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Un grupo de jóvenes durante unos carnavales en Osiris. Fernando de la Calle

Osiris y HH: dos discotecas que marcaron una época dorada en Nava de la Asunción

Los vecinos de la localidad homenajean a los locales de ocio de referencia en los años 80 y 90

fernando de la calle

Nava

Domingo, 17 de febrero 2019, 12:55

Más que locales de ambiente nocturno, fueron el buque insignia de unos años inolvidables para la juventud de toda una época. Con la apertura de dos discotecas, primero Osiris y pocos meses después HH, se inició en Nava de la Asunción todo un fenómeno ... de masas. Fueron años en los que riadas de jóvenes acudían atraídos por unos locales innovadores para la época y con la mejor música del momento. «Cuando abrieron las discotecas se notó muchísimo. la gente oía que en Nava había muy buen ambiente y cogió fama de buenas discotecas. Eran salas de fiestas muy bien preparadas, con muy buena música y buenas instalaciones. Venía gente de todos los sitios», comenta Lola García, una de las clientes más asiduas, quien recuerda, como si fuera hoy, el momento de la apertura. «Osiris abrió la Nochevieja de 1976 y cobraron 500 pesetas la entrada. Yo tenía 14 años y nos quedamos sin entrar una amiga y yo, pero fue todo el pueblo. HH abrió más tarde, el 26 de agosto del 77».

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El origen de Osiris se remonta al recordado Club Zafiro, que durante años regentaron, en el local de la Protección Obrera, los componentes del grupo musical Zafiros negros.«Teníamos alquilado el local por siete años, se terminaban, se quedaba pequeño y decidimos entre todos montar una discoteca que fuera más grande y que estuviera mejor. Pero Jose y Perico no lo vieron claro y decidieron no entrar. Con Jesús, estuvimos mirando presupuestos y vimos una empresa en Valladolid, Goher, que se dedicaba a montar discotecas. Nos propusieron ser socios al 50% y aceptamos», recuerda Emilio García, uno de los primeros propietarios de Osiris, quien destaca que el edificio se construyó en pocos meses. «Se compró el terreno en septiembre y en diciembre estuvo terminada. El arquitecto tuvo la idea de hacerla como una pirámide truncada y, al tener esa forma, se nos ocurrió ponerle un nombre egipcio, propusimos varios y Osiris fue el que más nos gustó». Para poner el nuevo negocio en marcha, llegaron a reunir cerca de siete millones de pesetas de la época, gracias a un crédito y a los beneficios obtenidos con el exitoso Club Zafiro. Nació así Discoteca Osiris S.L.

Ocho meses después llegaría la discoteca, cafetería y sala de fiestas HH, abierta por los hermanos Herranz, Lucía y Pablo. Su apertura fue otro acontecimiento para la comarca de Nava y para chicos como Luis Antonio García Casado,'Berry', quien con el tiempo se convertiría en uno de los pinchadiscos más recordados del local. «Casi no sabíamos lo que era una discoteca, estaba todo por venir. La vimos nacer, vimos cómo cada sábado se llenaban de coches todos los alrededores y pronto varios de nosotros entramos a trabajar, unos para recoger vasos y otros en la barra o para ayudar, o en el ropero, como fue mi caso. Para nosotros, poder acceder a la discoteca a la que no nos dejaban todavía entrar era un sueño, y encima trabajando. Ese fui mi primer contacto con el local y nos sirvió para despertar a muchas cosas», señala 'Berry', quien recuerda cómo se gestó el proyecto. «Con la idea de montar un negocio, contactaron con un hombre de Cuéllar que había montado más discotecas y a la postre acabaría montando las de los pueblos de alrededor. Él les puso en contacto con las personas adecuadas para echarla andar y llevarlo con un poquito de alegría, con la música apropiada. Así llegó Julio desde Valladolid, que se ocupó de la gestión».

Las dos salas tuvieron un éxito fulminante. «Al principio nos fue muy bien, porque estábamos solos. Luego, cuando abrió la HH, se notó un bajón bastante importante. Con los años, la gente eso de pagar una entrada por ir a bailar no lo veía y fue bajando. También porque Osiris estaba más lejos del centro que HH, pero la gente iba por rachas, unas temporadas había más en una y otras en otra», comenta Emilio García, quien señala que la puesta en marcha de estos locales fue el punto de arranque de la 'movida navera' de finales de los años setenta y ochenta del siglo pasado. «Para Nava, además del público, significó que se empezaran a traer artistas conocidos, algo que nunca había pasado, salvo Bruno Lomas, que vino al Club Zafiro. Vinieron desde Los Módulos a los Pekenikes, Manolo Otero, Phil Trim y Los marismeños, entre otros muchos».

