
Paulina Montero, asistente religiosa en el Hospital: «Las escenas de estos meses es lo más duro que he visto en mi vida»
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Religiosa y enfermera, se encarga del acompañamiento humano y espiritual de los enfermosclaudia carrascal
Segovia
Lunes, 8 de febrero 2021, 23:45
La pandemia de la covid-19 está generando momentos extremadamente complicados en todos los hospitales. «Resulta dantesco ver a tantos pacientes en situación muy grave ... y sin una cura definida para su enfermedad». De hecho, Paulina Montero, que ejerce como asistente religiosa en el Hospital General de Segovia desde el año 2019, confiesa que las imágenes que guarda en la retina de estos últimos meses son las más duras de su vida.
La primera reacción de los pacientes al ver a Paulina es de asombro, pero reconoce que tras unos instantes «comprenden cuál es tu labor, ven que empatizas con ellos y se sienten escuchados». Esta mujer es consciente de que el acompañamiento que realizan ella y los dos capellanes del hospital ahora es «más importante que nunca» porque los protocolos sanitarios impiden a las familias estar al lado de los enfermos en un momento tan complicado.
«Sean creyentes o no, agradecen un rato de charla porque el sentimiento es el mismo para todos, están tristes, angustiados, con mucha incertidumbre y se sienten solos», explica. Por eso, a aquellos que no tienen teléfono móvil les ofrece el suyo para que puedan contactar con su familia. «Les da mucha alegría poder escuchar a sus seres queridos, es una manera de humanizar un poco su estancia en el Hospital», apunta.
Paulina se siente muy orgullosa de poder estar «en primera línea» en esta crisis sanitaria y afirma que ayudar de este modo es «una gracia» que le ha concedido el Señor. «Me enriquece y me ayuda a vivir con humildad, sencillez y de forma cercana al prójimo», añade. No solo los pacientes mayores buscan el consuelo y el desahogo en Paulina, cada vez son más los jóvenes que se acercan a ella. También sirve de apoyo a los familiares y los propios sanitarios, inmersos en la vorágine del día a día. «A veces no hace falta decir nada, nos cruzamos por el pasillo y tanto los sanitarios como nosotros ya nos sentimos fortalecidos y apoyados en nuestra misión», subraya.
Paulina es enfermera y, aunque se jubiló hace un par de años, es capaz de ponerse en la piel de sus compañeros sanitarios, que se encuentran «completamente desbordados y agotados porque ven mucho sufrimiento todos los días». También comparte con ellos momentos de alegría, especialmente cuando los enfermos se recuperan después de largos periodos en la UCI.
Su labor siempre ha tenido un punto de psicología, pero ahora esta necesidad está todavía más patente porque «estamos viendo cómo caen en pocos meses muchas de las aparentes seguridades en las que se sustentaba nuestro estilo de vida». Como ejemplos, destaca la soledad impuesta por los confinamientos, la muerte sin duelo, la incertidumbre laboral y sanitaria o el miedo. Durante sus largas jornadas en el Hospital segoviano, Paulina se encarga del acompañamiento humano y espiritual de la celebración de la Palabra, la distribución de la comunión, la recomendación del alma y también de la preparación de los enfermos para los sacramentos como la extremaunción.
Tanto ella como los capellanes hacen guardias de veinticuatro horas para estén atendidos en todo momento. Son conscientes del riesgo que supone para ellos permanecer tanto tiempo en un hospital y estar en contacto con pacientes infectados por coronavirus, sin embargo, aclara que las medidas de seguridad que emplean son muy rigurosas para «no contagiar ni contagiarnos». Al respecto subraya que «es importante tener la máxima precaución, pero sin obsesionarse».
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