Recogió el bastón de mando de la ciudad de manos de Pedro Arahuetes un 5 de abril de 2014. Hoy, 2.974 días después de convertirse en la primera alcaldesa de Segovia, Clara Luquero hace efectiva su dimisión.
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–Son días de intensas emociones porque hay sucesivas despedidas. Es inevitable después de 19 años en el Ayuntamiento. Cada reunión es una despedida de sus integrantes y son muy emocionantes. Son días cargados de emoción.
–El primer día en 19 años que no tenga que venir al Ayuntamiento ¿Qué va a hacer?
–(Suspiros) Da vértigo. Intentaré estar tranquila en mi casa y leer. Trataré de poner en orden algunas cuestiones de mi casa que he dejado un poco al margen. La responsabilidad de ser alcaldesa de una ciudad no significa solo las horas de gestión. También son muchas horas de representación en distintos actos. Sobre todo me voy a dedicar a leer y a disfrutar de la lectura. En los últimos años mis lecturas han sido expedientes administrativos del Ayuntamiento.
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–¿Le da respeto el cambio?
–Yo creo que me adaptaré bien. Mi familia está muy contenta. Me lo estaba pidiendo. Voy a estar con la conciencia muy tranquila porque el equipo de gobierno se queda en buenas manos.
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–¿Está siendo la despedida que imaginaba?
–Nunca me he imaginado mi despedida. Estaba en una vorágine de trabajo y nunca me detuve a pensar cómo iba a ser la despedida. Estoy recibiendo mucho cariño y afecto. Voy a hacer un jardín con las plantas que he recibido de personas que han querido tener ese detalle conmigo. Incluso me están invitando a participar en actos cuando ya no sea alcaldesa, como ciudadana.
–¿Está satisfecha con estos ocho años al frente del Ayuntamiento de Segovia?
–Lo estoy porque tengo la conciencia tranquila. He hecho todo lo que he podido, aunque quizá no todo lo que hubiera querido. También la realidad pone a veces límites infranqueables. Lo que está claro es que me he entregado a la ciudad. He vivido una etapa apasionante, aunque nos ha tocado gobernar en tiempos complicados, con los coletazos de la pasada crisis económica y con restricciones a la economía local y con un segundo mandato marcado por la pandemia. Pero un alcalde está para gestionar y planificar estrategias de futuro, ejecutar grandes proyectos y para atender las necesidades de los vecinos, pero también para afrontar grandes problemas cuando surgen de manera imprevista.
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– ¿En qué es mejor la Segovia de 2022 de la Segovia de 2014?
–Es mejor en cuanto a los servicios públicos. Renovamos la flota de autobuses, el servicio de limpieza y recogida de residuos manteniendo la calidad y preservando el empleo, implantamos el servicio de comida a domicilio que es tan importante para las personas mayores o el de acompañamiento a personas mayores cuando acuden al médico. Era muy importante que la administración municipal pusiera en marcha estos servicios. Luego ha habido mejoras importantes en infraestructuras y espacios urbanos, aunque es verdad que queda mucho por hacer. He hecho todo lo que he podido, pero no todo lo que hubiera querido. Por ello pido perdón por aquellas necesidades que no he llegado a resolver.
–Dentro de unos años, cuando los vecinos de Segovia echen la vista atrás ¿por qué será recordada la etapa de Clara Luquero?
–No creo que haga falta recordar a nadie personalmente.
–Por ejemplo de la etapa de Ramón Escobar se recuerda el corte de tráfico por debajo del Acueducto...
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–Pues mira, estoy muy satisfecha de haber alejado los vehículos del Acueducto y haber ampliado el espacio peatonal. Se ganaron 2.000 metros cuadrados de plaza con ese rediseño de la plaza que era muy sencillo.
–¿Ser alcaldesa es como imaginaba?
–Yo sabía cómo es ser concejala de Cultura y mi compromiso e implicación ya era total entonces. Yo había estado once años como concejala de Cultura en los que a veces pasaron siete meses sin que apareciera por casa. Durante el día gestionaba los proyectos y después comprobaba que se ejecutaban correctamente. Me gustaba estar al pie del cañón. Yo necesito eso para estar tranquila.
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–¿Lo peor de estar al frente del Ayuntamiento es la falta de tiempo para otras cosas?
–Eso tiene que ser así. También hay grados de implicaciones y de compromiso. Ha sido una etapa apasionante y maravillosa. Lo más difícil no es entregarse, porque es lo que hay que hacer. El honor de representar a los ciudadanos es tal que se hace encantada. Lo más difícil es cuando viene un problema grande y te quita el sueño.
–¿Cuál ha sido la situación, comportamiento o crítica que más le ha molestado en estos ocho años?
