consciente de que el formato empleado en los últimos años «no se podía meter este año con calzador». María sostiene que será un curso en el que se seguirá avanzando e incluso recuperando parte del temario perdido, pero en el que «nos vamos a centrar en el bienestar de los alumnos para que estén en un entorno seguro».
Los dos son conscientes de que el curso es muy largo y de que lo más probable es que les toque afrontar situaciones con alumnos que han dado positivo (o sus familiares). «Tenemos varios planes para cuando eso ocurra, pero de momento nos preocupamos del ahora», indica María. Por su parte, Sergio asume que en Bachillerato «lo semipresencial puede ser lo habitual» durante este curso, circunstancia que asegura «no sería un caos».
Los dos señalan que los primeros días se insistirá en que los alumnos, tanto los más pequeños como los mayores, conozcan el protocolo. «Procuramos que todos los cambios a los que se enfrenta un niño sean visto como una oportunidad de aprendizaje», afirma María. «En dos días lo habrán pillado», añade Sergio, quien resalta que «lo importante, y de lo que no se habla», es de cómo educar a los más jóvenes para que sepan cómo vivir esta situación. «Lo importante, y es donde nos la jugamos los educadores, es enseñarles a vivir y aprender en estas nuevas circunstancias».
Tras casi seis meses sin clases presenciales, creen que a los alumnos no les costará demasiado volver a coger el ritmo. «También dependerá de lo que hayan vivido durante estos meses», precisa María «Incluso tienen más ganas de volver este año. Para ellos el colegio es un lugar muy importante, porque es un sitio donde se relacionan y donde conviven», declara Sergio. Ambos consideran que el protocolo de la Junta es «insuficiente, tardío y deja desprotegidos a los profesores». Además, Calleja señala que es un protocolo sanitario, no educativo. «Se habla de distancia, de higiene, de ventilación... pero yo echo de menos pautas educativas y metodológicas», concluye.
La vuelta al colegio ha sido todavía más especial para Miguel Ángel Ramos, profesor durante diez años en el colegio de San José que este curso impartirá sus clases de Educación Física en el colegio Marqués del Arco de San Cristóbal. «Mal año para cambiar», afirma con una sonrisa que delata su ilusión por volver a las aulas. «Ha sido un poco como mi primer día», comenta.
Su objetivo para el nuevo curso será buscar un equilibrio «entre el progreso del alumno y el poder cumplir con las medidas sanitarias», consonancia que en su caso tendrá que llegar tras «darle una vuelta entera» a su programación. «Plantearemos muchas actividades individuales, con material autoconstruido porque no se puede compartir... Hay que intentar que los niños sigan haciendo Educación Física para combatir tanto la pandemia como el sedentarismo». Así, apuesta también por diseñar actividades que los alumnos puedan realizar su entorno y junto a sus familias.
Considera que la posibilidad de que haya positivos es más probable en los grandes colegios, e indica que para una correcta gestión de los casos será «clave» que haya una «comunicación fluida y precisa con las familias».
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