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Marcos Pastor lleva un año en primera línea de la batalla contra el coronavirus. Este enfermero estaba presente cuando ingresó en el Hospital de ... Segovia, en la tarde del 27 de febrero del año pasado, el primer paciente sospechoso de contagio y que luego dio positivo. «Cuando llegó todavía no me habían mandado a la unidad», recuerda. Apunta que el joven italiano «venía bien, era una persona que no tenía problemas de salud». A pesar de ello, los síntomas eran compatibles con los que se conocían entonces de la covid-19, por lo que se optó por ingresarle «en una zona específica, en una de las habitaciones de presión negativa», cuenta Marcos en su relato de cómo fueron aquellas primeras horas y jornadas en las que el centro se vio cara a cara con el virus.
Pocos días más tarde ingresó otro universitario de IE que también había visitado Italia. Su salud tampoco revestía peligro. «El ambiente entre el personal todavía era tranquilo, no había nada que hiciera sospechar lo que iba a venir después. Además, había material de protección de sobra», agrega Marcos.
El goteo de casos siguió a principios de marzo y «se decidió bajar a la tercera planta por si hubiera necesidad de más ingresos». El complejo comenzaba a habilitar espacios frente a un previsible aumento de casos. Seguían diagnosticándose positivos. «Fue un ascenso escalonado hasta que te das cuenta de que hay quince pacientes y que se ha llenado de repente. Daba miedo», asegura Marcos. «Entra la desesperación porque lo que estaba bien de pronto empieza a ir mal». En una semana se llenó un ala entera. «Si antes había un enfermero por turno ya había tres; y cuando antes parecía que había material de protección de sobra, en dos semanas pasó a ser escaso», cuenta el sanitario. «Pasamos de usar batas de quirófano a otras más endebles y las mascarillas nos tenían que servir para varios días». En el apogeo de la primera ola, «haces lo que puedes y como puedes, estábamos inventando una forma de trabajar, y no sabes si tienes más tensión por los pacientes o porque ignoras si lo estás haciendo bien o mal». Lo peor, añade, los ancianos: «venía gente mayor con su punto final».
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