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Fernán Ferreiroa ha encontrado refugio en Segovia para recuperarse de una rara lesión en la rodilla derecha que pone en peligro su carrera. Pocos jugadores de la Gimnástica Segoviana lograron en tan poco tiempo –entre 2016 y 2018– estrechar una relación tan sólida con la ciudad, la entidad y la afición ... . Por eso el gallego dejó su club en Chipre sin cobrar la mitad de su contrato –y era el mejor pagado de la plantilla– para operarse en España para recuperarse con su gente, con su preparador de siempre y en casa de Juan de la Mata.
Pese a cobrar cantidades astronómicas en comparación con los ingresos que percibía en Tercera, el futbolista profesional no olvida sus orígenes. «Mi objetivo, como mínimo, es recuperar el nivel que tenía antes de lesionarme. Estaba en el mejor momento de mi carrera».
Los problemas físicos de Fernán llegaron apenas un mes de desembarcar en Paralimni, una ciudad de unos 40.000 habitantes, para jugar en el Enosis Neon. «Llego en un momento muy bueno, el entrenador me ficha para que sea importante».
En pretemporada derrotaron al Apoel de Nicosia, el coco del fútbol chipriota. Dos días después, empezó el dolor de rodilla. La resonancia mostró un edema óseo que trató con reposo. Más de tres meses con infiltraciones para acortar plazos. Una vez que desapareció, volvió al césped, pero la molestia regresó a la semana. «Es una situación complicada porque el doctor dice que no debería tener dolor». Así llegó la Navidad de 2022.
De vuelta a España para pasar las fiestas, Fernán consultó a un médico de su confianza y descubrió la palabra mágica: osteocondrosis. Una úlcera en el cartílago de la rodilla. «Cuando tienes un agujero ahí, los huesos chocan entre sí porque no hay nada que proteja». Por eso llegaron las inflamaciones óseas. Ahí ya le dijeron que le esperaba una ausencia de un año porque las cirugías se basan en la regeneración del cartílago, un proceso complejo porque no tiene el riego sanguíneo de un músculo.
Cuando estuvo hace unos meses en una charla de la Asociación de Futbolistas Españoles se quedó con una frase de Fernando Reyes, uno de los fisioterapeutas de referencia: «El cartílago es la asignatura pendiente de la traumatología deportiva. No sabemos cómo funciona». Así descubrió que la rotura del ligamento cruzado, uno de los grandes miedos del futbolista por el tiempo de rehabilitación y por ser una lesión frecuente, no es lo peor que le puede pasar a una rodilla.
Al gallego le quedaban seis meses de contrato, así que había dos opciones: pasar ya por quirófano o ganar tiempo jugando infiltrado. Él tiene la rodilla 'vara', es decir, la parte interior sufre más que la exterior. Es esa morfología la que causa la úlcera. De vuelta a Chipre, jugó dos partidos. «El primero, bien; pero el segundo ya vuelvo a casa con un dolor que era inaguantable». Ahí decidió parar. «Se me presentaba una situación complicada porque tenía contrato, ellos solo me cubrían si me operaba en Chipre y yo quería hacerlo en España. Al final decido perdonar todo lo que me queda de contrato porque si quería pelear dinero me tenía que quedar allí. Y el club flipó, lo agradeció un montón».
Había dos formatos de operación: un gel o un parche. Las probabilidades de éxito eran similares –un 70%– y optó por la segunda por cercanía con el médico, Juan José García Cota, al que conocía de la cantera del Celta. «Nadie te asegura nada, hay muchos momentos en los que puede salir mal. Igual te queda bien para una vida normal, pero no para alto rendimiento». Solamente el parche regenerativo costaba 5.000 euros. Tras una despedida amistosa en Chipre, se operó el 8 de marzo.
Más de dos meses sin apoyar la pierna, aunque se moviera con muletas. Y adiós a la masa muscular. «Me quedo sin pierna derecha, básicamente. Me impactó muchísimo, sobre todo el tacto; me tocaba el músculo y era gelatina». Empezó en una clínica gallega con máquinas de magnetoterapia que ayudan a la regeneración, pero los plazos –siempre orientativos– vencían sin progresos. «Cuando me toca volver a andar, tengo muchas molestias. Me cuesta mucho dejar las muletas, tardé más del doble. Son momentos difíciles porque no sabes si va mal el injerto o si son otras cosas». Comprendió que esa masa muscular es el escudo de la rodilla. «Los futbolistas la destrozamos, estará reventada, pero como tenemos esa musculatura, no te duele nada».
