Pista del aeródromo de Fuentemilanos. Óscar Costa

Preparados para levantar el vuelo

El aeródromo de Fuentemilanos, referente para los aficionados al vuelo sin motor, confía en recuperar sus niveles normales de flujo tras la crisis sanitaria

Laura Lopez

Segovia

Lunes, 15 de noviembre 2021, 09:13

El aeródromo José Antonio González, en Fuentemilanos, de referencia internacional para el vuelo sin motor, ha visto resentida su actividad por la crisis sanitaria, en un principio por la incertidumbre generada sobre las restricciones de movimiento y, en la actualidad, por la mala situación económica ... en la que se encuentran la mayor parte de sus clientes.

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Las instalaciones funcionan desde 1978, cuando sobre el terreno solo había una pista y un hangar. Ahora, la infraestructura se extiende a lo largo de dos pistas –una de asfalto y otra paralela de hierba, de 1.100 metros de largo cada una–, una calle de rodaje, una plataforma, tres hangares, la torre de control y el camping. La gestión también ha cambiado a lo largo del tiempo, sobre todo durante los últimos tres años. El jefe de operaciones del aeródromo, Bernardo Robledo, recuerda que la Diputación y los Ayuntamientos de Segovia y Riaza estaban en posesión del 53% de la titularidad de las instalaciones, propiedad que, sin embargo, no se traducía en inversiones públicas. «Esa falta de inversión, necesaria para el correcto mantenimiento de un aeródromo que ya sufría un deterioro muy evidente, movió a la dirección a recomendar a las instituciones que vendieran sus acciones. Y así lo hicieron. Es cuando un grupo de pilotos se hizo con el accionariado», señala Robledo.

El cambio de gestión coincidió en el tiempo con el trágico accidente, ocurrido en una de las pistas, queacabó con la vida del carismático instructor de vuelo y jefe de operaciones, José Antonio González, golpeado fortuitamente por el ala de una aeronave cuando esperaba ser remolcado para despegar. El suceso marcó de tal manera a los responsables y trabajadores que decidieron poner su nombre al aeródromo. Desde aquel 2018 en que cambiaron las fuentes de financiación, el grupo de pilotos que se hizo cargo de las instalaciones ha invertido «mucho dinero» en la mejora de la infraestructura. La reforma de los hangares, la reparación de las dos pistas y la platafoma, o la instalación de un nuevo surtidor en la gasolinera son algunas de las intervenciones que se han llevado a cabo. «Los compañeros de profesión y pasión de países como Alemania o Francia se sorprendían cuando veían el estado en que estaban las instalaciones antes de la reforma, porque, en sus países, las administraciones públicas se ocupan de mantener los aeródromos o los subvencionan. No obstante, pese a lo que hemos avanzado, les sigue sorprendiendo el deterioro del camino que comunica el barrio incorporado de Fuentemilanos con el aeródromo», observa el piloto.

Las instalaciones del aeródromo de Fuentemilanos reciben entre uno y tres ultraligeros o aeronaves de aviación general al día, cuyos pilotos llegan para aparcar en su plataforma, dejar la aeronave en el hangar, repostar, realizar labores de mantenimiento técnico, comer en el restaurante, alojarse unos días en el camping o en las casas rurales y hoteles de la zona y visitar Segovia, que es una ciudad con un atractivo turístico muy potente. Actualmente, hay hangaradas ochenta aeronaves, de las cuales siete son del propio aeródromo: dos aviones remolcadores, cuatro planeadores y un motovelero. Además, el José Antonio González cuenta con una escuela de pilotos que instruye a alrededor de veinticinco jóvenes al año y realiza vuelos de divulgación. Lo que distingue a este aeródromo son las óptimas condiciones que ofrece para el vuelo sin motor: los planeadores son remolcados a grandes alturas y, aprovechando los movimientos del aire, consiguen mantenerse en altura y volar a grandes velocidades durante muchas horas seguidas.

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Buena temporada alta, pero...

El aeródromo José Antonio González trata de recuperar la normalidad. La actividad ha repuntado en verano, la temporada alta, y alcanzado los niveles anteriores a la pandemia, e incluso los ha superado. «Han venido más clientes que otros años, pilotos nuevos que nunca habían volado aquí. Este 2021 ha sido el año que más aviones ha habido aparcados en el aeródromo y volando, por supuesto, tanto nacionales como de otros países», desvela Bernardo Robledo. Sin embargo, fue tanto el daño que hizo la pandemia, que el volumen anual de negocio sigue en recuperación. «Por desgracia, no nos hemos recuperado del todo porque las restricciones del pasado inviernos hicieron mucha mella. Hay año y medio que recuperar». El restablecimiento del flujo normal no dependerá tanto de la evolución de la situación epidemiológica como de la económica. «Muchos de nuestros clientes pertenecen al sector aeronáutico, que es un sector que está todavía muy parado. Algunos no tienen trabajo o están en ERTE», apunta el jefe de operaciones del aeródromo. «Ahora los sacan del ERTE seis o siete días porque la demanda todavía es escasa».

El de Fuentemilanos es considerado el tercer mejor aeródromo del mundo para este tipo de vuelos, debido a los movimientos de aire que se generan en la confluencia entre los vientos del norte y el sur de la meseta central. En temporada alta –desde el 15 de junio hasta finales de agosto– despegan unos cincuenta aviones al día desde sus pistas.

Actividad «esencial»

La irrupción de la covid paralizó la actividad en el aeródromo. «La Agencia Estatal de Seguridad Aérea (Aesa) consideró que el mantenimiento de las aeronaves una actividad esencial, por lo que pudimos seguir viniendo a conservar los aviones, quitar las baterías, comprobar que estaba todo correcto...», explica Bernardo Robledo. Terminado el confinamiento y con el país a medio gas, empezó la temporada alta. Aunque ya no había tantas restricciones que afectaran a la movilidad, la incertidumbre frenó la llegada de aficionados a las pistas de Fuentemilanos. «El 2020 fue un año malo. La pandemia afectó mucho, sobre todo a la movilidad internacional. Los aficionados extranjeros se redujeron a la mitad, pues había muchísimas dudas», recuerda el jefe de operaciones del aeródromo.

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Por otro lado, la llegada de clientes nacionales descendió, aunque mucho menos, apenas un tercio: «Teniendo tu propio avión, te sientes con la obligación de ir a revisar que esté todo bien y, una vez en el aeródromo, dices: '¡A volar!'», indica Robledo. Otro dato reseñable es que, durante 2020, la escuela de pilotos recibió más alumnos que nunca, veintiocho. La situación era extraordinaria y había verdaderas dificultades para volar con normalidad. Algunos pilotos de otras modalidades aprovecharon las circunstancias para instruirse e iniciarse en el vuelo sin motor.

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