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La cruz de piedra con la corona laureada en homenaje a los caídos mantiene un lugar privilegiado en Arcones, en plena plaza, junto a la iglesia. «Es una lápida grandísima», reconoce la alcaldesa, Laureana Martín, que llevará al próximo pleno, que se celebrará previsiblemente este mes, una solicitud al Obispado de Segovia para que lo retire. «Tengo 71 años, pero mis abuelos no han estado ni en un lado ni en otro. Yo me congratulo de poder hacerlo sin que me digan que soy de derechas o de izquierdas». Este símbolo ilustra las trabas para cerrar heridas.
La regidora ha planteado soluciones sin éxito. En primer lugar, trasladarlo al cementerio, algo que el Obispado de momento no ha aceptado. Después, convertirlo en un monumento de reconciliación y añadir el nombre de los republicanos represaliadas a la cruz, algo a lo que sus familiares se han negado de pleno. «Hubiera sido un monumento a todos; tanto los que estaban en un lado como en otro querían el bien de España». Así las cosas, recurrió a la decoración floral para matizar su impacto visual. «He intentado poner macetas, rosales… estoy poniendo ampelopsis, que se pega y así no se lee nada, pero me lo arrancan. Llevo haciéndolo desde 2011». Y cuenta el testimonio de un vecino cuyo padre está entre aquellos caídos: «Ni se te ocurra quitarlo. Esto es historia y tiene que estar aquí».
No es el único vestigio en pie. Labajos retiró en 2020 los escudos falangistas del monumento a Onésimo Redondo, fundador de las JONS, un lugar de peregrinaje para los grupos fascistas que ha acogido concentraciones en tiempos recientes, pero el monumento sigue ahí. En Sacramenia sobrevive la calle General Mola. El Ayuntamiento está tramitando un expediente para el cambio de nomenclatura y contempla varios nombres alternativos. La teniente alcalde, Luz María Lázaro, asegura que el asunto irá «en breve» al pleno municipal. Y añadió una coletilla: «¿No tenéis nada mejor que hacer?».
Sanchonuño cambió la calle José Antonio por Procesión Larga. En un primer momento, el Ayuntamiento respondió al requerimiento diciendo que hacía referencia a un nombre de pila y no de manera específica a Primo de Rivera, fundador de Falange. Sigue en el callejero Calvo Sotelo, a quien señalan como una figura al margen de la Guerra Civil o de la dictadura por su fallecimiento días antes del golpe de estado franquista. Fuenterrebollo, que cambió las calles Héroes del Alcázar y Onésimo Redondo, esgrime el mismo argumento para mantener a Sotelo. Ambos Consistorios señalan el engorro administrativo que supone para entidades con pocos recursos un cambio en el callejero.
En Sepúlveda, hay una cruz de piedra y una inscripción en una lápida privada del cementerio municipal. «Quité lo que había de los edificios públicos, y además me costó una gran bronca», recuerda el alcalde, Ramón López. «Si nos requieren que lo quitemos, actuaremos; mientras tanto, lo dejaremos como está». Chañe mantiene un escudo franquista; este periódico no pudo recabar la versión de su Ayuntamiento.
Honrubia de la Cuesta esgrime que la calle que mantiene en honor de Primo de Rivera hace referencia al padre, dictador en los años 20, y no al hijo, fundador de Falange Española y fusilado en Alicante. El Ayuntamiento respondió al requerimiento apoyándose en una partida de nacimiento de una vecina en 1926 en la que ya aparecía esa calle. En Aguilafuente hay una placa de mármol en la pared de la iglesia. La respuesta del Ayuntamiento es que ha requerido al Obispado de Segovia que la retire.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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