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El director del Museo Rodera-Robles, Rafael Cantalejo, y el comisario de la exposición, José Manuel Riosalido. Antonio de Torre

De paseo por la Segovia rural de 1950

El archivo fotográfico de Riosalido, exhibido en el Museo Rodera-Robles, saca a la luz el día a día de los paisanos de la provincia en los años previos a la despoblación

Viernes, 23 de junio 2023, 00:46

Hay tradiciones, edificios y riquezas patrimoniales que se oyen, pero no se ven, ya sea por su desaparición con el paso del tiempo o por ser propios de un momento fugaz. En la década de 1950, los pueblos segovianos atestiguaron numerosos hitos, desde yacimientos arqueológicos, ... fiestas y paisajes pintorescos a la industrialización y posterior despoblación. Algunos han llegado intactos a la actualidad, mientras que otros salieron a la luz por primera vez en años gracias al legado del fotógrafo Manuel Riosalido.

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Después del viaje al pasado de Segovia capital con una triología de exposiciones, el Museo Rodera-Robles acoge la historia visual de la transformación de la sociedad rural de la provincia en plena mitad del siglo XX. Los protagonistas de las 82 imágenes son los paisanos de los pueblos, algunos ya extintos, como San Miguel de Neguera, en Sebúlcor; y sus tradiciones. En el recorrido fotográfico se puede observar un espectáculo taurino en el coso desmontable de Turégano, costumbre que aún pervive.

Arriba, trabajadoras de la antigua fábrica de achicoria en Cuéllar. Abajo, una piara por las calles de Cantimpalos y las obras de reconstrucción del castillo de Coca. Manuel Riosalido

Los escenarios más habituales están conformados por calles sin asfaltar, edificios decadentes, inauguraciones, descubrimientos o labores propias de la época. Ahora sorprende ver una piara de cerdos en pleno casco urbano de Cantimpalos, cuando en la óptica de los vecinos de 1950 es un recuerdo recurrente.

Son anécdotas conocidas solo por «nuestros mayores», subraya el director del museo, Rafael Cantalejo, quien ejemplifica con el trabajo mayoritariamente femenino en la antigua fábrica de achicoria de Cuéllar, que fue sustento de cientos de familias; o la unión trillera de Cantalejo. Pero también con la inauguración de la Escuela de Capataces de Coca a cargo de Franco o las obras de reconstrucción del castillo.

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El fotógrafo documentó en detalle el estado de semiabandono de la iglesia de San Martín de Fuentidueña, cuyo ábside fue arrancado y trasladado a Nueva York, además de las excavaciones de la necrópolis visigoda de Madrona. Cientos de miradas captaron la extracción de esqueletos de las tumbas que ahora se clasifican como un valioso yacimiento del país. Los visitantes observaban ojipláticos la calle Reina de La Granja sin asfaltar, o la visita de Menéndez Pidal a la ermita de Santiuste de Pedraza.

Un millar de fotos

La labor de identificación ha sido un proceso complejo. No había títulos ni nombres, solo algunas identificaciones apuntadas en un pequeño cuaderno. Son cerca de 1.000 fotografías seleccionadas del total de 210.000 que hay archivadas. «Hay pueblos que no sabemos cuáles son», subraya Cantalejo, por lo que anima a la colaboración ciudadana. Han pasado 70 años, pero «estoy seguro de que todavía vive gente de esas épocas que puede reconocerlas», reitera el comisario de la exposición e hijo de Foto Río, José Manuel Riosalido.

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Franco, en su visita a la Escuela de Capataces Forestales de Coca. Manuel Riosalido

Este mismo mes ha terminado de escanear el último negativo. Ahora, recuerda los días en que veía a su padre recorrer la provincia en vespa y, a continuación, revelar las fotografías en el laboratorio. Al final de la tarde, entregaba las instantáneas en la Plaza Mayor al «ordinario», un hombre que las transportaba hasta Madrid.

'El valor de la mirada (IV)', como se titula la exposición, radica en que los momentos captados en la retina por el fotoperiodista pervivirán a partir de ahora en la memoria de los segovianos. «Hay muchas más fotografías», sostiene Riosalido, a la vez que Cantalejo corrobora que «queda mucho que contar».

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