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Gloria Rodero, en el puesto de castañas de la avenida del Acueducto. Antonio Tanarro
«Se nota el toque de queda, la calle ya no es lo mismo»

«Se nota el toque de queda, la calle ya no es lo mismo»

Gloria Rodero, castañera del puesto en la avenida del Acueducto, destaca el notable descenso en las ventas de este tradicional producto debido a la pandemia

Jueves, 4 de febrero 2021, 12:29

Quién no ha resistido la tentación de comprar, sobre todo cuando el frío se mete en el cuerpo, unas castañas asadas bien calentitas? Ese aroma tan característico, que evoca tiempos pasados, un olor identificable, que no pasa desapercibido... que satisface esas sensaciones en los días fríos del otoño e invierno con el calorcito que despiden los puestos... Cuántos recuerdos., aquellos tiempos pretéritos en los que se decía «póngame un duro de castañas». Y uno se marchaba a casa con las manos bien calentitas.

Por desgracia, la pandemia no entiende mucho de oficios, ni de nostalgia. Golpea a todos por igual, con dureza, con crueldad, sin pararse a mirar a nadie. Da igual butaneros, albañiles, mecánicos, carpinteros... que castañeros o castañeras. Y se nota, vaya si se nota.

Vivir de las castañas puede ser cada vez más complicado, pero especialmente este año podría convertirse en el mayor de los retos. La clientela ha bajado por el coronavirus. Está claro, aunque, como el resto, tratan de adaptarse, de sobrevivir a estos tiempos de mascarillas, guantes, de geles hidroalcohólicos, de distancias de seguridad... de medidas sanitarias, cumpliendo con los protocolos, pero no es como antes (nada lo es), tiempos pasados en los que la gente tomaba muchas más castañas y existía una mayor tradición. No solo es una cuestión de gustos.

No hay más que desplazarse por las calles (ahora no hay aglomeraciones) en Segovia para darse cuenta de la situación. Son tres puestos los que hay, uno en la calle Real, otro en la plaza de Artillería y uno más en la avenida del Acueducto. Los tres son del mismo adjudicatario y la licencia de apertura que tienen es de octubre a marzo de este año y de octubre a marzo de 2021-2022.

En un recorrido por los tres puestos, el único abierto es el de la avenida del Acueducto. La covid-19 también ha hecho estragos, «este año si se ha notado una bajada y además también se nota el toque de queda, que antes era a las diez y ahora es a la ocho, sí que nos fastidia la venta, porque esta calle no es lo mismo que es ahora, igual que la Calle Real, con las tiendas cerradas, la mitad de los comercios cerrados, los bares, la mitad de ellos cerrados... No hay turismo», comenta Gloria Rodero mientras sirve con sus guantes una bolsa a una clienta, cumpliendo con todas las medidas sanitarias.

Gloria Rodero, que deja claro que ha dado negativo en el test, ha empezado este año. «Nunca antes había vendido castañas, las había asado en casa y es un producto que en Segovia tiene buena venta porque es un lugar frío», comentó. Pero se nota mucho el cambio. «Es que apenas hay gente y los de aquí vienen un día, dos, pero todos los días no vienen a comprar castañas. No es un producto tampoco de primera necesidad y están para comerse por la tardecita con el fresquito... entonces es complicado, muy complicado», dijo.

Tiene la esperanza de que mejore, aunque prefiere ser realista. «No lo sé lo que va a pasar con esto, tampoco es que vea soluciones a corto plazo, no se ponen de acuerdo, creo que no se ha hecho bien desde el principio y nadie se esperaba una cosa así. Seguimos viendo más de lo mismo, es una pena ver el destrozo del país, con mucha gente en sus casas que ha perdido sus trabajos, sus locales... Las ayudas no terminan de llegar, hay mucha gente que lo está pasando mal».

Son las ocho menos cuarto, la ciudad ya empieza a recogerse mientras muchos apuran hasta el último segundo. La presencia de los coches patrulla de la Policía Local y de la Policía Nacional ya son un indicativo de que toca tomar el camino a casa. A lo mejor con una bolsa (o cucurucho) de castañas calentitas se hace más llevadero ese camino.

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