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La oferta de campamentos en Segovia no cubre la demanda de los padres, tanto en número de plazas como el acceso a las mismas, no solo por el precio, sino por los horarios. La Junta de Castilla y León ha cubierto sus 48 plazas ... en cada uno de los dos turnos para el campamento que organiza en el pabellón Emperador Teodosio y las 42 para el de Grajera, una oferta que los padres consideran insuficiente. «Ahora mismo hay muy poquitos campamentos. Lo ideal sería que la Junta te ofreciera alternativas. Si no hay en tu pueblo, a lo mejor te puedes ir a un sitio cercano que podría estar subvencionado para que saliera económico», subraya la presidenta de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Segovia (Fedampa), Noelia del Barrio.
El diagnóstico de las familias es que la oferta de los ayuntamientos es insuficiente –en cuanto a actividades y en cuanto a compatibilidad de horarios – y que las empresas, con su rigidez en las jornadas laborales, no ayudan a paliar el problema. La casuística es muy variada para una oferta de campamentos que llegan desde ayuntamientos, asociaciones o clubes deportivos y que añaden un gasto extra a la contabilidad familiar. «Si tienes más de un niño, mal. Es un pico». Otro problema, sobre todo en algunos pueblos, es que el campamento cubra el turno de mañana, pero no el comedor. «O tienes familia en el pueblo o no tienes servicio. En Segovia capital hay más donde poder elegir». Aunque hay veces que no hay alternativa.
La herramienta para articular esta oferta es el programa Conciliamos mediante el que los ayuntamientos ponen los colegios y costean su mantenimiento mientras la Junta costea el sueldo de los monitores y se encarga de un programa que se oferta en 35 localidades: Abades, Aguilafuente, Arroyo de Cuéllar, Ayllón, Bernuy de Porreros, Boceguillas, Cabezuela, Campo de Cuéllar, Campo de San Pedro, Cantimpalos, Carbonero el Mayor, Cilleruelo de San Mamés, Coca, El Espinar, Encinillas, Escalona del Prado, Espirdo, Fuentepelato, Garcillán, Gomezserracín, La Lastrilla, Marugán, Mata de Cuéllar, Nava de la Asunción, Navalmanzano, Navas de Riofrío, Otero de Herrreros, Palazuelos de Eresma, Real Sitio de San Ildefonso, San Cristóbal de Segovia, Sanchonuño, Segovia, Torrecaballeros, Trescasas y Turégano.
Del Barrio acepta los criterios de ciertos campamentos públicos que priorizan la asignación de plazas por criterios académicos, pero pide una oferta generalizada. «Lo que queremos es la conciliación, no solamente que los niños profundicen en materias escolares. Necesitamos que nos salve la papeleta del día a día». No habla de que los niños pernocten –algo que tendría un coste personal para los padres y subiría la factura económica–, pero sí demanda campamentos más cercanos y más plazas gratuitas «o más baratas» que no descabalguen la economía doméstica. «Que si tienes dos o tres niños no se te vaya el sueldo».
Porque el concepto de conciliación es más amplio que una franja horaria. «No solamente se trata de que nos quiten a los niños de encima, sino que las empresas pudieran flexibilizar sus horarios laborables. A lo mejor hay días que se pueden trabajar más horas y otros menos para poder estar con los niños y alternarte con la pareja o con algún familiar que te pueda echar una mano». En esencia, facilidades como recuperar horas o distribuir la carga en un periodo más amplio. «La conciliación son muchas cosas». En ese complejo panorama, los campamentos son una ayuda indispensable. «Están muy bien. Si los niños tienen algún espacio de ocio donde puedan juntarse con otros niños de su edad van a disfrutarlo muchísimo».
Del Barrio es consciente de la complejidad del asunto y acepta «un tira y afloja». Pero es muy crítica con la respuesta del tejido empresarial. «En España no existe la conciliación, es una utopía. Al final, tenemos que renunciar nosotras a trabajar, es la realidad». Admite que hay trabajos donde no es posible aplicar la flexibilidad, pero pide extender la apertura de mentalidad que ha supuesto el teletrabajo durante la pandemia. «Hay muchos trabajos que se podrían desarrollar en las casas. O en horarios diferentes a los habituales; a lo mejor necesitas estar con los niños por la mañana y puedes trabajar por la tarde». Si cada pareja tiene sus circunstancias, la solución a cada caso deberá ser diferente.
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La consecuencia es que el verano es un momento de estrés económico porque, subraya Del Barrio, los sueldos en Segovia «no son muy altos». Calcula una media por semana de cada campamento en torno a unos 50 euros. «Multiplica por semanas y por niños y es una pasta». Hay quien no puede permitírselo y busca la solución menos mala. Hay casos que no pueden costearse el campamento y han mandado a los niños a pueblos lejos de sus casas para que les cuiden otros familiares. «Conozco gente que les ha mandado a Salamanca o Extremadura. Se pasan el verano alejados de sus hijos; no te digo que algún día no te venga bien, pero les vas a echar de menos el segundo día. No es lo ideal, ni para ellos ni para el niño».
Otra alternativa es dejar de trabajar en verano: excedencias o meses sin sueldo para poder estar con los niños. «No lo hemos conseguido. Hablan las empresas, hablan los políticos y van poniendo parches, pero hay muchas carencias». Las franjas de los campamentos tampoco han cambiado. «Se van a horarios cómodos, de 9:00 a 14:00 horas, que sirven más para distraer a los niños que dar un servicio a las familias para que puedan trabajar. Ya me dirás qué trabajos se pueden realizar en ese horario».
Pese a los avances en igualdad, Del Barrio sigue considerando la conciliación una cuestión de género. «Los padres se han incorporado muchísimo a la educación de los hijos y a responsabilizarse de ellos, pero en la práctica son los que tienen mejores contratos y salarios, así que a la hora de renunciar tiende a hacerlo la mujer». La búsqueda de esa eficacia colectiva en cuanto a ingresos deja en casa al eslabón más débil. «No vas a renunciar al sueldo bueno».
La movilidad es otro reto, pues no sobran los sitios con actividades para que los niños puedan juntarse. Hay muchos padres que tiran de familiares para cuidar a los hijos en los pueblos, pero no es la panacea. «Hay sitios muy pequeños en los que los niños se tienen que quedar en casa porque no hay actividades. Eso tampoco es, se trata de que los niños tengan un mínimo de ocio porque están de vacaciones, se lo han ganado». La propuesta de Del Barrio es que haya algunos pueblos que sirvan de cabecera de una zona más amplia y pudieran concentrar actividades. «Lo ideal que las familias pudieran acercarse allí a dejar a los niños. Hay pueblos en los que no hay ni instalaciones; o a lo mejor es al contrario, los que se han quedado más pequeños son los que tienen más espacio».
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