Segovia capital perdió casi 800 vecinos en 2020. Antonio Tanarro

El padrón de 2020: Segovia baja, sube el alfoz, El Espinar se acerca a Cuéllar y Marugán crece un 18%

La mitad de los municipios de la provincia ganaron al menos un habitante el año pasado

Martes, 28 de diciembre 2021, 07:29

¿Cómo se explica que en 2020, el año del exceso de defunciones en la provincia y con una natalidad que no remonta, Segovia no solo no perdió población, sino que ganó habitantes? El conjunto del territorio empezó este curso al que le quedan cuatro ... hojas del calendario con 185 empadronados más. Pasó de 153.578 a 153.663. Desde 2019 ha sumado 534 vecinos, aunque la pandemia ha frenado el impulso que dieron los pobladores extranjeros.

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Este liviano estirón del 0,1% en el año del coronavirus se produce, además, a pesar de la pérdida de habitantes que castiga a la capital segoviana, cuyo padrón al primer día de enero de este curso se dejaba 799 residentes en solo doce meses, lo que equivale a una caída del 1,4% para volver a bajar de la barrera de los 52.000 habitantes y situarse en 51.258, que incluso son unos cuatrocientos menos que los registrados antes de la crisis sanitaria, revela el INE.

Esta vez no hay un trasvase casi milimétrico al alfoz, sino que la sangría en la ciudad es mayor al crecimiento de las localidades del cinturón metropolitano, que en el saldo entre ganancias y pérdidas agregan unos 380 habitantes. El mayor impulso lo da La Lastrilla, que se aproxima a los 4.200 residentes, 166 más que un año antes. También suben Espirdo, Hontanares de Eresma, Bernuy de Porreros, San Cristóbal de Segovia, Torrecaballeros, Garcillán y Palazuelos, que se consolida como la cuarta localidad de la provincia con 5.597 personas, por detrás de la capital, Cuéllar y El Espinar. Entre las que pierden en el alfoz, Trescasas, que restó dos empadronados; Valverde del Majano, con tres menos, y el Real Sitio, que con una de las mortalidades más altas de covid comenzó el curso con 48 vecinos menos, quedándose en 5.237.

Los números dan razones que explican la supervivencia demográfica de la provincia al golpe de la pandemia. Una se encuentra en el diseminado medio rural, aquejado por la despoblación y el envejecimiento. La diáspora procedente de grandes núcleos urbanos, sobre todo de Madrid, hacia zonas alejadas de los focos de contagio en los meses de mayor y más mortal azote vírico y el teletrabajo que trasladó las oficinas a segundas residencias en pueblos han atraído pobladores a muchos de ellos. Y se nota en sus padrones.

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Así, 104 de los 208 municipios (sin contar la capital) ganaron a lo largo de 2020 al menos un habitante. Es decir, la mitad de los ayuntamientos contaron a 1 de enero de 2021 con más vecinos a los que prestar los servicios habituales esenciales. Además, otros diez pueblos se han quedado como estaban, invariables. Siete de ellos no llegan a los cien residentes, como Perosillo, estancado en quince, o Pajarejos con 21.

Uno de los paradigmas de la ganancia de vecinos que ha captado parte del medio rural es Marugán. Empezó la pandemia con poco más que 600 vecinos y al acabar el año pasado había superado los 700. En doce meses, la localidad añadió 108 nuevos moradores, un incremento cercano al 18% provocado sobre todo por la llegada de madrileños. Representantes del Ayuntamiento achacan fundamentalmente el crecimiento a los asentamientos que se han producido en la urbanización Pinar Jardín. En un año y medio de pandemia se han tramitado más licencias de obras que en seis años. Algunos se han hecho su casa en las parcelas de 2.500 metros cuadrados en las que se divide el residencial; otros, que ya tenían vivienda, la han acondicionado o se han construido, por ejemplo, una piscina. Fuentes municipales precisan que muchos de esos nuevos residentes son gente mayor, ya jubilada. Ante esta subida del padrón el Ayuntamiento ha tenido que reforzar servicios y ha duplicado los autobuses de la mañana entre Puente Jardín y el pueblo.

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Las segundas residencias se han convertido en las primeras para decenas de personas, en su mayoría madrileños que del teletrabajo prolongado pasaron a fijar su hogar en pueblos. Lo saben bien en El Espinar. En 2020 la creciente llegada de nuevos vecinos se reflejó en el padrón. Ese año acabó con 9.476 inscritos, 390 más que doce meses antes y casi medio millar más que antes de la covid.

En la 'carrera' por ser el primer municipio de la provincia en población, sin contar la capital, El Espinar acorta distancias con Cuéllar, que perdió 39 empadronados el curso pasado para quedarse en 9.620. La campiña, como en Tierra de Pinares, no levanta cabeza y el virus no ha ayudado precisamente a un despegue. Su cabecera, Santa María la Real de Nieva, inició este año con 926 vecinos, 35 menos que doce meses antes.

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En el nordeste, destaca la nueva subida en Riaza, arropada por otros crecimientos en Grajera, Campo de San Pedro, Turégano, Sepúlveda o en Cerezo de Arriba y Cerezo de Abajo. Sin embargo, Ayllón resta vecindario.

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