La rareza de la lesión complica las cosas porque no hay apenas precedentes. «Han hecho cosas con gente que ha ido bien, pero también mal». Fernán conoció a Pablo Sanz cuando jugaba en la Segoviana y se convirtió en su preparador, más allá de la rutina del club, una relación que siguió en Barakaldo o Azerbaiyán. «Gran parte de mi rendimiento en la Segoviana fue gracias a Pablo. Llegué siendo un chaval y doy un cambio físico muy importante». Antes de viajar a Segovia para trabajar con él, le «abren los ojos» en el reconocimiento médico de la AFE: «Estás muy mal muscularmente. O te pones las pilas o va a ser imposible».
Fernán Ferreiroa
Futbolista
Llegó a Segovia en noviembre y regresó a pasar las navidades a Galicia, cinco semanas en las que «la mejora ha sido mucha» porque ha digerido más trabajo. Doble sesión diaria con su preparador, entrenamiento en piscina y sesiones de fisioterapia: entre cuatro o cinco horas diarias, casi un empleo. Ejercicios de fuerza para recuperar esa coraza de la rodilla y otros de estabilización, con gomas, por ejemplo. «El objetivo es volver a correr. Lo he hecho en la piscina, troto en series de cuatro o cinco minutos. El injerto se tiene que ir adaptando poco a pocos a estos impactos».
Ya puede decir que ha hecho sentadillas con 130 kilos, «que es bastante» y la rodilla derecha solo tiene un 20% menos de musculatura que la izquierda –cuando llegó a Segovia estaba en un 40%, una «barbaridad» – pero la clave es la carrera. «Si acabas ese proceso, lo normal es que todo vaya bien».
Así que las próximas semanas son la prueba de algodón. «Tengo que ver cómo me encuentro. Después de una lesión de rodilla, muchos jugadores no vuelven a ser los mismos. Necesito verme, no voy a firmar en un sitio si no voy a dar el nivel. En cuanto esté listo, buscaré la mejor opción, pero ahora mismo no me preocupa dónde voy a jugar. Me parece un poco tonto porque no sé ni si voy a poder volver a jugar al fútbol». No acortará plazos y se transmite a sí mismo optimismo. «Fer, es que igual vuelves mejor que antes. Me he cuidado mucho estos meses y estoy en muy buena forma».
Fernán Ferreiroa
Futbolista
El presidente de la Segoviana, Agustín Cuenca, y su entrenador, Ramsés Gil, ya le han abierto las puertas del club de cara a su rehabilitación. «Obviamente, voy a necesitar una transición al campo y me han trasladado que van a estar ahí para cualquier cosa».
Para Fernán, Segovia es casa. «Está todo cerca; en Galicia tengo todo lejos. Si puedo volver al campo, la Sego me vendría de gran ayuda para empezar a verme. Y encima es un equipo de nivel, no es que vaya a entrenar con el equipo de mi pueblo. Es gente que me va a poder exigir. Voy a aprovechar esa relación que hay y que siempre habrá. A la Sego siempre la voy a llevar conmigo». Así que tras esas primeras carreras, su vuelta al césped sería en La Albuera.
Vive con 'Juanchi' (Juan de la Mata), su «debilidad» desde que compartieron plantilla en aquellos años. «Es un jugador que tiene lo que a muchos les encantaría tener: fútbol. Y lo tiene innato, además. Disfrutaba muchísimo entrenando con él. El fútbol es como es y hay un montón de jugadores que podrían estar más arriba, pero él es uno de ellos. No me sorprendería nada, es muy especial». Y le sitúa como uno de los culpables de la racha azulgrana de cuatro victorias en los últimos cinco partidos, que ha situado al equipo segundo.
¿Ve a la Sego ascendiendo? «Van segundos, sí, obviamente. Ya no es por el equipo que hay, sino porque los resultados están ahí. Claro que sí, ojalá, me haría súper feliz». Tiene el cariño de los compañeros de aquella época –coincidió con Anel en el último partido de la primera vuelta ante el Atlético Paso– y de otros jugadores a los que conocía con anterioridad como Fernando Llorente o Javi Borrego.
«Mi vida en Segovia se basa en entrenar y estudiar porque la universidad [ingeniería informática] me exige bastante, pero ya he estado con ellos tomando algo después de algún entrenamiento o partido». Amigos que en el fondo no le quieren como compañero azulgrana porque le desean lo mejor, que recupere su versión profesional y esté lejos de la órbita del club. Pero él tiene los pies en el suelo. «Es que igual no tengo el nivel de la Sego, me queda grande. Les deseo lo mejor, voy a estar siguiéndolo. Dónde pueda yo acabar ahora mismo es especular».
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