«Hay que poner el mejor coche a un novel, lo mismo no es solo un rayón»
Seguridad Vial ·
Para concienciar a los jóvenes, esta segoviana usa el accidente que sufrió en un coche viejo sin cinturón de seguridad que le dejó parapléjicaSecciones
Servicios
Destacamos
Seguridad Vial ·
Para concienciar a los jóvenes, esta segoviana usa el accidente que sufrió en un coche viejo sin cinturón de seguridad que le dejó parapléjicaLa vida de Mari Paz González, con su infancia feliz en Coca, cambió hace 29 años en el asiento trasero de un coche sin cinturón de seguridad que llevaba su hermano por un camino sin asfaltar. Era otra época, así que la sacaron del vehículo ... sin inmovilizarla –se estaba quemando, unas heridas que mantiene en la cara y el cuello–, se quedó de pie y cuando escuchó que el conductor estaba muerto, por error, echó a correr y se quedó parapléjica porque rompió esas vértebras que aún no se habían movido. Todo en el R-5, el coche que su padre había arreglado para que su hijo aprendiera a conducir, apodado 'Bailarina' por lo que patinaba. «Es un error, siempre decimos, 'si lo raya, que sea el coche viejo'. Hay que poner el mejor coche a un novel, lo mismo no es solo un rayón», explica alguien que abrazó la lucha por la seguridad y ahora es delegada en Castilla y León de Aesleme, una asociación dedicada la prevención de lesiones graves por siniestros viales.
Tras la última carrera de su vida, cayó al suelo con una rotura torácica con desplazamiento de pulmón. «Pensaban que me estaba muriendo». En una época sin el ágil protocolo de ambulancias actual, la llevaron en coche particular al hospital con pañuelos blancos. Así desembocó en dos meses en coma. «Mi cerebro ha sido muy torpe, ha olvidado muchísimas cosas de mi infancia, pero lo recuerdo todo. Oír a mi madre llorar, la sensación de que no te llega el oxígeno y que los médicos dijeran que esta niña se muere, que llamaran a los padres a ver si donan los órganos», rememora Mari Paz González.
Siete meses en Toledo, el único centro de España especializado en lesiones medulares. Allí intentó suicidarse. En su desgarrador testimonio, esta víctima de un accidente de tráfico señala que «tuve la suerte de recuperar los brazos. Te enseñan a vivir sin lo que te ha tocado y a controlar los esfínteres, que para mí es lo más cruel de la lesión», asegura.
Mari Paz González
Delegada de Aesleme en Castilla y León
Su hermano sobrevivió sin secuelas. «En el accidente no le pasó nada, pero tuvo cargo de conciencia el resto de su vida», apunta. Fue él quien le devolvió las ganas de vivir, pero la depresión dejó frases que no olvida, pues ella quería morir. El año anterior, un camión atropelló a una perra de la familia a la que sacrificaron porque quedó parapléjica. «Yo le llegué a decir a mi padre que había tenido más compasión por la perra que la que estaba teniendo conmigo», revela.
El deporte también la ayudó, pues se convirtió en la única lesionada medular europea que competía en doma clásica y vaquera. «En quince días encima de un caballo recuperé lo que no había podido en año y medio en un gimnasio: brazos, tronco y glúteo. Y cabeza». Se hizo popular y empezó a hacer pedagogía para sensibilizar a los jóvenes y advertirles con su testimonio de lo que puede pasar si no cumplen con las normas de seguridad en el tráfico. Nada de beber, nada de drogas, nada de consultar el móvil cuando se conduce e ir bien sujetos con el cinturón de seguridad, entre otras garantías.
Mari Paz González
Delegada de Aesleme en Castilla y León
Llegó el carné de puntos y empezó a dar clase de conducción vial en autoescuelas. «Al principio teníamos muchísima gente del cinturón, sobre todo personas mayores», señala. Cuando un sobrino tuvo un golpe cerca de Coca, buscó un altavoz, llegar a más gente.
«Quiero que mi testimonio salve vidas. Quién me dice que las lágrimas de mi familia no valen para que otros no tengan que llorar. Y por eso me enrosqué en este mundo de institutos, universidades, ejército o empresas», añade Mari Paz González. Empezó en el instituto de Coca y también colabora con la Policía Local de Segovia en los centros de la ciudad.
Noticias relacionadas
E. García de Castro
Por eso su vida es la historia de una herida abierta, porque no esconde el «mal rato» que supone. «Esto a mi hermano le llevó a la tumba; a mi padre, tres cuartos de lo mismo. Como no perdí el conocimiento, recuerdo perfectamente los chillidos de la gente, el caos, el olor a sangre. Tu cerebro tiene muy mala leche y a mí me lo saca cuando intentar dormir. Recuerdo perfectamente las sirenas de la policía, cómo nos escoltaban al hospital. Todo eso mi cabeza lo sigue teniendo, después de 29 años», apostilla.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.