Estos son los nuevos umbrales de las olas de calor en Segovia

Las modificaciones obedecen al nuevo contexto de cambio climático y se sustentan en un informe elaborado por cuatro autores -Cristina Linares Gil, José Antonio López-Bueno, Miguel Ángel Navas-Martín y Julio Díaz Jiménez- de la Escuela Nacional de Sanidad. El estudio está editado por el Instituto de Salud Carlos III y adapta los umbrales de cada zona geográfica a partir de una serie de variables que van más allá del tiempo que hace.

El objetivo final de proteger la salud de los grupos más vulnerables a los efectos de un calor intenso y prolongado conduce a disponer de «una mayor especificidad geográfica» a la hora de determinar los límites de un episodio de canícula excesiva que suponga un riesgo mortal para los ciudadanos. Así lo recoge el estudio, que además hace hincapié en que son «múltiples los factores locales, y no solo climáticos, sino también de carácter social y demográfico como la estructura poblacional, las infraestructuras públicas y privadas, los servicios sanitarios disponibles, el nivel socioeconómico y muchos otros, que pueden modificar el impacto de las temperaturas extremas en la salud de la población e influir de forma determinante también en los procesos de adaptación».

La puesta en práctica de esta teoría establece un nuevo umbral de temperatura máxima y divide la provincia de Segovia en dos áreas, cada una con su propio tope a partir del cual se declara la ola de calor. En la meseta, donde está emplazada la capital, el plan de prevención eleva casi un grado y medio el baremo al subir de 34 a 35,4 grados el límite por lo alto. Según la división geográfica del informe, es el área más extensa, ya que bajo su paraguas se encuentran 149 municipios.

La segunda zona abarca sesenta localidades ubicadas en lo que el estudio denomina Sistema Central de Segovia. El objetivo de especificar los nuevos topes a partir de los cuales se considera ola un incidente de calor exagerado lleva al estudio a fijar en 31º el umbral en estos lugares montañosos.

Las novedades se adaptan al escenario de calentamiento en el que, además de los cada vez más frecuentes récords de temperaturas, también hay que lamentar la mortalidad que se produce cada año como consecuencia de temperaturas anómalas. Y en esos desfases, el calor se cobra más vidas que el frío.

El Instituto Carlos III, a través de su sistema de monitorización MoMo, registra las defunciones asociadas a una canícula más sofocante y letal de lo habitual y las vinculadas a un frío extremo. El año pasado, 24 fallecimientos en Segovia estuvieron relacionados con un calor excesivo, mientras que dos óbitos se vincularon a bajas temperaturas.