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Segovia
Domingo, 28 de julio 2019
Conservar valores del medio natural, compatibilizar el uso público con la conservación de los usos tradicionales, concienciar a la población local y a los visitantes con programas de educación ambiental, dinamizar la participación y el desarrollo económico local, ofrecer unos servicios de calidad y desarrollar ... actividades con seguridad. Estos son los objetivos son los que persigue el Parque Natural de las Hoces del Duratón desde que el 11 de junio de 1989 obtuvo la declaración de espacio natural. Treinta años de «un hito importante» –según recuerda el director del parque, José Luis Higuera– que ha permitido conservar el segundo espacio natural declarado en España tras el de los Picos de Europa.
«Hoy sería imposible entender el parque sin esa declaración», afirma Higuera. Tras años de lucha, las Cortes de Castilla y León tramitaron una ley para proteger y conservar una zona de alto valor ecológico. Para ello, la declaración establecía la regulación del espacio natural comprendido entre los términos municipales de Sebúlcor, Carrascal del Río y Sepúlveda. «Había que empezar a hacerlo, pero no en el sentido de prohibir, sino de trabajar en la conservación». Conductas como la que el propio Higuera protagonizó en su juventud para descubrir las Hoces del Duratón, cuando, «con un coche destartalado» llegó a pocos metros de la ermita de San Frutos, dejaron de ser posibles con la declaración de espacio natural.
La evolución positiva durante los últimos treinta años es innegable con una mejora del paisaje y una mayor cantidad de las especies que allí habitan sin trastornos para los usos agrícolas y ganaderos. La buena salud de la que goza el parque, según Higuera, también se ha traducido en un aumento de los visitantes a las Hoces del Duratón, un lugar «sorprendente» cada vez más conocido. En 2018, entre 200.000 y 250.000 personas acudieron al parque.
La estimación de visitantes se realiza a través de los distintos medidores. Uno de ellos es la propia Casa del Parque de Sepúlveda, que recibió el año pasado a más de 24.500 personas. La gran mayoría, dos terceras partes, fueron adultos de entre 18 y 65 años, mientras que un 15% fueron niños menores de 12, lo que demuestra el atractivo que las Hoces del Duratón tienen como destino turístico familiar. Cerca de un 10% de las visitas fue de personas mayores de 65 años y un 8% jóvenes de entre 12 y 18.
Según la memoria anual, tres cuartas partes de las visitas a la Casa del Parque las realizaron familias y grupos de amigos. A gran distancia se encuentra la segunda opción más habitual, las excursiones escolares (2.700 visitas en 2018) o de asociaciones (más de 1.600). También hay personas que optan por descubrir los encantos del impresionante cañón de las Hoces del Duratón en solitario, aunque se trata de una alternativa por la que solo se decanta el 1% de los visitantes.
Las visitas registradas en la Casa del Parque son completadas con los datos que se obtienen en los aforadores para determinar la estimación total de visitantes. El de Villaseca, situado en el inicio del camino que conduce a la ermita de San Frutos, registró en 2018 el paso de más de 32.100 vehículos ligeros y de 1.150 pesados. «Así tenemos una ida de cuántos visitantes vienen», declara Higuera, que pone en valor el aumento registrado durante los últimos años, aunque todavía lejos de las cifras con las que contaba el parque durante los años de crisis (50.000 visitas a la Casa del Parque de Sepúlveda).
Si la evolución de las visitas durante los últimos años mantiene satisfechos a los responsables del Parque Natural del Duratón, también son más que satisfactorios los resultados conseguidos durante los últimos años en el control y protección de las distintas especies que habitan en el espacio natural. Si en 1989 la población de buitre leonado, el ave más característico de las Hoces del Duratón, apenas llegaba a las 250 parejas, treinta años después la población se ha triplicado y alcanza las 750. «Ahora mismo es la población ideal», indica José Luis Higuera.
«Es una de las cuestiones por las que estamos más contentos», añade el director del parque natural. Para lograr ese aumento de la población del buitre leonado, señala la importancia que han tenido las medidas recogidas en los planes de las Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y de las Zonas Especiales de Conservación (ZEC).
El control y protección ejercido sobre la población de buitres leonados se intenta trasladar también a otras especies, como la cría del halcón peregrino o del milano real nidificante, dos tipos de aves de los que se realiza un especial seguimiento durante los últimos meses. «Es un juego, una partida de ajedrez en la que hay muchas piezas que mover». Ahora, los movimientos se centran en el milano real, una especie migrante hacia el centro de Europa que en los meses de invierno busca mejores condiciones meteorológicas en Castilla y León. «El nidificante, el residente, es el que nos preocupa más y es el que queremos que ponga huevos aquí», indica Higuera, quien asegura que por el momento en el parque natural no se producen problemas de sobrepoblación con ninguna especie.
