Más de 400 personas mayores requieren acompañamiento médico en Segovia

La Concejalía de Servicios Sociales tenía en julio a 420 personas atendidas en el servicio de ayuda a domicilio. Entre esas tareas está la de acompañamiento, que sucede puntualmente, pero no existe la opción de contratar este servicio de forma exclusiva. «Prácticamente todos los usuarios lo han necesitado alguna vez», subraya la concejala de Servicios Sociales, Ana Peñalosa. El dato municipal es global y no cualitativo. «Quien no lo tiene hoy lo tendrá mañana. Lo que pasa es que unos se valen por sí mismos o les acompaña un familiar. Lo que sí podemos decir es que estos 420 no van solos y la mayoría van acompañados del auxiliar a domicilio». Acompañar no es fácil si el propio interesado no quiere compañía. «Algunas personas lo rechazan porque quieren hacer ver que se valen por sí mismas. Otras ven el médico como algo reservado y quieren ir solas. O no quieren que vaya una tercera persona, sino un familiar».

El Ayuntamiento disponía de un programa específico de acompañamiento al médico, pero había pocos casos y se usaba de forma incorrecta. «La idea era que las personas mayores fueran acompañadas al médico, pero muchos no quieren. Entonces, lo que hacían era usar ese servicio para llamar al taxi y que les lleve, pero esa no es la idea, sino el acompañamiento físico y moral cuando uno va al médico. Como eso no estaba siendo utilizado así, decidimos prestarlo a través de la ayuda a domicilio», explica la concejala.

El servicio completa las carencias de cada persona. En el ámbito personal se cuida la higiene, el aseo y el vestido de los usuarios, desde acompañarles al baño o asearles. También cubre la movilidad dentro del domicilio, desde levantarles a acostarles o cambios posturales. Por otro lado, la supervisión y el control de la alimentación, lo que implica ayudarles a comer si es necesario. En el ámbito doméstico están la limpieza y el orden del domicilio, cocinar, ir a la compra o el manejo de electrodomésticos. Y la propia compañía, como la asistencia a las gestiones fuera del hogar. Aquí entraría el desplazamiento a un centro de salud o al hospital.

Los técnicos de Servicios Sociales evalúan si el caso es susceptible de entrar en el programa de ayuda a domicilio. En esencia, se tiene en cuenta su entorno. «Cuando van allí es porque realmente lo necesitan», subraya Peñalosa. Los requisitos son estar en soledad y no valerse por sí mismos. Y muchos casos derivan de un reconocimiento previo de su grado de dependencia. Aunque hay personas que rechazan ayuda externa, su caso llega a través de terceras personas o incluso del propio Ayuntamiento. «Es un servicio más de apoyo a la familia que no tiene facilidades para ocuparse de ellos».

Las citas médicas suelen conocerse con antelación, salvo imprevistos como una urgencia que pueda requerir acompañamiento durante horas y altere el cuadrante diario del auxiliar. «Se gestiona con la comunicación previa del usuario. Nos dice, tengo cita el día tal. Y nosotros planificamos. A los usuarios que no tienen el servicio todos los días, les aconsejamos que pidan la cita para que coincida con los días que tiene auxiliar. Cuando no es posible, tenemos que cambiar el auxiliar para que acompañe a la persona», explica la coordinadora del servicio, Ana Borreguero. Las consultas médicas de rutina no suelen generar dificultades. «Y para las extraordinarias, quien tiene familia suele llevar compañía. Como hijo quieres ir a que el neurólogo te diga cómo ve a tu padre. Pero hay gente que no tiene a nadie aquí y no va a venir la hija de Málaga a una consulta si no se prevé que sea grave».

La familia trata de estar pendiente en la distancia. «Es habitual que el hijo nos diga que pidamos al neurólogo que le llame cuando acabe la consulta», relata Borreguero. El auxiliar da el recado al médico. «En Segovia son muy pocos los casos en los que no hay nadie, ya sea una sobrina, un ahijado, una vecina que es como de la familia o una prima. Otra cosa es que en el día a día esas personas de referencia no puedan atender sus necesidades».

En los casos donde no hay hijos pendientes, el apoyo es aún más importante. En muchos casos, la relación entre auxiliar y usuario trasciende lo profesional, pero Borreguero deja claros los límites. «Es un servicio de apoyo para que el usuario pueda seguir en el domicilio con el resto de apoyos que cada uno tiene. Es una parte más, no la única. El límite es muy difícil de precisar. La única línea roja es no hacer ninguna tarea que competa al sistema sanitario». Por ejemplo, curas complejas. Se cortan las uñas, pero si están muy mal, remiten al usuario al podólogo. El servicio cuenta con 70 auxiliares fijos en plantilla: la inmensa mayoría son mujeres. Entre los 420 usuarios hay todo tipo de perfiles, desde quien necesita un auxiliar dos horas a la semana para apoyar en tareas domésticas a los grandes dependientes, que requieren apoyo todos los días del año.

La pandemia ha planteado situaciones muy extremas al acompañamiento. «La situación era límite para todo el mundo. Los hijos no podían venir, los mayores se ponían malos...». Ante la falta de compañía, las peticiones de ayuda llegaban por cualquier canal. «Hemos tenido llamadas de auxilio de gente que ni conocíamos pidiendo que mandásemos a alguien a cuidar a su padre porque su madre estaba ingresada. Gente que se ha quedado muy descolgada y no encontrábamos ni internas ni no internas». Borreguero pone en valor la «suerte» de que el número de auxiliares contagiadas en la peor fase del covid fuera bajo. «Lo hemos paliado como hemos podido entre todos. Pero han sido momentos muy difíciles, yo prefiero no recordarlos», concluye.