susana sierra
Cantalejo
Lunes, 10 de octubre 2022, 14:19
'El Principito' es uno de los libros más leídos de la historia. Se trata de una de las obras más famosas del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry. Fue publicado en 1943 y se le ha considerado como una de las mejores novelas cortas ... del siglo XX. Por ello, se ha convertido en la obra escrita en francés más vendida, traducida y leída de todos los tiempos. Aunque es considerado como un libro infantil, sus enseñanzas lo han convertido en una lectura casi obligatoria para cualquier edad.
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¿Qué tienen en común 'El principito' y el municipio segoviano de Cantalejo? El texto ha sido traducido a la gacería, el lenguaje secreto de los trilleros de Cantalejo, bajo el nombre 'El pitoche engrullón'. La editorial independiente Libros de Tuma ha sido quien ha llevado a cabo este proyecto con el objetivo de preservar esta jerga, prácticamente olvidada. Se trata del primer libro traducido a gacería.
Su editor, Álvaro de Benito Fernández, afirma que la elección de esta obra se basa en que era un buen instrumento para dar visibilidad al patrimonio lingüístico de distintas zonas de España. Por ello, desde la editorial también se ha traducido 'El principito' a la palra de El Rebollar, un dialecto leonés del sur de Salamanca, bajo el nombre de 'El principinu', y, por otro lado, también se ha transcrito al cheli, un sociolecto madrileño casi extinguido bajo el nombre 'El chaval principeras'.
«Mi padre es de Valverde del Majano, aunque se fue muy joven a Madrid. Él es quien me habló de la gacería, y aunque me sonaba, yo no tenía un conocimiento profundo ya que al final es una jerga profesional o un lenguaje secreto, entonces no estaba en mi radar de lo que es un dialecto o una lengua», señala de Benito Fernández. El editor afirma que le pareció muy curioso e inició una investigación sobre esta jerga que desembocó en Ana Rosa Zamarro San Atanasio, la traductora. Ella es natural de Cantalejo y es familiar de varias generaciones de trilleros. Tanto sus abuelos maternos como paternos practicaban este oficio y fueron quienes le enseñaron la gacería. Escribió varios poemas en esta lengua para un antiguo periódico local con el objetivo de preservar la jerga y que no se olvidase. De Benito se puso en contacto con ella para ofrecerla ser la traductora de 'El principito' a gacería.
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«Fue en navidades, me acuerdo de esa fecha porque luego pensé que había sido como un regalo de Navidad. Él me ofreció su proyecto, me contó su idea y para mí fue como abrir los ojos y decirme 'me están ofreciendo algo que llevo esperando muchísimo tiempo y no sabía que era esto lo que estaba esperando'. Yo siempre he tenido la idea de que no se me olvidara la gacería o seguir fomentándola porque, al final, lo tenía un poco vinculado al recuerdo de mis abuelos. Si olvido la gacería, olvido muchos recuerdos que yo tengo de estar hablando con mis abuelos», recuerda Zamarro San Atanasio.
La traductora señala que al principio le vinieron muchas dudas e inseguridades al tener que traducir una obra tan popular. Sin embargo, afirma que desde el comienzo le pareció un buen proyecto y que «creyó» en él desde el minuto uno. Así, empezó a elaborar el primer capítulo y se lo mandó al editor. De Benito Fernández contestó que le gustaba mucho y que siguiera con ello por que se iba a llevar hasta el final.
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La traductora explica que la gacería surgió de los tratantes de los trilleros cuando iban por distintos lugares de España a vender esta herramienta. Añade que se aprendió casi de forma «inconsciente», ya que cuando viajaban a veces no entendían a la gente con la que comerciaban. Algunos hablaban gallego, otros euskera, asturleonés, extremeño o caló, y ellos, al estar varios meses en esas zonas del país, fueron recopilando palabras sueltas. Al volver en invierno y ponerse a trabajar en los talleres creando los trillos, contrataban a muchas personas del pueblo para hacer jornales, y en esos espacios intercambiaban las palabras, formándose progresivamente la gacería. «La utilizaban ellos para defenderse cuando se iban fuera a vender los trillos. Cuando veían a otro cantalejano hablaban en gacería, porque igual que algunos hablaban caló, por ejemplo, y los de Cantalejo no les entendían, ellos hablaban la gacería para que los del caló tampoco pudieran entenderles a ellos. Al final era todo dentro del trato», explica la traductora.
