El jugador navero Gonzalo Carró intenta zafarse de los contrincantes en una de las jugadas. Antonio Tanarro

La primera remontada no tiene guinda

El Nava voltea cinco goles en los últimos diez minutos y salva un empate frenético, pero se queda sin tiempo para ganar

Sábado, 5 de octubre 2024

El último minuto de un partido del Nava es la película que nunca se acaba. Da tiempo a que Jánosi ponga un 30-32 casi definitivo para Puente Genil. A una internada de Nevado para poner el -1 a 45 segundos del final. A un ... tiempo muerto cordobés, con réplicas, mientras los árbitros metían prisa y los jugadores negociaban una acción que terminaría en una falta en ataque tras haber engañado a la defensa. Tiempo suficiente para que Nevado completara su redención e igualara la contienda ante una defensa que esperaba su cita en el matadero. Todavía quedaría el sacrificio de Isaías Guardiola para evitar un saque rápido. Y la bocina que perpetuaba la remontada sin guinda de los segovianos, que perdían de cinco a diez minutos del final y volvieron a tirar de vidas de videojuego para igualar el mejor comienzo de su historia en Asobal con cinco puntos en cuatro jornadas.

Publicidad

Viveros Herol Nava

Luis de Vega, Borja Méndez (4), Isaías Guardiola (7), Dani Pérez (3), Lautaro Robledo (1), Mario Nevado (6), Pancho Ahumada (3), Gonzalo Carró (1), Tioumentsev (3), Adrián Nolasco, Gedeón Guardiola, Luisfe (2), Nico Bonanno y Pablo Herranz (2).

32

-

32

Puente Genil

Álvaro De Hita, Fradj Ben Tekaya, Pablo Simonet (8), Antonio Cabello, Daniel Ramos (5), Mahamadou Keita (3), Paco Bernabéu (3), José Cuenca (1), Rúben Ledi (2) Domingo Mosquera (2), Lucas Aizen (1), Tiago Sousa (5), Daniel Serrano, Claudio Ramos y Tamas Jánosi (2)

  • Parciales: 2-0, 3-6, 5-9, 7-11, 11-15, 16-17 (descanso), 17-20, 21-23, 22-26, 23-27, 27-29 y 32-32

  • Árbitros: Florenza Virgili y Ausas Busquets. Señalaron una exclusión a los visitantes y cinco a los locales.

El Nava golpeó primero en un duelo en el que llegaron antes las paradas que los goles: Luis de Vega repelía los tres primeros disparos e Isaías Guardiola fusilaba a una defensa hundida; el segundo gol, tras una doble pantalla de Nolasco y Méndez, que le dio el balón por detrás sin mirar para que se elevase. Era ya una lucha abierta, con un Puente Genil duro en el contacto. Lo comprobó Gonzalo Carró, que tuvo que vestirse de guerrero para defender su posición y forzar un penalti que conllevaba la exclusión de Mosquera. Lo convertía en un trámite Pérez, el ejecutor infalible, tras probar las dotes de bailarín de Ben Tekaya. Y celebraba la grada: «El Dani es buenísimo».

Isaías Guardiola fue el referente ofensivo de un Nava huérfano de Nolasco, salvado en la fase decisiva por un heroico Nevado

Con aquel 3-2 se despediría el Nava de las ventajas. Demérito propio —las pérdidas— y valía de Puente Genil, con Pablo Simonet, uno de los mejores cerebros del balonmano, como fichaje estrella. Tras anotar 11 goles ante Cangas, el central aprovechó el celo de la defensa segoviana para generar ventajas de forma casi automática y que las canjeasen sus compañeros. Capacidad de aceleración en horizontal para dejar atrás al defensa y asistir en el pivote a Sousa, que se hinchó. O ver la jugada a dos secuencias de antelación, colocando las piezas para que Keita convirtiera un pase de espaldas en un misil a la escuadra. Tanta fe tenían los cordobeses en su extremo que le sirvieron un balón imposible: hubiera necesitado 20 centímetros más para alcanzarlo, pero no escatimó sus dotes para el salto. Ayudaron un error de infantiles del Nava en el saque de centro y un penalti de Simonet ante un adelantado Luis de Vega. Parcial de 6-1 (o 4-0, lo que prefieran) y tiempo muerto del técnico navero, Álvaro Senovilla.

Una pausa que no frenó el impulso de los cordobeses, con una defensa sólida en estático que encontró por momentos el antídoto a los lanzamientos de Isaías mientras agotaba la paciencia del público con sus ataques madurados, encontrando las grietas cuando los árbitros avisaban de pasivo. La ventaja llegó al +5 porque el Puente Genil tiene gol en todas sus cartas, desde las aceleraciones de Paco Bernabéu, un velocista entre esquinas que dio dos ascensos en tierras segovianas, a la habilidad de Ledi, un angoleño que debutaba marcando a la primera con un lanzamiento de cadera, también en pasivo.

Publicidad

El Nava encontró la mejora cuando redujo las pérdidas y pilló descolocado a Puente Genil. Dos goles seguidos de Luisfe, su única aportación en el reencuentro con sus ex y con su pueblo, embocando a portería vacía para castigar una exclusión. Ante las dificultades para el lanzamiento de nueve metros, acelerar la circulación incluyó a Ahumada en el extremo y a Herranz en el pivote. La mejora defensiva hizo el resto y los naveros se fueron al descanso con un marcador mejor que sus prestaciones (16-17). Incluso tuvo dos ataques de Méndez y Nevado para completar la remontada, pero no ocurrió.

Pablo Simonet llevó las manijas del encuentro como anotador y asistente de un equipo que dominó desde el 3-4 hasta el final

Y Simonet cambió de plan: de asistente a anotador. La maestría de los ataques combinada con reanudaciones a toda mecha, forzando un penalti que él mismo transformaba. Fue por momentos un duelo de lanzadores con Isaías, que sostenía a la nómina de lanzadores naveros, mermada porque Nolasco lo intentaba una y otra vez y se encontraba con Ben Tekaya, siempre al suelo. La ventaja volvió a crecer con el acierto de Keita o Bernabéu y el aporte omnipresente del pivote para solventar un ataque plomizo. Senovilla paraba dos veces el partido sin éxito y los suyos llegaban 23-28 al minuto 50.

Publicidad

Donde otros firmarían la rendición, el Nava volvió a vaciarse. Por su apuesta física de fondo, de agotar a los rivales en esa fase final. Y por su fe, la de un público que exige hazañas. Donde las piernas cordobesas ya no llegaban, se colaban Méndez y Nevado, que se volvió omnipresente, robando en defensa, levantándose del suelo, respirando lo justo y finalizando en ataque. No había tiempo para dudar y él ofrecía soluciones, tirando de fuerza para percutir, sin miedo, aunque el tiro se fuera al techo. Así despertó su ataque, con Isaías siempre dispuesto y los penaltis que Pérez manda directos al BOE.

Otro rival se hubiera descompuesto, pero el Puente Genil tenía a Simonet como psicólogo. El argentino agotaba sus carreras y marcaba. Se levantaba a duras penas tras un golpetazo con Carró, cogía aire y asistía a Ramos en seis metros. Y daba a Jánosi el +2 de la victoria. Pero ninguna ventaja es suficiente en Nava, la pista que relativiza el tiempo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad