«La enfermedad renal crónica ha sido una gran desconocida» porque los pacientes pensaban que solo se llegaba a ella cuando no había más remedio que acudir a diálisis para su tratamiento, que era «como el peor de resultados», revela la jefa del servicio de ... Nefrología del Hospital General de Segovia, María José Fernández-Reyes. Sin embargo, la «epidemia silenciosa» deja poco a poco de serlo, a pesar de que «el porcentaje de infradiagnóstico sigue siendo alto», precisa la especialista. Y es que muchas personas desconocen que padecen una enfermedad del riñón. «Más del 10% de la población presenta insuficiencia renal en algún grado»; sin embargo los pacientes aquejados por este problema de salud son más.
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Las campañas para la detección precoz, el cuidado de los riñones e iniciativas para avanzar en la prevención se han intensificado en los últimos años, ensalza la doctora. Uno de esos progresos a la hora de atajar y tratar a tiempo las enfermedades renales es la identificación del paciente, ya que «un porcentaje alto son personas con patologías cardiovascuales, hipertensas o con obesidad». María José Fernández-Reyes no se olvida al enumerar factores de riesgo que la afectación de los riñones también se produce por el mero envejecimiento, que redunda en un peor funcionamiento de los riñones.
La especialista señala que hay grados de insuficiencia renal. Si el daño es leve, es la propia Atención Primaria la que se hace cargo del asistencia; pero si por el contrario hay una afectación más grande y grave o si existe la previsión de un empeoramiento rápido, se deriva al especialista. La jefa de Nefrología del Complejo Asistencial de Segovia destaca la coordinación entre ambos niveles sanitarios.
Los casos más delicados por lo avanzado del daño renal que padece la persona son aquellos en los que estos órganos rinden por debajo del 30%. La especialista segoviana detalla que «son pacientes complejos» a quienes se les presta una asistencia continua y que requieren revisiones cada dos o tres meses.
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200 casos más complicados
El servicio de Nefrología atiende a unos doscientos enfermos renales cuyo diagnóstico es más complicado, añade la especialista. Sin embargo, la cartera de servicios de la unidad que dirige en el Hospital General es más amplia e incluye el tratamiento a aquejados por insuficiencia renal cuyos órganos arrastran un rendimiento por debajo del 50% de su capacidad. Estos pacientes necesitan la atención especializada. A su vez, «hacemos más hincapié en aquellas personas que además tienen otras, patologías, factores de comorbilidad como puede ser la insuficiencia cardiaca».
Al respecto, la responsable de Nefrología revela el propósito de articular una consulta conjunta con el servicio de Cardiología debido a las vinculaciones encontradas entre ambos males.
La provincia no sobresale con respecto a la prevalencia media que arrojan los conjuntos nacional y autonómico. «No llega a 110 incidentes por millón de habitantes», especifica la responsable del servicio de Nefrología. Una de las razones que están detrás de esta contención, a partir d los datos recabados del tratamiento renal a través de diálisis, se encuentra en el seguimiento que se hace por parte del departamento a través de «las consultas de la enfermedad renal avanzada».
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En diálisis
En torno a unos sesenta pacientes con los riñones enfermos se someten a la terapia médica que consiste en eliminar artificialmente las sustancias nocivas o tóxicas, especialmente las que quedan retenidas a causa de una insuficiencia en el funcionamiento de los órganos. Esa es la diálisis.
De los afectados que siguen este tratamiento, «un alto porcentaje recibe hemodiálisis en el centro Los Olmos, con el que trabaja la sanidad provincial para dar cobertura a esta demanda asistencial y que pertenece a la Fundación Renal Íñigo Álvarez de Toledo. A esta institución acuden entre quince y veinte pacientes. María José Fernández-Reyes apunta que el resto, que coincide con «los enfermos más necesitados», recibe el tratamiento en el Hospital General.
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El servicio de Nefrología del Hospital General arrastra «por primera vez» lista de espera en lo que respecta a las citas para las primeras consultas y las revisiones, admite la jefa de la unidad, María José Fernández-Reyes. La causa de estas demoras está, al igual que ha ocurrido con otras especialidades de la cartera de prestaciones sanitarias del complejo asistencial, en los estragos que la pandemia del coronavirus ha provocado en la actividad sanitaria habitual, esgrime la responsable del área. En este sentido, reconoce las dificultades que ha traído consigo la covid a la hora de mantener el trabajo del servicio. «Hasta en los peores momentos de la pandemia se ha intentado mantener el contacto con los pacientes porque, al ser casos complicados, podía surgir en cualquier momento la necesidad de diálisis».
La doctora pide disculpas por los trastornos en forma de demoras asistenciales. El equipo de Fernández-Reyes lo componen cinco especialistas nefrólogos, un refuerzo y dos residentes; pero «necesitamos más porque no llegamos a todo», añade.
Frente al infradiagnóstico en las enfermedades renales, se ha impulsado agregar a la analítica de rutina una prueba de orina, una sangre y otra de creatinina para medir el porcentaje de rendimiento de los riñones.
Hace unos años, el complejo asistencial puso en marcha la llamada diálisis peritoneal, un sistema que evita los tres desplazamientos a la semana, aunque sean cortos, a los que se ven abocados los enfermos renales para recibir la terapia. Son los propios pacientes los que se lo aplican en sus domicilios mediante una tecnología que permite la monitorización remota por parte del equipo de Nefrología. Para la jefa del servicio es un avance que poco a poco ha visto cómo ha aumentado su utilización en beneficio de la comodidad de la persona aquejada. La doctora agrega que, al año, entre diez y quince pacientes renales se someten a diálisis peritoneal.
Fernández-Reyes elogia la generosidad de la sociedad cuando habla de los trasplantes de riñón. En la provincia de Segovia viven cien pacientes trasplantados, afirma la especialista. Estas intervenciones se llevan a cabo en los centros de referencia de Valladolid o Salamanca. Asimismo, diferencia entre los trasplantes en vivo, de los que se hacen entre uno y tres al año, y que no es preciso que el paciente que vaya a recibir el órgano haya pasado por diálisis, algo que sí ocurre con los donantes cadáveres. «Todos los programas están activos», apostilla al referirse a las operaciones de trasplante que, además del riñón, incluyen la sustitución del hígado o del páncreas. El seguimiento se realiza en Segovia mediante consultas específicas en coordinación con los centros de referencia.
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