En este sentido, cuenta que ella en concreto jugaba a la gacería con su abuelo materno. Él le decía una palabra, y ella intentaba componer frases. A su vez, afirma que no se habla en el pueblo ya que la gente de su generación solo conoce palabras sueltas. Existe un glosario que se puede encontrar en Internet que recopila todas las palabras en gacería, que en total son unas 300.
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«Son palabras sueltas, y la gente de mi edad las ha aprendido como tal y por eso nos cuesta muchísimo a todos nosotros hacer una oración o un párrafo. El problema es que no tiene todos los verbos, no tiene muchos adjetivos, no tiene muchos nombres como por ejemplo el de los meses, por lo que está muy limitado», indica la traductora.
Zamarro San Atanasio explica que cuando empezó a adaptar las palabras no tuvo muchos problemas, pero se percató de que utilizaba demasiadas en castellano. Entonces decidió que tenía que pensar y vivir en gacería, como si realmente fuera su único idioma y no tuviera más vocabulario con el que poder expresarse. Pero a su vez se presentaba otra dificultad, ya que como la gacería era un lenguaje tan limitado, había algunos términos que tenía que describir.
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«Dentro de la gacería, al no tener todas las palabras, lo que se hace es la descripción de la misma. Por ejemplo, para decir 'el zorro', no hay una palabra en gacería que se refiera a dicho animal, entonces yo pensaba en cómo mi abuelo me decía a mí 'que viene un zorro', y era: 'el gazo cacelo que quilla las picanterras', es decir 'el perro malo que hace daño a las gallinas'», explica.
De Benito Fernández, en cuanto a su política de distribución explica que se realiza en puntos muy concretos y, en la medida de lo posible, que sean negocios locales e independientes. Él considera que este tipo de traducciones a los primeros a los que tienen que llegar es a los de la zona. Por ello, 'El pitoche engrullón' se puso a la venta en dos librerías de Cantalejo, en una en Segovia capital y finalmente en Internet, en www.elprincipitoenidiomas. com.
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También señala que la editorial no fabrica los ejemplares «como churros» para que lo tengan coleccionistas, sino que se comprende como algo más cercano, más local. Y es que, la primera traducción de 'El principito' a gacería ha sido todo un éxito, colgando el cartel de agotado en las librerías de Cantalejo y Segovia y hasta en la web ha funcionado. Por ello, el editor asegura que ya está trabajando en sacar una segunda edición.
A la presentación del libro acudieron niños de sexto de primaria del colegio de Cantalejo y se llevaron unos ejemplares. Zamarro San Atanasio afirma que eso la emocionó porque cuenta que ella quería que los niños leyeran el libro, se distrajeran y aprendieran disfrutando de la obra. También señala que los profesores fomentan a los alumnos la gacería diciéndoles ciertas palabras del glosario y haciendo que los niños construyan frases. Por ello, piensa que 'El pitoche engrullón' puede convertirse en una especie de herramienta educativa que ellos pueden usar para aprender la gacería y que no se pierda.
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«Para mí, 'El principito' en gacería es un libro que va ser leído por personas de todas las edades, que va a estar en todos los lugares del mundo por ser un libro tan famoso, tan bonito y al final la gacería no va a quedar en el olvido. Va a viajar de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad como viajaron nuestros abuelos y en recuerdo a todos ellos, a los abuelos, espero que todo el mundo disfrute de la lectura», concluye Zamarro.
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