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Altar mayor de la iglesia de Arcones. El Norte

El Obispado pone fin a treinta y ocho años de misa castellana en Arcones

«Somos gente creyente que reza cantando a ritmo de jota», esgrime Santiago Sanz tras una prohibición sustentada en la falta de oficialidad del formato

Jueves, 2 de noviembre 2023, 13:52

Santiago Sanz se acercó en agosto al «entrañable» don Delfín, cura de Arcones, para decirle que la misa castellana de las fiestas iba a ser la bomba: el doble de músicos, dos guitarras, dos bandurrias, más percusión… Pero el párroco, con el gesto desencajado, tenía ... una carta del Obispado de Segovia en la que se prohibía «taxativamente» interpretar esa versión folclórica, orden dictada el pasado 11 de agosto tras el anuncio de celebraciones en nueve parroquias de la diócesis. «Lo que viene a decir es que somos cuatro payasos, cualquiera que la lea parece que vamos a hacer una performance desnudos encima del altar. Lo hacemos con todo el recogimiento posible, somos gente creyente que reza cantando a ritmo de jota».

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Santiago nació en Arcones con una discapacidad en el lado izquierdo de su cuerpo. Su padre, maestro, había nacido allí y daba clase en el colegio, pero la familia hizo las maletas hacia Madrid en busca de mejores condiciones para tratarla. Ahora profesor de educación especial, dice a sus alumnos que el bullying lo inventó él. Su relación con el pueblo es tan intensa que recorre casi cada fin de semana los 370 kilómetros que le separan de Albacete, donde vive, para empaparse de aquella casa de sus padres, ya fallecidos. «Es mi tranquilidad, ese olor a chimenea. Odio el calor, la playa; me gusta el barro, llegar a casa y hacerme un té porque tengo frío. Todo eso me lo da Arcones».

Durante su adolescencia en Madrid pasó de tirar cóctel molotov a la policía a entrar «a tope» en una parroquia porque conoció a una chica que después se metería a monja. ¿Qué podía aportar él? Como aficionado del Mester de Juglaría, el folclore. Montó un grupo en 1981, Almena. «Sin saberlo, éramos lo que hoy llaman grupo tributo. Nos empollábamos los discos y los tocábamos; con un matiz, éramos gente creyente. Y cayó en nuestras manos un disco de los años 70 de un grupo llamado Solanilla que se llamaba 'Misa Castellana'». Así que empezaron a ensayarla. Su primera puesta en escena fue hace 38 años en la boda del actual alcalde, Víctor Rodríguez, que le ha trasladado todo su apoyo.

Un momento de una misa cantada. El Norte

Aquellas actuaciones cogieron fama en bodas o en las fiestas del pueblo. «Si vas al pueblo, a todo el que tenga menos de 50 años le ha cantado la misa castellana Santi. Llevamos toda la vida». Las fiestas se celebran en el segundo fin de semana de septiembre; un día cantan la misa y otro hacen la procesión hasta la ermita. Es algo tan presente en su cultura que la cantaron tras la muerte de su madre.

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Santiago conoció al obispo de Segovia, César Franco, cuando era un joven cura en un campamento que guiaba en las montañas leonesas del valle de Valdeón. Él esgrime el cumplimiento de la liturgia y pide en su carta abierta al obispo, en un tono conciliador, que identifique qué aspectos la vulneran. Por ejemplo, la letra del Padre Nuestro está versionada, pero al acabar la canción se acerca al micrófono y recita la versión oficial. «Mantenemos la ortodoxia en todo momento». En algunas celebraciones no cantan 'El cordero de Dios' porque la letra original, escrita en los 70 con el Caudillo aún vivo, es muy reivindicativa. Habla de «los que roban al pueblo su libertad» o «los caciques que tienen al pueblo oprimido». En esencia, pide llegar a un acuerdo. «Que nos digan que estas partes no se deben cantar por esto y por eso. Vamos a hablarlo. Pero cuando te dicen que se prohíbe taxativamente…».

Defiende el ritmo de jota como la tradición de Castilla, especialmente en los pueblos serranos, que interpretó en un barrio marginal de Albacete mientras el obispo de la provincia seguía el ritmo con el pie antes de darle un sentido abrazo con mensaje: «Eso es rezar cantando». El párroco local les ha pedido que canten, en parte porque no solo está el grupo de folclore de Santiago, sino el antiguo coro parroquial, reactivado en los últimos meses.

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La prohibición esgrime el falseamiento de la letra original, que genera errores

El Obispado de Segovia esgrime que la prohibición data del año 2013 y se basa en la «completa falsificación que se produce cuando falta el texto litúrgico oficial del Ordinario de la Misa, y se incurre en plagio de la música y falseamiento de la letra original, introduciéndose inexactitudes e incluso errores teológicos».

Sí caben cantos como el de entrada, ofrendas, comunión y final, en los que hay más posibilidad de creación en las letras, pero siempre que estén «fundamentadas en inspiración bíblica» y cuenten con la autorización de la autoridad eclesiástica. También argumenta que «no va en la línea de la misa participada» al «reducir la asamblea al silencio y a la simple escucha».

Los textos litúrgicos de la misa católica son aprobados por la Congregación del Culto divino de la Santa Sede o por la Conferencia Episcopal o, según las circunstancias, por el obispo de la Diócesis. «Los textos de la misa castellana, especialmente el 'Señor ten piedad', el Credo, el Sanctus, el Padrenuestro y 'El cordero de Dios' no han sido aprobados por ninguna de las instituciones nombradas. No es, por lo tanto, un texto oficial».

La respuesta en el pueblo es de todo tipo. «Ya se sabe cómo es la gente. Pero hay que ser racionales». Así que el plan de Santiago es poner música a una misa clásica. «He tirado del cancionero que se utiliza en cualquier parroquia. Nuestro cura es encantador, no le puedo poner en un 'membrete'. Así que vamos a cantar canciones de misa con la guitarra». No habrá ritmos, no habrá jotas, pero defenderá el folclore ante otras veces que le piden que no cante como símbolo reivindicativo. «Si la misa queda muy triste quien se fastidia es el pueblo, la gente a la que yo quiero».

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