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Fue un Jueves Santo extraño, sin procesiones ni cofrades con sus hábitos y capuchones por las calles de una Segovia casi vacía e inerte durante ... la mañana. Sin embargo, bullía un fervor diferente al propio de estas fechas. Esos latidos se concentraban en los alrededores del pabellón Pedro Delgado. La inmunización ante la covid movilizó a centenares de segovianos encomendados a la eficacia de las inyecciones. Muchos madrugaron en día festivo con el fin de aguardar su turno religiosamente para vacunarse contra el coronavirus, esperanzados en que la inoculación ha de conducir a la victoria frente a la pandemia que ha transformado y limitado sus vidas en los últimos trece meses.
Desde las ocho de la mañana, media hora antes de que empezara la primera experiencia de vacunación masiva en la provincia, ya había «treinta o cuarenta personas» a la espera de entrar al polideportivo, apuntaban algunas de las profesionales integrantes del equipo sanitario y administrativo desplegado para garantizar el correcto desarrollo de la jornada. Los encargados de estrenar la inoculación popular fueron los segovianos de la «cosecha de 1956», como decía el pintor José Luis López Saura, uno de los alrededor de novecientos ciudadanos que estaba previsto que acudieran ayer a recibir la primera dosis. Por momentos, la cola superaba las cien personas y daba la vuelta al pabellón.
Para la segunda tendrán que esperar a la tercera semana de junio. Mientras tanto, a seguir con la guardia bien alta frente al coronavirus, a continuar con el cumplimiento riguroso de las normas de protección y no dejarse llevar por la llamada fatiga pandémica.
Judit de Santos y Carolina García se encargaban de la coordinación y de solucionar las incidencias, que brillaron por su ausencia en las primeras horas del desfile vacunal de Jueves Santo. Ambas profesionales destacaban la fluidez en el ritmo de las vacunaciones a pesar de la cantidad de personas que respondieron con su presencia al llamamiento realizado apenas 24 horas antes a través de la Gerencia de Asistencia Sanitaria, de Sacyl y de la Junta, que el miércoles 'empapelaron' las redes sociales con la buena nueva de la vacunación en Semana Santa de los nacidos en los años 1956, 1957 y 1958.
No todos, eso sí, solo los titulares de tarjeta del sistema público y que pertenecen a los cetros de salud urbanos de la capital, al semiurbano de Segovia Rural y a los adscritos al del Real Sitio de San Ildefonso-La Granja.
Ambas responsables hacían números y calculaban que en la segunda tanda de vacunaciones masivas contra el coronavirus, programada para mañana Sábado Santo, acudan al Pedro Delgado a someterse a su primera inyección en torno a dos mil personas, unos mil en los tres turnos de la mañana y otros tantos en los tres habilitados por la tarde. Carolina García y Judit de Santos subrayaban ayer que el dispositivo planificado depende de la llegada, hoy viernes, de 3.300 dosis de AstraZeneca con las que se ha contado a la hora de diseñar la estrategia vacunal de estos dos días. Con este contingente, además de cubrir la vacunación de los grupos de edad convocados durante Semana Santa, «tenemos dosis suficientes para proseguir el lunes» con el resto de colectivos con los que se solapa el proceso de inoculación, explicaba Carolina García, en sintonía con lo que ya venía advirtiendo el delegado territorial de la Junta en Segovia, José Mazarías, de que el avance en la inmunización está en función de la recepción de los lotes suficientes que permitan dar continuidad a los ciclos de administración de la profilaxis. Estos contingentes han de manejarse durante la semana de manera que cada lunes, día habitual de recepción de antivirales, el equipo de Primaria disponga de suministro guardado para continuar con las vacunaciones.
Aunque la Gerencia de Asistencia Sanitaria de Segovia precisaba en el llamamiento del miércoles la vacunación anticovid que los convocados debían pertenecer al sistema público de salud, es decir, tener la tarjeta de Sacyl, hubo algún funcionario mutualista que acudió al Pedro Delgado al coincidir su edad con la de la citación masiva. Sin embargo, no pudo vacunarse, lo que creó cierto malestar por la falta de agilidad de las mutuas a la hora de facilitar los listados a Sanidad. Como especificaba la gerencia, «están pendientes de trasladar al sistema los listados de mutualistas y personas que pertenecen a una sociedad médica privada».
Junto a García y De Santos, cuatro enfermeras, dos técnicos de Cuidados Auxiliares de Enfermería, cinco trabajadores de administración y los voluntarios. El despliegue de ayer consistió en canalizar la afluencia de los segovianos nacidos en 1956 a través de cuatro líneas de vacunación. Mañana, jornada a la están llamados los nacidos en 1957 y 1958, se doblará el turno y habrá inyecciones por la mañana y por la tarde, también divididas por franjas horarias en función de la fecha de nacimiento.
Ese día se duplicarán las líneas de vacunación, que pasaran a ocho por la mañana y otras tantas diferentes por la tarde, comentan Judit de Santos y Carolina García, con los consiguientes refuerzos en el equipo sanitario encargado de administrar las dosis y registrar las vacunaciones.
Pese a conocer poco menos que 'in extremis' la cita para recibir la primera inyección, porque apenas habían transcurrido 24 horas desde que conocieron los planes oficiales, los segovianos del 56 acudieron con ganas, ilusión, alegres, contentos, confiados y sobre todo esperanzados de que ese primer pinchazo les acerca un poco más a la anhelada inmunización frente a la covid-19. Aunque, por otra parte, en sus comentarios también dejaban patente que la infección ha venido para quedarse y se resignaban a los avances científicos que den con tratamiento y una vacuna que minimicen los estragos y daños que provocado hasta ahora.
Esperaban en la estirada fila con la inyección de la moral ya puesta desde casa, porque, como coincidían la mayoría de los preguntados, «la vacunación es lo único que nos queda par salir adelante» y superar la crisis sanitaria desencadenada por el virus.
Guardaban la cola escrupulosamente separados unos de otros; la inmensa mayoría pasaba de uno en uno, salvo algún matrimonio; sin apenas hablar entre ellos, en silencio solemne. Así avanzaban desde el exterior del pabellón hasta adentrarse en el circuito que les conducía por las escaleras hasta la parte de arriba del Pedro Delgado. La 'procesión' de la vacunación era guiada por profesionales y voluntarios que despejaban las pocas dudas que asaltaban a escasos metros de recibir el pinchazo. Esas incógnitas estaban relacionadas con el padecimiento de alguna patología. Al instante, los sanitarios les respondían si podían pasar sin problemas ni temores o si tenían antes que consultar con médico de cabecera o con el especialista de turno para asegurarse de que la inoculación no les provocará efectos adversos.
Mañana por la mañana el turno es para la generación de 1957 (de 8:30 a 10:30 para quienes cumplen años entre el 1 de enero y el 30 de abril; de 10:30 a 12:30 para los nacidos entre el 1 de mayo y el 31 de agosto, y de 12:30 a 14:30 para los del 1 de septiembre al 31 de diciembre). Por la tarde cogen el relevo los del año 1958 (de 14:30 a 16:30 los nacidos del 1 de enero al 30 de abril; de 16:30 a 18:30, los que soplan las velas entre el 1 de mayo y el 31 de agosto, y de 18:30 a 20:30, el resto).
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