La llegada de la modernidad

En plena Transición, la juventud acogió con entusiasmo la llegada de «la modernidad» y llenaba las dos salas. «En Osiris llegó a haber dos sesiones, una desde las ocho de la tarde para los que empezábamos a salir y la otra desde las once hasta las cuatro de la mañana. Costaba 100 pesetas para las chicas y 200 para los chicos con una consumición. Luego, con la competencia empezó a bajar, hasta que dejaron gratis las dos discotecas. Los jueves ya había sesión en HH y los viernes íbamos a Osiris. Los sábados y domingos a las dos», recuerda Lola, quien antes de trabajar en el ropero de HH conoció en Osiris a su buen amigo Celestino Conde 'Tino' jefe de barra del local durante más de una década.

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«Yo en Osiris hacía de todo, desde abrir la discoteca hasta cerrarla. Toda la sesión completa, haciendo caja, pedidos, todo el dinero pasaba por mis manos. Éramos unos cinco camareros y cerca de doce o trece personas en la plantilla, entre porteros, taquilleros, pinchadiscos, y personal de limpieza», señala 'Tino', que conserva un excelente recuerdo de aquella etapa de su vida. «Los doce años que yo estuve trabajando fueron doce años de éxito. No recuerdo ninguno que hubiera crisis, aquello era un constante. En días señalados como Nochevieja podían pasar por taquilla más de 1.400 personas. Abría los tres días del fin de semana y aunque el sábado era el día fuerte, no faltaba público el resto».

Por Osiris, comenta, «pasaron muchas actuaciones, como La Quinta Reserva o Celtas Cortos. Entre los últimos grupos estuvo Barricada. Fueron más de 3.700 personas al concierto, trabajando las tres barras de la discoteca y se tuvo que contratar a una empresa de seguridad que trajo a nueve personas. Y aun así destrozaron la terraza. Pero casi todos fueron buenos recuerdos, porque trabajaba en algo que me gustaba, con 21 años ya era encargado de una discoteca, en pleno 'boom' de estos locales en España».

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Los rostros más visibles

Aunque los de Nava de la Asunción estuvieron gestionados por numerosas personas, Osiris siempre tendrá su nombre ligado a Antonio González. 'Toni', uno de los tres hermanos que formaban la sociedad que, junto a los Zafiros Jesús y Emilio, abrieron el local. El primero vendió su parte al segundo y pocos años después Goher, cuya cabeza visible siempre fue Toni, se quedaría con todas las acciones. «Como jefe, todo lo que dijera de él sería poco. Todos los años que estuve como encargado, siempre me respetó en todo, nunca tuvimos una mala palabra, siempre trabajé muy a gusto y es una etapa de mi vida que recuerdo con nostalgia porque fui muy feliz», señala Tino Conde. Pese a que había cierta rivalidad entre las dos discotecas, también tuvo buena relación con Lucía, propietaria de HH desde que su hermano se retiró del negocio. «Fueron años de dificultades económicas para Lucía, por lo que tomó la decisión de alquilar el negocio a terceros. Javi Cubero y yo ya estábamos en la cabina y llegamos a ofrecernos a quedarnos con ella, hacíamos un buen equipo con Mariano Cubero en la barra, pero quizás por nuestra juventud, no confiaron en nosotros y se fue alquilando a diferentes personas».

Ellos siguieron pinchando, ya con buenos sueldos y quizás en los mejores años de afluencia de público. «Fue la época dorada de Nava. Empezó a venir gente de otros pueblos y se empezaron a abrir bares como El Baretto, El Local, Rosario XIV o Vinces. Esos bares y el empuje de las discotecas, fueron el germen de lo que luego fue durante bastantes años La Nava, hasta arriba de gente». Por HH también pasaron grandes artistas de la épocal, entre ellos Sergio y Estíbaliz, Rosa León, Juan Bau, Alfonso Pahino, La 5ª reserva, Jorge Cafrune o las recordadas sesiones del hipnotizador Tony Kamo, que hacían superar el aforo de más de 800 personas cada sábado. Pero el tiempo jugaba en contra de estos locales y, poco a poco, su rentabilidad fue descendiendo. «Se empezó con el control de horarios y también el ambiente se centró más en los bares, comenzó a flaquear. La gente que lo llevaba también tuvo sus problemas y acabaron cerrando.

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