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Sandra Alonso, de 33 años, y su marido, Ángel Cortés, de 36, han conseguido superar la covid-19 y ya están de nuevo en primera línea de batalla en Villalba (Madrid), donde trabajan como enfermera y médico, respectivamente. La pareja ha pasado el aislamiento en su casa, en San Rafael, junto a su pequeña hija, también recuperada. «Empezamos en marzo con los primeros casos en el hospital. Veíamos lo que estaba ocurriendo en China, donde el confinamiento era ya absoluto, pero aquí no se daban condiciones. Los casos aumentaron y mi marido, que es médico, no tardó en contagiarse. Después lo cogimos mi hija y yo. Afortunadamente, lo hemos superado los tres», cuenta Sandra, que ha pasado la enfermedad completamente asintomática. «Ángel estuvo con fiebre tres días o así y a la niña solo le subió un día. Yo no tuve síntoma alguno. Me enteré porque me hice la prueba y dio positivo. Al cabo de una semana me la repitieron y salió negativo. Volví al trabajo en poco tiempo, con todas las precauciones, claro», añade.
Las cosas han ido cambiando a mejor, pasados los caóticos días de marzo: «Por lo menos tenemos equipos de protección individual, gafas, pantallas protectoras, buenas mascarillas... En Villalba, el azote no ha sido tan brusco como en Madrid capital, pero también ha habido muchos casos, sobre todo en las residencias de mayores. En el Hospital tuvimos que improvisar sobre la marcha y conseguir diecisiete camas más de UCI, que no son pocas. Sabemos que en el Hospital de Segovia también se ha dado una situación crítica».
Ángel, el marido de Sandra, atiende asimismo como médico la residencia de mayores de El Espinar, donde la incidencia de la covid-19 ha sido menor que en otros centros de ancianos de la provincia de Segovia. En este caso, se hizo un trabajo preventivo que dio sus frutos.
Los días que ha pasado en su domicilio, aislada, Sandra ha podido reflexionar acerca de la pandemia: «Hablamos los dos y nos parece mentira que en los tiempos que corren se haya dado una pandemia de este calibre. No pretendo culpabilizar a nadie, ni al Gobierno ni a nadie, pero se podían haber evitado muchos casos si hubiéramos empezado con los cierres antes de lo que lo hicimos. Es verdad que se desconocía la magnitud que esto podía alcanzar, pero se les fue de las manos. Aquí no va a llegar el coronavirus –se pensaba– y acabó llegando».
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