La precariedad y las jubilaciones acelerarán el cierre de panaderías en Segovia

«Los segovianos tenemos el lujo de poder comer todos los días pan fabricado por la noche, fresco y natural, y con un precio aceptable», señalaJuanjo Marín, panadero de la capital segoviana con gran trayectoria. Sin embargo, esta circunstancia pronto puede cambiar.

La inflación pone en entredicho la pervivencia de los obradores familiares, pues no pueden hacer frente a las facturas de la luz y gas, pero tampoco al gasto de gas o gasóleo que necesitan los hornos, que no están bonificados; o a la materia prima como la harina, huevos y aceite. «Estamos en una situación crítica», admite el presidente de la Asociación Provincial de Fabricantes y Expendedores de Pan deSegovia, Felicísimo Gómez.

Este panadero cantalejano también vende sus productos a una decena de pueblos cercanos y no tan cercanos, desde Sebúlcor y Cabezuela a Condado de Castilnovo o Rebollar. Asolados por la despoblación, muchos de ellos ya no disponen de obrador, por lo que dependen del reparto diario realizado por Felicísimo Gómez y otro trabajador en furgonetas. «Repartir en los pueblos es complicado, toca hacer hasta 70 kilómetros para vender tan solo 15 barras», insiste.

«No compensa», lamenta. Sin embargo, «no puedo dejar sin servicio a toda la gente mayor que hay en los pueblos», sostiene. Muchas veces y durante días, estos lugares solo reciben la visita del panadero. La misma situación comparten otras zonas de la provincia, como es el nordeste. «La particularidad de Segovia es que hay muchos pueblos separados; hay panaderos que suben a la sierra de Ayllón o Riaza para vender sus producto, pero también para llevar medicinas, incluso cuando nieva o llueve», sostiene el gerente de la asociación segoviana panadera, David Puente. «Es un servicio social que conlleva un sacrificio enorme y ninguna administración lo recompensa», critica.

Por ello, exigen ayudas a las instituciones, ya sea con subvenciones por la labor acometida en el medio rural o con bonificaciones para hacer frente al incremento de los costes. «Actualmente estamos en una situación muy precaria, ya no podemos amortizar los gastos ni compensar el sacrificio y a ello se une la despoblación», advierte Juanjo Marín. Esta coyuntura lleva aparejada a su vez la falta de relevo generacional, por lo que es previsible que, en los próximos años y si no cambia la situación, se cierren muchas panaderías.

«Hay un rango de propietarios de una edad media-alta que van a acelerar el proceso de jubilación y el cierre de sus empresas en vez de buscar opciones para el traspaso», insiste. Asimismo, hoy en día es difícil sumar empleados porque «no les compensa trabajar en esto», estima el cantalejano; o porque no hay dinero suficiente para hacer contratos. El pan ha experimentado subidas en el último año, aunque el incremento del precio no supera el 10%. «¿Qué pasaría si se repercutiese el 200%del aumento de los gastos?», cuestiona David Puente.

«Mientras un café pasó de costar cien pesetas a un euro, una barra de pan pasó de cien pesetas a sesenta céntimos. Ha tardado veinte años en superar el euro», determina el gerente. «En Segovia subsistimos porque somos empresas pequeñas y familiares que no conllevan costes laborales de personal ni de distribución», recalca Juanjo Marín.

Por ello, los panaderos exigen que, del mismo modo que están dispuestos a hacer sacrificios, las administraciones pongan de su parte para «apoyarnos un poco», incide Felicísimo Gómez. «La España vaciada no puede permitirse prescindir de más servicios», reivindica.