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Mario Nevado Gil (31 de julio de 2002) es un veterano a sus 21 años, alguien al que ningún reto le queda grande cuando echa un vistazo. Formado en la cantera del Alcobendas, una fábrica de grandes jugadores y técnicos a lo largo del balonmano ... nacional, aceptó la llamada del Nava cuando estaba en División de Honor Plata y ha dado la talla en su primer año de pleno derecho en Asobal. Nada que ver con aquel chaval de 16 años que jugó minutos residuales, diez partidos en los que no marcó ningún gol. El paso de las jornadas le ha convertido en un imprescindible para Álvaro Senovilla; primero en defensa, después también en ataque. Lleva 66 goles, una aportación que no refleja su liderazgo. El de su mente fría. De ahí su apodo de Iceman –hombre de hielo–, jugando con un apellido idóneo.
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Quique Yuste
–¿Cómo surgió su fichaje?
–El club me comunica que les ha escrito Carlos Villagrán. Agradecí mucho que se pusieran en contacto con el club antes que conmigo, así se hacen las cosas. Yo sabía que era un paso adelante en mi carrera; estaba en Plata, pero como candidato claro a subir. No me lo pensé mucho y en pocos días le dije que sí a Julián.
–¿Por qué le llaman 'Iceman'?
–Supongo que aparte de por mi apellido, porque soy bastante calmado en momentos difíciles. Tengo esos nervios fríos que me hacen ser un jugador diferente a los demás para mi edad.
–¿Cuál es el momento en el que más ha perdido los nervios?
–Por ejemplo, cuando fui al Palau con 16 años con Alcobendas cuando estaba en Asobal a jugar con el Barça. O en el Palacio de Deportes de León. Mandar jugadas y hacer totalmente lo contrario. Por eso ahora cuando salen jugadores tan jóvenes, incluso menores de edad, que juegan tan sueltos… Esa gente tiene bastante valor. A mí me soltaban ahí cinco minutos, con un marcador que ya no se podía cambiar, y me ponía muy nervioso.
–¿De dónde sale la frialdad con la que salió el mes pasado al Palau?
–Creo que viene del día a día, del entrenamiento. Uno va encarrilando buenos partidos seguidos, la confianza de uno mismo, del entrenador. Sabiendo que juegas contra uno de los mejores equipos del mundo, pero que son personas. Ellos también se cansan y tienen errores. Tengo un amigo íntimo como Javi Rodríguez con el que he estado en el instituto. Sé que es un jugadorazo, pero no le veo como un astro. No creo que no puedas meter gol a Gonzalo Pérez de Vargas. Siempre te va a costar más, tienes que esforzarte al máximo, pero no hay que tener miedo.
–¿Qué siente jugando al balonmano?
–Cuando estoy compitiendo, estoy más feliz que con miedo. Cuando empezamos la liga tenía ese resquemor de querer hacerlo bien rápido, meter goles para que el entrenador te ponga un poco más. Pero llegó un punto en el que dije: «Tengo que ser yo mismo». Estoy entusiasmado por haber llegado a la liga profesional de España. Es lo que uno soñaba desde pequeño.
–¿Espera una salvación tan holgada con Nava?
–En principio yo veía muy buen equipo. Hablaba con gente de fuera y me decían que no íbamos a tener problemas para salvarnos. ¿Hemos dado la sorpresa? No lo sé. También esto es fruto del día a día, de estar al cien por cien. En Copa ante Torrelavega se nos torció el partido ante un equipo muy bueno, te vas ocho abajo al descanso y no lo puedes remontar. Y eso que creímos hasta el final.
–¿Cómo es jugar con compañeros a los que el año pasado sufría?
–Un lujo, claro. Sobre todo, venir aquí y que te enseñen. Están más adaptados a la liga, me dicen lo que tengo que hacer. Entrenar todos los días con la experiencia de Isaías Guardiola o con alguien como Patotski, que para muchísimo… Y ahora con Gedeón.
–¿Qué ha cambiado la llegada de Gedeón?
–Una inyección de sabiduría, esas ganas de querer más con lo veterano que es. Es verdad que somos un vestuario muy bueno y él es una persona encantadora. Esas ganas de querer ganar siempre y no conformarte con nada. No es lo mismo verle a él en defensa con su hermano que verme a mí. Con los nombres y los grandes que son… ahí no me meto yo nunca.
–¿Nota ese salto generacional?
–Yo no lo noto. Me llevo muy bien con él, vamos a comer mucho con Pablo Herranz y hacemos la vida aquí.
–¿Su mejor versión está en ataque o en defensa?
–Ambas. A principio de temporada en defensa porque no jugaba mucho en ataque, estaba Jakub enorme, no tenía hueco. Yo lo asumí. Aparte, me dolía la espalda, no entrenaba mucho en ataque; y si no entrenas, no puedes jugar, claro. Poco a poco, he cogido confianza.
–¿Cuál es el modelo de jugador que quiere ser?
–Tener el lanzamiento de Mikkel Hansen, defender como Gedeón y pensar como Raúl Entrerríos. Es el jugador perfecto, son tres leyendas.
–¿Qué explica la capacidad del Nava para remontar tantos partidos?
–Lo primero, tenemos que ponernos más las pilas para no ir por detrás en el marcador. Es un debe pendiente de toda la temporada, siempre estamos remontando. Luego, es la afición y la fe que tenemos en nuestro juego y en la defensa. Sabemos cómo lo tenemos que hacer y al final damos un paso al frente.
–¿Cuál sería una temporada sobresaliente?
–Sería pasar a León. Ahora mismo tenemos cerca de un ocho. Hay que ser ambiciosos, pero también saber que venimos de ser equipo de Plata.
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