Los segovianos son los que más visitan el espacio natural. «Toda la provincia lo tiene muy arraigado. Lo consideran suyo aunque no esté en sus pueblos», afirma Higuera. Tras Segovia, la cercanía con tierras pucelanas hace que Valladolid sea la segunda provincia de la región con más visitantes. Pero si es por proximidad, el mayor mercado de turistas del parque se encuentra a apenas hora y media, en la Comunidad de Madrid. Durante los puentes que son fiesta en la capital de España, el parque nota cómo sus senderos y caminos se llenan de visitantes madrileños. También es destacable la afluencia de visitantes del País Vasco, Cataluña y, durante los últimos años, de la Comunidad Valenciana.
«La persona que viene suele repetir y transmitir a sus conocidos que ha estado en un sitio que merece la pena», apunta el director del parque. Mientras que los vecinos de las localidades próximas están acostumbrados a las especiales características del paisaje y la fauna del espacio natural, los visitantes foráneos suelen terminar sus visitas impresionados. «Aquí estamos acostumbrados a los vuelos de los buitres, casi rasantes, por encima de nuestras cabezas. Para los de fuera es algo impresionante, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de aves salvajes y no de las que puedan encontrar en un zoológico». Un ejemplo que sirve para demostrar ese impacto que produce visitar las Hoces del Duratón lo comprobó de primera mano un representante de la Comisión Europea. En la década de los noventa, y en plena crisis por la enfermedad de las vacas locas, un miembro de la UE llegó a las Hoces del Duratón para comprobar el impacto que había causado en esta zona la prohibición de dejar las carroñas para las aves de los ganados extensivos. «Se marchó convencido de que su informe debía ser favorable a que los ganaderos de extensivo pudieran volver a dejar las carroñas en el campo de una manera ordenada», recuerda Higuera.
Por días de la semana, son los viernes y los sábados los que más actividad se registra, mientras que los lunes y martes, jornadas en las que la Casa del Parque de Sepúlveda cierra sus puertas, son los que menos visitantes se reciben. La afluencia de turistas a la lo largo del año está sujeta por un lado al tiempo atmosférico, y por otra parte a la disponibilidad de tiempo por parte de los visitantes. Los meses menos adversos son los que permiten un mayor disfrute de las posibilidades que ofrece una visita a un espacio natural. Por ello, no es de extrañar que las visitas se concentren en primavera y otoño.
Por el otro lado, la primavera y el verano son las épocas de mayor afluencia (abril y mayo sobre todo), con momentos en los que la gran cantidad de visitantes hace rozar la saturación del parque. Es el caso de Semana Santa, el puente del 1 y 2 de mayo, la festividad de la Virgen de la Asunción o el puente del Pilar. «Es algo que no es bueno», subraya Higuera, quien recuerda como durante el pasado puente del 2 de mayo (festivo en Madrid) se produjo «cierto colapso» en los caminos de acceso a la ermita. «Es muy puntual y también es cierto que los visitantes se comportan, saben que vienen a un espacio natural y respetan el entorno con paciencia. Pero podemos caer en el ridículo de la masificación», añade el director del parque.
Para mantener una evolución positiva sin caer en los peligros que supone la masificación, Higuera reclama más personal. «Lo necesitamos para poder atender bien a los visitantes. Es esencial», señala. En la actualidad cuentan con dos agentes medioambientales relacionados con el parque, además de con los agentes de la comarca de Boceguillas (que también prestan servicio en las Hoces del río Riaza), un técnico de la Fundación Patrimonio Natural, una cuadrilla de mantenimiento de tres personas y el personal de la Casa del Parque de Sepúlveda. «Nos gustaría recuperar lo que se ha tenido», incide Higuera, que considera necesaria la contratación de al menos dos monitores para que puedan «ayudar y asesorar, no para controlar» en los senderos del parque.
Uno de los principales reclamos con los que cuenta el paisaje de las Hoces del Duratón es la ermita de San Frutos, que domina uno de los meandros del río. Se trata de un edificio de una iglesia del siglo XI que, según José Luis Higuera, «se encuentra en buen estado» tras las obras de consolidación que se realizaron hace unos años. «No tiene un deterioro que nos preocupe ahora mismo», afirma.
Entre los asuntos que sí acaparan la atención de los responsables del parque, así como de los ayuntamientos en cuyos términos está situado el espacio natural, está la mejora de los accesos a la ermita. En mayo hubo cierta polémica entre el Ayuntamiento de Sebúlcor y la Junta de Castilla y León por la posible adjudicación de la explotación y el tránsito del camino de San Frutos a una empresa privada. «Hubo unas reuniones y unos borradores previos», reconoce Higuera, quien matiza que hasta la fecha no se ha producido ninguna reunión del patronato del parque natural para plasmar las cuestiones que se recogen en esos documentos previos. Además, añade que cualquier decisión será consensuada. «Aquí nadie va a imponer nada. No corresponde a una persona, ya sea director del parque o alcalde de un pueblo, tomar esa decisión», afirma. La ermita de San Frutos no es el único atractivo patrimonial con el que cuenta el Parque Natural. La cueva de los Siete Altares, el puente romano de Tancano o las ruinas del Convento de Nuestra Señora de la Hoz son otros reclamos del parque.
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