Una noche de Reyes estelar

Hubo momentos en que la lluvia era intensa y verdaderamente molesta, pero la ilusión por ver a los Reyes Magos pudo anoche con todas las adversidades, incluido el temor a la covid-19, siempre presente. Fue una gran cabalgata, la que Segovia merecía tras un año en blanco (en 2021 los Magos llegaron, pero lo hicieron en globo y no hubo desfile), y los niños disfrutaron de lo lindo pese al chaparrón. También los padres que los acompañaron. Miles de personas se congregaron en las calles segovianas para ver el paso de la comitiva, que siguió el recorrido de siempre, aunque el colofón tuvo lugar en la plaza Oriental por tratarse de un espacio más amplio que permitía evitar aglomeraciones de público. Allí, a los pies del Acueducto, los Reyes Magos se dirigieron a los niños y expresaron, por boca de Melchor, un deseo común: el final de la pandemia: «Los próximos años van a ser muy buenos y olvidaremos todo lo malo que hemos vivido», dijo el rey.

Un hermoso espectáculo de luz dio la bienvenida a los tres Magos de Oriente en el Alcázar. La torre de Juan II sirvió de pantalla. Un elfo narró la historia de los Reyes, que guiados por una estrella llegaron a Belén cargados de obsequios para el Niño Jesús recién nacido. Fueron quince minutos de ensueño que culminaron con la aparición de Melchor, Gaspar y Baltasar en una de las terrazas de la fortaleza, la que se extiende sobre la puerta de acceso. Después se dirigieron a la Plaza Mayor. Lo hicieron en andas y custodiados por un séquito integrado por alrededor de doscientos pajes. Allí los esperaban las carrozas, las que siempre utilizan para desplazarse por Segovia, pero también Pegaso, el enorme caballo alado, principal atractivo del cortejo. La comitiva 'Pegaso, el canto de las estrellas', de la compañía francesa Planète Vapeur, dejó a los niños boquiabiertos por la espectacularidad y el realismo del azulado y mágico équido. Detrás marchaban los tres protagonistas de la noche, aupados en las carrozas, la de las serpientes, la de inspiración futurista que parece una nave espacial y la de la cabeza del león que alberga el trono del rey Baltasar. Mientras, los pajes entregaban puñados de caramelos en mano (otras de las novedades impuestas por la covid) y los integrantes de La Troupé de la Merced y Os Batucones ponían la música. La lluvia parecía conceder una tregua, convirtiéndose en un ligero sirimiri, pero empezó a golpear con especial virulencia cuando el cortejo real se disponía a enfilar el descenso por la calle San Juan, que a pesar de todo resultó brillante, con una bella panorámica del gigantesco caballo de las alas de plata.

El recorrido, que duró casi dos horas, culminó en la plaza Oriental, donde estaban instalados los tronos. Como no hubo fuegos artificiales ni en San Juan ni en San Pedro, los hubo ayer, lanzados desde el cerro del cementerio. Fue un magnífico broche a una noche estelar que el tiempo frío y desapacible no logró eclipsar, y mucho menos la pandemia, contra la que se tomaron todas las medidas posibles, como la limitación de aforo en la plaza de la Reina Victoria Eugenia, en el Alcázar, y el uso obligatorio de mascarillas (hasta los Reyes Magos las llevaban). La alcaldesa de Segovia, Clara Luquero, intervino al final para agradecer la participación y expresar el deseo de que al año que viene todo sea distinto: «Hemos visto a los niños y a los papás, pero hemos echado en falta a los abuelos. Esperemos verlos el próximo año».

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