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Alfonso Reguera (Segovia, 1956) es una víctima de sí mismo. Su gestión y su capacidad de trabajo desde que se incorporó al Ayuntamiento de la capital con el tercer equipo de Pedro Arahuetes (fue el número 12 de la lista en 2011) han sido alabadas por sus compañeros de equipo, aunque con más de uno el enfrentamiento ha sido público, como con el propio Arahuetes o antes con el exconcejal Javier Arranz. A Reguera cabe aplicarle el refrán castellano completo, el que recuerda el académico Julián Marías: «Por la boca muere el pez y por la palabra el hombre». Así ha sido en el ámbito político tras el «error» que el primer día de las Fiestas de San Juan y San Pedro precipitó su renuncia a dos de los cargos, primero, y después al acta de concejal como solución del episodio que le saca del primer plano de la política local.
La carrera profesional de Reguera discurrió en Caja Segovia, como director de las oficinas de Gomezserracín, Chañe, Cuéllar y otras tres de Segovia capital, hasta el ERE de 2011 con el que Bankia se deshizo de 9.000 empleados en toda España. Fue el fundador de la delegación segoviana de la ONG Amnistía Internacional y entre su formación incluye el Programa de Liderazgo para la Gestión Pública realizado en el Instituto de Estudios Superiores de la Empresa de la Universidad de Navarra.
No mucho después de entrar en la política municipal con Arahuetes, en julio de 2012, en un blog personal que denominaba 'El Colador', Reguera escribió un artículo de 'Reivindicación de la política', en el que subrayó que «servidor está aquí para trabajar por y para Segovia, sin más, así de simple». Reivindicaba la política 'con mayúsculas' y decía que esta es «la orientada a la buena gestión de lo público», para presumir de que el Ayuntamiento de Segovia abanderaba el municipalismo y, al final, hacer una loa de «la 'fiel infantería' que forman los miles de alcaldes y concejales que trabajan día a día dejándose la piel, los dineros y los amigos en el intento».
Seguro que Reguera, impulsivo y locuaz, ha perdido amigos en este tiempo, un periodo de casi siete años de responsabilidad en las áreas de Tráfico y Movilidad, en la primera etapa, y de Urbanismo y Economía Hacienda en las dos últimas. Pero también ha tenido alabanzas. Apenas hace unas horas, la alcaldesa le mantenía en las áreas de Urbanismo y Hacienda en primera instancia cuando toda la oposición pedía para él la guillotina sin posibilidad de indulto. Dijo Luquero que era «por el bien de la ciudad», porque necesitaba su gestión para terminar asuntos que le han llevado mucho tiempo, como el Plan Especial de las Áreas Históricas, que pese al retraso de años parece por fin en vías de aprobación.
Pero también es cierto que las formas han perdido al político y echan tierra sobre una gestión eficaz en el saneamiento de la economía municipal, con una deuda por debajo del límite y con todos los pagos al día, aunque muy condicionada por sentencias judiciales desfavorables ligadas al área de Urbanismo. Una herencia de los mandatos anteriores que Reguera defendió en el pleno de agosto de 2016, al contestar una pregunta de UPyD-Centrados: «Defendemos que Pedro Arahuetes ha sido el alcalde de mejor gestión en la historia de Segovia». Un año antes había criticado al exalcalde por «intentar hundir» a su sucesora, al colaborar en la campaña de Javier Arranz, con quien también había pugnado por la agrupación local del PSOE y en el Ayuntamiento.
Ser tan activo en las redes sociales, respondiendo a unos y otros sobre cualquier cuestión, tampoco le ha favorecido. La fotografía de 2016 con la portavoz de Ciudadanos, María José García Orejana, cuando este grupo y el socialista llegaron a un acuerdo para asegurar el fin del mandato contraste ahora con la beligerancia de la concejala, que exige también la dimisión de Luquero por no cesarle de inmediato. Porque fue la abstención de Ciudadanos la que hace unos meses salvó a Reguera de la reprobación que promovió Izquierda Unida por, a juicio de toda la oposición, haber dejado prescribir la infracción urbanística de su antecesor, Juan Cruz Aragoneses. Fue poco después de que Reguera dijera que la moción de García para auditar los expedientes de Urbanismo había causado «sorpresa y risas» en los técnicos del área.
Los hosteleros, por decir que habían ganado mucho antes de que subiera la tasa de terrazas, y los vecinos de los barrios incorporados, a raíz del 'tasazo' del agua y que dijera que algunos gastan mucho en las piscinas, son colectivos que también han censurado sus declaraciones.
Pero ha desbordado el vaso la relación con la Policía Local, tensa desde hace meses, antes incluso de que los representantes sindicales comparecieran en marzo en el pleno con carteles pidiendo su dimisión. El desenlace ya está escrito.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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