–Me disgusté mucho con la polémica por la candidatura del Ayuntamiento para acoger el centro logístico del ejército de tierra. Me molestó mucho el tratamiento del tema que hizo la oposición porque yo hice todo lo que pude. Defendimos nuestro proyecto, en el que la enajenación de los terrenos de la base mixta podría haber supuesto recursos económicos para apoyar el proyecto. Pero siempre he sido consciente de que había nueve ciudades interesadas. Una lo iba a conseguir y ocho tenían que gestionar la decepción. Me decepcionó que la oposición fue contra mí. Me querían reprobar. Hubo mucha gente de otras ciudades que me ha dicho 'qué oposición tienes' por el tono bronco y agrio y por no saber desenvolverse en un tono de respeto al diferente.
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–¿Ha habido algún momento en el que haya dicho que esto no le merece la pena?
–Nunca. La responsabilidad siempre puede más. Yo soy una persona equilibrada y responsable. Para ser alcaldesa son condiciones 'sine qua non'. Hay que estar comprometida con la ciudad a muerte. No se pueden perder jamás los papeles. Un alcalde tiene que estar siempre en su sitio.
–Antes ha dicho que la realidad a veces pone límites infranqueables. Un alcalde de un Ayuntamiento como el de Segovia ¿tiene capacidad para transformar una ciudad a su gusto?
–Hay que marcar las estrategias de futuro de acuerdo con los límites que marcan la realidad y la legalidad. Un alcalde no puede desarrollar proyectos donde no se puede. Es una ilegalidad. Se ha hecho y hay casos de corrupción muy sonados. Pero este Ayuntamiento siempre ha trabajado con los informes favorables de los técnicos municipales y nunca nos hemos salido del carril que marca la legalidad. Siempre hemos hecho las cosas con fundamento. Evidentemente, podemos tener sueños para la ciudad y no disponer de los recursos económicos necesarios. Una ciudad pequeña tiene recursos limitados y lo primero que tiene que hacer es atender los servicios básicos.
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–¿Hay algún sueño que al principio pensó que se podía abordar y cuando se puso a ello vio que era imposible?
–No he vivido eso porque soy realista. Además he tenido los pies en el suelo y me he dedicado a resolver problemas que parecen pequeños pero que son trascendentales para quienes lo sufren. Ahí está el ejemplo de la colonia Anselmo Carretero. Esas cosas son importantes y no solo los grandes proyectos de ciudad. Son demandas y necesidades concretas de los vecinos en las que un alcalde tiene que estar. Cuando un vecino o una asociación llama por un problema, por muchos proyectos que tenga un alcalde, se tiene que atender. Es la política de zapatillas, de lo próximo.
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–¿En estos ocho años le ha decepcionado mucha gente?
–Algunas veces. Pero eso se va a quedar en la memoria. Han sido muchas más personas las que han mostrado una lealtad y una capacidad de trabajo extraordinarias. Esas son las personas con las que me quedo. Sobre todo me quedo con la cercanía de la gente, su afecto y su respeto.
–Si hubiera tenido fondos y posibilidades ilimitadas, ¿qué proyectos le habría gustado realizar en la ciudad?
–Estamos en uno que es muy ambicioso: la recuperación ambiental del valle de Tejadilla. La ciudad tiene recuperados los valles del Eresma y del Clamores, pero falta el de Tejadilla. Es un proyecto de muchos millones de euros, pero había que empezarlo. Eso es ambición, aunque haya que hacerlo poco a poco en el tiempo. Ya está hecha una pequeña intervención en la cabecera, está hecho el proyecto para la construcción del gran parque que va en la cabecera, está firmado el convenio para la renovación del colector. También está pedido para hacer con fondos europeos el proyecto de revegetación y reforestación de la zona. Es un proyecto de millones de euros. Es un proyecto soñado que ya está en marcha.
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–¿Y uno que no esté en marcha?
–Una remodelación de la plaza de Artillería que nos condujera a un alejamiento mucho mayor del tráfico del Acueducto. Rediseñando la plaza, alejando todavía más los vehículos del monumento, ampliando de manera extraordinaria la plaza peatonal para disfrute de los segovianos y de los turistas. Es algo que hay que hacer con mucho mimo, mucho cuidado y muy bien diseñado. Requiere de muchos recursos económicos, pero espero que sea posible en algún momento. El problema de los fondos europeos es la velocidad de vértigo para el desarrollo de los proyectos y su ejecución que permiten hacer un proyecto de mimo y cuidado para esa zona. Por eso nos hemos centrado en otros proyectos. Este requiere calma, reflexión, los mejores diseñadores... Tiene que hacerse en el futuro, pero con suma delicadeza.
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