Dos parejas disputan un partido de pádel en Segovia. Antonio Tanarro

El pádel sigue su expansión en Segovia

El privilegio de los federados para poder jugar durante la pandemia pese a las restricciones frente al covid ha aumentado la demanda de un deporte que sigue creciendo, aunque a menor ritmo que hace unos años

Domingo, 17 de septiembre 2023, 13:35

El crecimiento del pádel en la provincia aún no toca techo porque la demanda y la oferta crecen de forma paralela. La pandemia ha llevado a muchos ayuntamientos a invertir en pistas municipales, una opción de deporte al aire libre que llegó como respuesta ... al virus para quedarse. Más allá de los reductos tradicionales –Valverde del Majano, San Cristóbal de Segovia, Carbonero el Mayor, Nava de la Asunción o La Granja–, el listado de pueblos que han estrenado pista en los últimos años ha extendido sobremanera las palas por toda la provincia: Cuéllar, Palazuelos de Eresma, Bernuy de Porreros, Collado Hermoso, Prádena, Riaza, Navalmanzano, Coca, Abades, El Espinar, San Rafael o Cantalejo. Las más viejas no tienen mucho más de un lustro y la mayoría han visto la luz desde 2020. Sin incluir un sinfín de instalaciones privadas. «Prácticamente en todos los pueblos hay una pista de pádel», resume el delegado de la Federación de Pádel de Castilla y León en Segovia, Iván García.

Publicidad

Pese a las metas ya conquistadas, las escuelas siguen aumentando alumnos y los torneos cubren sus cuadros. «No deja de aparecer gente nueva», subraya García. Algunos se quedaron tras la pandemia y aprovecharon la «trampa». Las federaciones –tanto la nacional como la regional– se acogieron a la salvaguarda de que los deportistas federados podían competir, lo que le convertía en una excepción en los deportes bajo techo. Eso hizo que las licencias de 2020 y principios de 2021 subieran como la espuma. «Eso ha bajado. Mucha gente que se federó solo para poder jugar no ha seguido federada. Pero muchos de esos que no podían hacer deporte han seguido».

Una de las fortalezas del pádel es que no entiende de edades. La escuela Padelzone 2.0, en Valverde del Majano, tiene niños de cuatro años y sus pistas cuentan con un habitual que tiene 85. «El rango de edad, tanto en masculino como femenino, es enorme», subraya García, que preside el club que da nombre a la instalación, que cuenta con unos 120 federados –los niños de las escuelas que compiten a nivel regional o nacional y los equipos adultos de competición–, algo menos de un 20% de una masa de jugadores que roza los 600 semanales.

Iván García, delegado de la Federación de Pádel de Castilla y León en Segovia. Antonio Tanarro

Esa transversalidad lo explica el componente social de un deporte en el que cuatro personas comparten un espacio reducido y una acción ágil. «En tenis, si tienes un nivel inferior, estás todo el rato recogiendo bolas. Aquí, termina el punto, tienes la bola al lado, sacas y ya estás jugando. Es mucho más agradecido, estás todo el rato en movimiento». En la misma línea que el rugby, es casi sagrado el tercer tiempo. «Casi todas las quedadas terminan en la cafetería, se sociabiliza muchísimo».

Publicidad

Tras cuarto de siglo vinculado al pádel, García cree que en España «se está llegando ya a un cierto techo», algo que choca con la «locura» de la expansión internacional. Roma ha pasado en cuatro años de 80 pistas a más de 500, una tendencia comparable al norte de Europa; países como Noruega, Suecia o Finlandia están invirtiendo en competiciones de primer nivel y en instalaciones. Explica el contexto español por la guerra de precios o por la falta de estabilidad en los clubes. «A veces está incluso un poco masificado. Es que en los últimos cinco años salían clubes de pádel por todos los sitios. Y un club es algo caro de mantener; si no tienes una ocupación muy alta, pierde pasta». Su relato es de clubes grandes en Madrid que han cerrado. «Pero no ha sido para tanto. Todos pensábamos que iban a cerrar un montón de clubes, pero han sido muy pocos en relación a todos los que se hicieron».

Ese techo no viene tanto por la demanda sino porque la oferta no es suficiente para canalizarles. «El pádel sigue subiendo. Si preguntas a cualquier club o academia, a todos nos va bien. En nuestros foros de gerentes sí que decimos que se para un poco, pero luego estamos todos petados». Pone como ejemplo el último campeonato de menores, la trigésimo sexta edición, que se disputó el primer fin de semana de septiembre en la Ciudad de la Raqueta de Madrid. El número de participantes marcó un nuevo récord con más de 1.600 participantes. «No hay ningún campeonato de España que meta a tanta gente de todas las categorías».

Publicidad

Semifinales

García lo explica por el ambiente sano. «En el pádel no hay padres 'hooligans' como en el fútbol». Ayuda la propia normativa. En las finales hay un juez árbitro que decide las bolas dudosas; en el resto de partido, se arbitran los propios jugadores. «Si llamas al árbitro, siempre va a decretar repetición del punto. ¿Qué hacen los niños? No discuten. Y los padres tampoco». La consecuencia es que hay muchos torneos de menores –desde enero a noviembre– y los padres repiten el mismo mantra: «Mientras estén jugando al pádel, no están haciendo otras cosas».

El campeonato va desde los 9 años del benjamín a los 18 del júnior. Hugo García, su hijo, fue cuarto entre 70 parejas, todo un hito para alguien de primer año, en compañía de su pareja extremeña, José Guerrero. No solo llegaron a semifinales, sino que vendieron cara su derrota ante la pareja número uno de España: perdieron 6-4 y 6-3 con 11 bolas de oro –el punto que decide un juego– y cedieron el bronce ante los terceros del ranking por un doble seis cuatro con otras siete bolas de oro. Decenas de segovianos participaron en una competición que pone en valor el tamaño de la siguiente generación del pádel, un deporte con cuerda para rato.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad