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El Viveros Herol Nava recordó este viernes el peaje de competir en la máxima categoría del balonmano español: pequeños errores, grandes consecuencias. Los segovianos iniciaron ... bien su debut liguero en Granollers, una pista con buen fario en el que habían empatado dos de sus tres visitas. Cuarto de hora de tú a tú con uno de los grandes cuando el entrenador navero, Álvaro Senovilla, pidió tiempo muerto. Bastaron segundos para encadenar una pérdida, un golazo a media cadera de Andrei, una exclusión de Moyano, un penalti de Urdangarín y dos transiciones más, una de ellas a puerta vacía, para que un parcial de 3-0 rompiera la contienda. A partir de ahí todo se puso demasiado cuesta arriba para los segovianos, que cumplieron a su pesar el papel de recién ascendido y tendrán que esperar al próximo domingo para estrenar su casillero de puntos en Nava de la Asunción.
BM Granollers
Roberto Rodríguez (1), Faruk Yusuk (1), Guilherme Laranjeiro, Víctor Romero (1), Oriol Rey (4), Bruno Reguart (4), Gerard Domingo (2), Iván Montoya (3), Joan Amigó (3), Pablo Guijarro (2), Ferrán Castillo, Sergi Franco (1), Iosif Andrei (9), Pablo Urdangarín (4), Antonio García (2)
37
-
29
BM Nava
Luis de Vega (1), Andrés Moyano (7), Borja Méndez, Andrés Vila (1), Dani Pérez, Mario Nevado (1), Francisco Ahumada (1), Dani Palomeque, Gonzalo Carró, Jakub Prokop (4), Dragan Soljic, Óscar Marugán (3), Roberto Pérez, Dzmitry Patotski, Tomas Smetanka (5) y Pablo Herranz (6).
PARCIALES CADA CINCO MINUTOS: 3-2, 6-5, 7-5, 11-7, 16-10, 20-13 (Descanso), 23-16, 26-19, 29-21, 32-23, 33-27, 37-29.
ÁRBITROS: Florenza Virgili y Ausas Busquets. Señalaron cuatro exclusiones al equipo local y una al visitante. Daniel Palomeque vio la tarjeta roja.
INCIDENCIAS: Palau D'Esports.
Los segovianos pagaron los platos rotos de un Granollers dolido tras su eliminación europea en penaltis ante un equipo rumano. El cuadro catalán fue fiel a su estilo vertiginoso de ataques rápidos alimentados por las transiciones. Competir ante un rival así exige mantener un ritmo anotador alto porque es difícil remontar ante un rival que rara vez funde los plomos en ataque. El Nava aguantó el ritmo durante cuarto de hora gracias a la capacidad anotara de Moyano o Prokop y a las paradas de Patotski, pero su aportación goleadora se quedó corta.
El primer ataque de la temporada segoviana terminó en un lanzamiento en pasivo de Méndez que detuvo Roberto Rodríguez, el portero sevillano que frustró a los segovianos con porcentajes cercanos al 50% en los mejores tramos de su equipo. El central forzó después el primer penalti, que embocó Óscar Marugán para abrir la cuenta visitante. Un navero anotó el primer gol del club en su regreso a Asobal. El Granollers anotaba con comodidad en seis metros por la fortaleza de sus pivotes o por la versatilidad de sus extremos, capaces de escabullirse para encontrar el canal central. Mientras, el Nava necesitaba trazar genialidades como el primer gol de Francisco Ahumada. El chileno lanzó al ángulo largo con el brazo izquierdo, corrigiendo en el aire gracias a un certificado para ganar espacio. En el flanco opuesto, el esfuerzo acrobático de Marugán se encontraba con la madera.
El Granollers sumaba sus primeras ventajas (5-2) y el Nava reaccionaba con el tándem Prokop-Moyano, su comodín en Plata. Dos goles del eslovaco por el carril central y uno del argentino, activo en defensa, y partido empatado. Dzmitry Patotski igualaba la apuesta del portero rival parando el primer penalti o dejándose el tipo para desviar un misil tierra-aire de Yusuf que llevaba dinamita. Su mejor parada llegó ante Guilherme desde seis metros, una acción que los catalanes habían salvado in extremis tras el aviso de pasivo. Como en balonmano las alegrías se realimentan, Prokop marcaba acto seguido un golazo desde más de diez metros. Pasado el cuarto de hora, partido abierto (7-6).
Llegó entonces un tiempo muerto de Senovilla que, paradójicamente, disparó al Granollers. Su equipo falló la última bola que tendría para empatar y se vio en inferioridad tras una falta de Moyano para frenar el contragolpe. El pucelano tiene claro que la permanencia pasa por asumir riesgos, así que vació la portería, una rutina asumida ya por todos en balonmano. Pablo Urdangarín, que ha llevado su heráldica desde el Barcelona, embocaba a puerta vacía el 10-6 y abría una herida sin retorno.
El Nava encadenaba aciertos como la atinada definición de Andrés Vila con errores como el de Pablo Herranz, pisando la línea de seis metros antes de marcar. El Granollers seguía martilleando la línea de seis metros y sumaba añadidos como el de Antonio García, su veterano de mil quilates, que limpió las telarañas de la escuadra con un latigazo de escuela y, poco después, sumaba otro tanto gracias a un rebote. Dos goles que valen lo mismo. La suerte no sonrió a los segovianos cuando trataban de agarrarse; Patotski detuvo un penalti de Urdangarín, pero el nieto del rey emérito recogió el rechace y anotó a la segunda el 17-10. El Nava se precipitaba y aquello no solo desembocaba en balas malgastadas, sino en transiciones veloces de Amigó –mal nombre para un rival– o Romero. O en un pase de quarterback del portero a Urdangarín, el quinto gol consecutivo de los locales, que estiraba al 12-4 el parcial tras aquel tiempo muerto. Solo Moyano, que marcó los últimos cuatro goles visitantes de la primera parte, limitó daños al descanso (20-13).
El Nava mantuvo el tipo en el segundo tiempo, pero no mejoró suficiente en ataque ni dominó con su defensa. Smetanka se sumó a la nómina de goleadores con un par de lanzamientos en carrera marca de la casa, pero la acción en la pista era un intercambio de goles. Pese a los esfuerzos segovianos, el reloj avanzaba y la diferencia no encogía. La nota negativa se la llevó Dani Palomeque, que vio la roja en su debut por frenar la internada de un rival con un golpe en la cara. Entonces el Nava caía 29-21.
Pese a la derrota, Senovilla tenía también motivos para sonreír. Su mensaje a la plantilla es el de aprovechar cada instante de competición, aunque la victoria se haya escapado, aunque delante esté el inabordable Barça. El cómodo marcador incentivó una cierta relajación en el cuadro local, pero los segovianos fueron a más en el tramo final y obligaron al rival a pedir el tiempo muerto de la prudencia tras un parcial de 4-0. Quedaban siete minutos y el Nava marcó un gol más para ponerse a cinco goles (32-27). Gran culpa la tuvo con seis goles Herranz, el navero que se marchó cedido a Villa de Aranda como adolescente y ha vuelto como un adulto. Pero maquillar el resultado es una cosa y remontarlo es otra. Y al Granollers le bastaron un par de definiciones para ahuyentar fantasmas.
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